Es sabido que todos los viajes tienen dos caras: una, la que se muestra y se cuenta con orgullo, y otra, la que queda oculta ya sea por ridícula, vergonzosa, impresentable o desopilante. En los 299 posts que publiqué en Viajando por ahí me presenté como una persona seria, formal y responsable (?), pero hay un lado mío que no conocen: el de chica torpe, despistada, amante de lo bizarro y paparazzi de gatos. Por eso en el capítulo de hoy quiero llevarlos al backstage de mis viajes, a todo lo que ocurre y ocurrió detrás de escena, a todas esas situaciones que nunca vieron la luz de sus pantallas y que merecen ser contadas. Así que pónganse cómodos, porque el de hoy va a ser un capítulo doble (o triple, como esos alfajores que tanto me gustan).

Esto es: “Detrás de los viajes, el backstage de Viajando por ahí”

backstage

Auspician este programa:

[singlepic id=7285 w=625 float=center] Club Sarasa: tragos 2 x 1 de 6.04 a 6.08 am, presentando carnet de videoclub asociado

[singlepic id=7307 w=625 float=center] Daisy Diva Clinic: lo mejor en depilación. Descuentos por cantidad.

[singlepic id=7304 w=625 float=center] Masaje Muy Bueno (satisfacción garantizada o le devolvemos su dinero en patacones chinos)

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Cosas que nunca conté porque no venían al caso

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* Casi me voy de viaje con un bigote postizo

Unos días antes de irme a Asia, un amigo vino a despedirme y me trajo uno de los regalos más originales de mi vida: un set de bigotes falsos (uno distinto para cada día de la semana). Yo elegí el que está de moda ahora (que no sé cómo se llama pero es un mostachón grueso y algo enrulado en las puntas) y me lo puse. En ese momento pensé: “¿Y si me lo llevo a Asia y salgo a caminar por la calle así, con bigote? Total, puedo decir que en Argentina a las mujeres les crece el bigote naturalmente, o que es la última moda en Occidente”. Era un intento desesperado por llamar la atención y no pasar desapercibida en Asia; además, me intrigaba ver qué situaciones se generaban alrededor de mi bigote. Finalmente me lo llevé pero no me animé a usarlo. La próxima me lo pongo y salgo a dar una vuelta, a ver qué pasa.

[singlepic id=7274 w=625 float=center] Este es el bigote en cuestión. En esta foto lo vemos pegado a la ventana del avión, rumbo a Bangkok.

 [singlepic id=7264 w=625 float=center] En Malasia encontré una barba que me quedaba bastante bien.

 [singlepic id=7267 h=625 float=center] Si la Mona Lisa lo hizo…

* Yo soy la que hace los Powerpoint de gatos

Tengo pocas obsesiones, pero cuando algo me fanatiza no puedo pensar en otra cosa, así que lo voy a decir yo antes de que se enteren por otro lado: amo a los gatos. Los amo tanto que quiero estrujarlos a todos. Antes de viajar no era tan así: no sé qué tendrán que ver los viajes ni qué habrá pasado en el medio, pero de repente me convertí en la loca de los gatos. Quiero tener veinte (todos con nombres de verdura) pero no puedo: si me voy de viaje y los dejo acá me van a odiar, y si me los llevo temo que también odien tanto traslado. Entonces, a falta de gato propio, me convertí en paparazzi de felinos callejeros y en catadora de suavidad de gatos ajenos. Si veo un gato en la calle tengo que acercarme, no puedo pasar al lado como si nada. Ellos se dan cuenta porque muchas veces se me acercan espontáneamente sin que los llame (para llamarlos uso varias técnicas: el “mish mish mish”, el “gatitooo, hola gatito, vení gatito”, o “hi kittyyy”) y otras veces huyen apenas me ven (se ve que se corrió la voz de que soy una Elvira —la de los Tiny Toons, la que estrujaba gatos— en potencia). Y yo no puedo evitar sacarles fotos y perseguirlos. Dicho esto, con todo el material que tengo estoy lista para empezar a mandar mails masivos con ppts repletos de fotos de gatos de todas las nacionalidades, así que si reciben un mail de una dirección desconocida, ya saben. Yo no tengo nada que ver.

 [singlepic id=7330 w=625 float=center] Esto para mí es la gloria

 [singlepic id=7317 w=625 float=center] No hace falta decir nada. El gato me está hablando con la mirada.

 [singlepic id=7318 w=625 float=center] Esta foto (se nota) fue sacada en mi mejor pose paparazzi

 [singlepic id=7319 w=625 float=center] Este gatito me persiguió durante un largo rato por las calles de Melaka (Malasia) y cuando le saqué la foto me sacó la lengua y me guiñó el ojo.

 [singlepic id=7320 w=450 float=center] Otro pobre gato que sintió su intimidad acosada por mi cámara

Este post tiene varios invitados. Su identidad será mantenida en el anonimato por cuestiones de seguridad.

Hoy habla acerca de mi amor por los gatos, Jxxn Pxblx Vxllxrxnx del blog “Acróbata del Comino” (comino con O):

[box border=”full”]”Tuve la oportunidad de compartir algunos kilómetros de ruta con Aniko en la provincia de San Juan. Fue algo así como el bonus track rutero de un blogtrip con más confort del que necesitábamos. Aniko, Laura y yo nos habíamos puesto como meta Tamberías, en la cordillera. El pobre ingeniero que nos levantó en la ruta se convirtió en la primera víctima del universo pata para arriba que proponíamos. Cuando viajábamos a dedo, a los conductores les parecía inverosímil que una persona pudiera viajar por el mundo dedicándose a escribir. Pero ahora éramos mayoría. Produce orgullo prestado escuchar de otro las palabras que podrían ser propias. Por eso, cada vez que Aniko afirmaba con toda naturalidad que su oficio era caminar por Indonesia con una mochila al hombro y contarlo, yo sonreía por dentro. Sonreía no sólo por la sorpresa de la audiencia, que no podía tildarla de loca porque éramos tres en la misma, sino porque lo decía con la florida distancia de su acento beatle. Imaginé que en cualquier momento un submarino amarillo llegaría para repatriarla a su propio mundo. Ese mundo donde los gatos se han extinguido, y por eso es necesario censar cuidadosamente y fotografiar a los que han quedado en esta Tierra. Que el mundo haga sus preguntas: Aniko construye su estilo de vida con la misma naturalidad con que acaricia gatos. En Tamberías pululaban cuantiosos felinos, y Aniko corría tras ellos, como siempre, cámara en mano. En ese viaje a San Juan tuve la certeza: si alguna vez israelíes y palestinos firmaban la paz y Aniko andaba cerca, no quedaría registro fotográfico. Seguramente se agachará a acariciar algún gato, llámese Mohamed o Shalom, justo en el momento del histórico apretón de manos.”[/box]

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* Le besé la mano a un filipino por error

En Manila me alojé en un casa de familia a la que caí por un amigo de un amigo de. La familia estaba compuesta por padre, madre, tres hijos y el abuelo (un señor que parecía tener más de 90 años y que no hablaba inglés, a diferencia del resto de los integrantes). En Asia se le demuestra mucho respeto a la gente mayor y es muy común que a los abuelos se los salude de otra forma, haciendo un gesto más cordial que entre personas de la misma edad. En el caso de Filipinas, a la gente mayor (y en muchos casos a los sacerdotes) se los saluda con la tradición del “mano, po”: el anciano o el cura extiende el brazo y deja la mano colgando hacia adelante, medio floja, y la otra persona acerca su frente a la mano y la apoya para recibir una especie de bendición. El problema fue que la primera vez que me encontré ante esa situación yo no tenía ni idea de que hacer porque nunca había visto a nadie hacer algo similar. Estaba sentada en la mesa de la cocina, dispuesta a desayunar, cuando apareció el abuelo (solo), me dijo algo que no entendí, extendió su brazo y dejó su mano colgando muy cerca de mi cara. Sin saber qué hacer, agarré y le besé la mano, como quien le besa los anillos al jefe de la mafia. Al rato, cuando vi a uno de los nenes hacer lo que yo tendría que haber hecho, me morí de risa y de vergüenza por dentro.

Así es como se debe saludar:

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Esto es lo que hice:

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* ¿En qué hotel me estoy quedando?

Esto ya lo dije varias veces pero es para que lo sepan: soy extremadamente desorientada. Si me dejan sola en medio de una ciudad (incluso en Buenos Aires) no tengo idea cuál es el norte ni para dónde tengo que caminar (creo que es una enfermedad). Me cuesta mucho leer un mapa (tengo que girarlo para que coincida con la realidad) y cuando me dan indicaciones me las olvido a los cinco minutos. Pero de alguna manera inexplicable siempre llego a destino.

El día que volé de Buenos Aires a Praga todo pasó muy rápido: yo no había dormido en toda la noche así que estaba medio sonámbula, como era un blogtrip (y todo estaba organizado de antemano) un taxi me pasó a buscar por el aeropuerto y me depositó en el hotel, ahí me recibió el de la oficina de turismo y enseguida nos fuimos a recorrer Praga y no volvimos al hotel en todo el día. Esa noche nos fuimos a ver un show de jazz a un bar; como yo estaba muy cansada dije que prefería volver al hotel a dormir, así que me despedí del resto de los bloggers y me fui del bar. Salí a la calle, caminé unos minutos y ahí me di cuenta de varias cosas: 1. No tenía ni idea dónde quedaba mi hotel, 2. No tenía ni idea de cómo se llamaba mi hotel, 3. No tenía ni idea en dónde estaba parada en ese momento, 4. No sabía cómo hacer para pedir indicaciones (si ni siquiera sabía el nombre del hotel, ¿indicación a dónde iba a pedir?), 5. No sabía cómo hacer para volver al bar donde estaba el resto del grupo (ya estaba perdida), 6. No tenía el número de teléfono de nadie, 7. Los lugares de internet ya estaban cerrados, 8. Había empezado a llover. 9. No tenía un mapa de Praga (tampoco sé si me hubiese servido). 10. No sabía hablar checo. La única palabra que recordé de golpe fue “Wenceslao”: en un momento de iluminación supe que mi hotel quedaba en un lugar llamado Wenceslao así que pregunté y, por suerte, estaba cerca. Caminé y reconocí el hotel por la fachada, pero juro que ese día creí que dormía afuera y que nunca más me invitarían a un blogtrip por tarada.

 [singlepic id=7314 w=625 float=center] ¿Ustedes podrían leer un mapa así? (es el de Kuala Lumpur, capital de Malasia)

 [singlepic id=7287 w=625 float=center] Acá me ven en un pueblito de Vietnam. Como me perdí decidí frenar un ratito a mirar los barcos…

 

Al respecto de mi desorientación (y de otros temas que no vienen al caso) da su testimonio Xndrxs Brxnnxr (también conocido como Xndx Xxldxlxqtdxlx) del blog rajoscopio.com

[box border=”full”] “Lo que nunca vio luz y todos quieren saber sobre el viajar por ahí”

“Nunca me voy a olvidar de cuando Aniko Villalba me robó el protagónico de los extras en una película de Hollywood que se rodó en el Sahara. Eran alrededor de las 15 hs., pero eso realmente no importa. Lo que sí viene al caso en estos momentos es que a pesar de semejante traición, ella sí parece haberlo olvidado.

526 días de masticarme la lengua tuvieron que pasar para que una visita a mi domicilio electrónico me sorprenda con la grata nueva: he sido cordialmente invitado a deslizar, compartir, vociferar y divulgar (según la gravedad de los hechos) lo que nunca vio luz y todos quieren saber sobre el viajar por ahí. Siendo que el correo en cuestión me es remitido por la mismísima susodicha, procedo a cumplir con mi deber, aunque no sin antes preguntarme: ¿habrá pisado Villalba el palito? Pues ya veremos…

Divulgar

¿Cómo hace una chica para viajar sola y a la buena de Dios por tierras desconocidas en donde mi madre, tu madre e incluso la madre de Aniko dirían que “el peligro acecha”? ¿Qué acaso no es eso lo que nos preguntamos todos? Después de dos meses y medio de sorprenderme cada día perdida, desorientada y sin la más remota idea de dónde estaba parada a pesar de que no nos hubiéramos movido más de unas pocas cuadras en pueblitos rectangulares de pocas manzanas que rodean una única plaza central, me di cuenta de que “a la buena de Dios” es la mejor respuesta.

Vociferar

Tal vez la más divertida faceta de Aniko, para quienes viajamos con ella y supimos descubrirla a tiempo, es su destreza acrobática para improvisar saltos ornamentales de pulida ejecución ante sustos de cualquier índole. Tanto el clásico “¡BUUUUUUU!” que emerge inesperado desde las tinieblas de un recoveco cuanto formas más básicas como el lanzamiento simulado de arácnidos al grito de “¡VENENOSA, VENENOSA!”, son infalibles y diversión certera por unos buenos minutos. Así que ya saben: callejones, túneles del SUBTE, la fila de un banco o cualquier otro lugar en donde se la crucen desprevenida, todos ellos son propicios para romper el hielo proponiendo este tipo de interacción. Ojo, estar preparado para un contraataque envalentonado.

Compartir

Otras de nuestras grandes creaciones juntos (además de momentos de viaje épicos) fue la invención del sirenear por la paz. Entusiasta y amante de lo bizarro, Aniko no dudó en sacar servilleta y bolígrafo de su bolsillo ni bien el proyecto se nos vino a la cabeza en una estación de metro de Barcelona. El manuscrito, de su puño y letra, consistía en un manifiesto que, con logo incluido, bajaba línea sobre el bien hacer de “Su Sirenidad Aniko” y “Su Sirenidad Andi”. ¿Una especie de secta? Tal vez. Lo cierto es que hoy en día miles de fotos de la Sta. Villaba en formato sirena alrededor del mundo descansan en la oscuridad de su hard drive. Aunque claro, habría que ver si aguantan de tal manera ante el clamor popular…

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Deslizar

El viajar por ahí, siendo una actividad con la que cuya protagonista involucra 100% su alma aventurera como su pasión, es un menester del cual nunca se sabe qué es lo que devendrá. Y como tal, las historias que depara muchas veces son tan fantásticas como escrupulosas. Un servidor no puede más que simular una amnesia temporaria para con algunas de las más picantes de ellas y cerrar su participación asegurando que sea a la buena de Dios, alterada ante la presencia de arácnidos voladores o entusiasmada ante el más ínfimo grado de ¿bizarrez? dé una idea, siempre va a ser una sonrisa y el dejarse querer por los lugareños los que hagan que el viajar por ahí siga siendo, y por muchos otros posts, un viajar próspero y feliz.

Pd. ¡Devolveme el protagónico de los extras, maldita!” [/box]

post-especial-300-aniko-villalba-2Una de mis primeras fotos en pose de sirena 

 

* Casi me mato dos veces andando en moto 

Lo único que sé manejar con ruedas es una bici. Autos, pf. Para nada. Hay muchos países (especialmente los asiáticos) donde la moto es el medio de transporte cotidiano, así que no quería quedarme con las ganas de subirme a una y dar unas vueltas por ahí. Pero como les dije recién: lo único que sé manejar es una bici. La primera vez que alquilé una motito fue en Colonia del Sacramento (Uruguay) con mi amiga Maru. Al principio no quisieron alquilarnos nada porque no teníamos registro, pero la segunda persona a la que le preguntamos accedió. Lo primero que nos preguntó fue: “Chicas, ¿saben manejar, no?”, a lo que yo respondí: “¡Pero claro! ¡Ps! ¡Por favor!”. La convencimos. Nos dio la llave, nos subimos a la moto, prendí el motor, aceleré demasiado rápido, la moto arrancó de golpe y no salimos disparadas de milagro. Por suerte nos fuimos a toda velocidad antes de que la mujer cambiara de idea. La segunda vez que alquilé una moto fue en Yogyakarta (Indonesia) para poder ir a ver unos templos que quedaban afuera de la ciudad. Me subí a la moto, me puse de conductora (tenía de copiloto a un francés con el que viajaba y que no se animaba a manejar) y arrancamos. “Qué vacía que está la calle”, le dije cuando doblamos por alguna avenida. Acto seguido, vi un malón de motos que venía directo hacia nosotros, de frente y por el mismo carril. No me había dado cuenta de que en Indonesia se maneja del otro lado.

  [singlepic id=7270 w=625 float=center] Con mis amigos en Indonesia

En el próximo bloque, una invitada asegura: “Aniko Villalba es una toquetona”. 

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— Tanda publicitaria (aprovechen para ir al baño) —

  [singlepic id=7266 w=625 float=center] Aniko Villalba come en “TULANG”. Calidad y servicio.

  [singlepic id=7325 w=625 float=center] Me corto el pelo en Salon de Port.
25% de descuento en alisado permanente presentando este post.

  [singlepic id=7324 w=625 float=center] Autobuses Aladdín. Con snack bar y películas de Rambo todo el camino.

  [singlepic id=7295 w=625 float=center] KeKa-GaDa Fast Food Service

– Fin de espacio publicitario –

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Seguimos en el especial: “Detrás de los viajes: El backstage de Viajando por ahí”.

Una de las preguntas que más me hacen es: “¿No te sentís sola cuando viajás? ¿Cómo te enfrentás a esos momentos?”. Y yo siempre respondo otra cosa, cuando en realidad lo que debería decir es:

* Cuando me siento sola entro a un supermercado

Muchas veces me preguntan si no me siento sola cuando viajo sola. Generalmente no: casi siempre estoy rodeada de gente, viajar solo hace que uno esté mucho más receptivo y abierto ante el mundo. Pero hay veces en los que la soledad pega. ¿Y qué hago en esos momentos? Entro a un supermercado. No voy con la intención de comprar nada, lo único que busco es deambular un rato sin tener que pensar demasiado. Los supermercados, por alguna razón, me hacen sentir segura y tranquila. Esto fue algo que hice mucho durante mi viaje por América latina. Después perdí la costumbre (o ya no me sentí tan sola). Pero entrar a un supermercado siempre me parece reconfortante. No me pasa lo mismo con los shoppings.

  [singlepic id=7281 w=625 float=center] Me gusta ver los productos en exposición…

  [singlepic id=7315 h=625 float=center] En realidad lo que más me gusta hacer, en esos momentos de soledad, es comer.

* Soy muy toquetona

No tengo declaraciones al respecto. Dejo que hable Lxxrx Lxzzxrxnx (del blog “Los Viajes de Enema”) una de las invitadas del capítulo de hoy:

[box border=”full”]La primera vez que lo noté estábamos en el Valle de la Luna. Aniko tocaba una de esas formaciones milenarias con una concentración que daba miedo interrumpir. Pasaba la mano con una suavidad propia de quien está prestando mucha atención. Se me ocurrió que a lo mejor entendía de geología más que el resto. En ese momento, apenas si nos conocíamos.

La segunda vez, estábamos arriba de un avión. Debíamos haber estado hablando de cualquier cosa, pero mis ojos se desviaron hacia sus dedos. Aniko estaba palpando una de esas mantitas que reparten las azafatas. Mientras ella seguía hablando, yo no podía dejar de observarla. Es cierto que esas frazadas son muy suaves, pero parecía que ella estuviese leyendo algún código braile impreso en el polyester.

La tercera vez no me aguanté. Estábamos en Portugal y Aniko caminaba muy cerca de la pared, rozando todos los azulejos de Aveiro con la yema de sus dedos. No llegué a increparla. Nuestras miradas se chocaron y empezamos a reír. Anticipando mi pregunta, se defendió, entre risas y vergüenza. “Bueno Laura, ¿qué querés? ¡Me encanta tocar todo!”. Se me despejaba el panorama, claro, pero semejante confesión hizo estallar aún más las risas. Ahí empecé a notar que mientras sus ojos viajan a la par de sus pies, los dedos de Ani bucean otros horizontes. A veces, confieso, me ponía incomoda. “Se mira y no se toca” fue el estandarte de mi infancia, y ser testigo de cómo Aniko iba por la vida rompiendo esa barrera me generaba inquietud. Después pensé en que, siendo hija de una pintora, el pecado era aún más terrible. También lo era su espontaneidad. No le importaba si eran cuadros, azulejos, montañas o gatos. Para completar su percepción, Ani tenía que acariciarlos.

Al final, ella se acostumbró a mis miradas inquisidoras y yo me acostumbre a su desparpajo dactilar. Ella tocó todo un poco menos, yo toqué todo un poco más. Le prometí que nunca iba a contar esto. Y ella me creyó sabiendo que, al final, este día llegaría. Aniko Villalba es una toquetona. [/box]

ani-espejo

Acá la vemos sintiendo la textura de un espejo

  [singlepic id=7303 w=625 float=center] ¿Ustedes no querrían tocar la superficie repleta de cuadraditos de esta pared? Yo lo hice y nadie puede sacarme el recuerdo de los dedos.

 

Frases que me dijo la gente por ahí (o que dije yo, da igual):

Creo que la pregunta que más veces respondí (después del clásico uear-ar-iu-from) es “¿y a qué te dedicás?”. Al explicar mi estilo de vida recibí reacciones y contestaciones de todo tipo. A continuación algunas de las frases más cómicas que me dedicaron al respecto (y al respecto de otras cosas también, porque esto es así: un desorden y una anarquía total).

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1. “Vos tenés la cabeza en un freezer”. Estábamos en un pueblito de la provincia de Buenos Aires, en la casa de una familia, junto con otros amigos viajeros. Cuando le conté a la mujer de la casa a qué me dedicaba, ella me miró con algo parecido a la indignación y su sentencia inmediata e irrefutable fue: “Disculpame, pero vos tenés la cabeza en un freezer”.

2. “You! Very good! Very good!”. Estaba en China, yendo a la casa de mi amiga Journey, pocos días antes de terminar mi viaje por ese país. Eran las 8 de la mañana y estaba haciendo trasbordo del tren al subte, sola. Me senté, acomodé la mochila grande en mis pies, y un chino que estaba sentado cerca mío me vio y enseguida se acercó a hablarme. Como vio que yo no entendía nada me empezó a hacer señas queriendo demostrar (muy exageradamente) su buena onda hacia mí. Cuando me vio ponerme la mochila grande se puso más eufórico todavía: “You! Very good! Very good!!”, me dijo mientras yo me bajaba del vagón y me reía sola.

3. “¡Qué cara de ojete!”, me dijo una vez una moza uruguaya mientras miraba la foto carnet de mi documento. Y tuvo razón.

4. “¿Y qué dice tu psicólogo?”. Esta, para mí, fue una de las frases más célebres que me dedicaron. Estábamos cenando en Sudáfrica, en pleno viaje de prensa, y una de las chicas de la mesa (que no era periodista ni bloguera) me preguntó, al escuchar acerca de mi estilo de vida: “¿Y qué dice tu psicólogo?”. ¡¿Por qué asumen que voy al psicólogo?! ¡No hago terapia! *pone cara de enojada y se va*

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5. “Los llevaría pero estoy cargando 60 pares de zapatos”. Estábamos haciendo dedo a la salida de Mar del Plata. Después de dos horas sin suerte, un auto frenó al lado nuestro, bajó la ventana y nos preguntó a dónde íbamos. “A Buenos Aires”, le dijimos. “Yo también, pero voy muy cargado, llevo 60 pares de zapatos, así que no puedo levantarlos”, nos dijo mientras mirábamos su auto vacío con desesperación. “Si dejan las mochilas los llevo, sino no”. Y arrancó y se fue.

6. “¡Esto es crot trip!” (leer con tono de “This is Sparta!”). Estábamos en pleno crot-trip (la antítesis del blogtrip, es decir, un viaje a dedo, con mochilas sucias de tierra, con carpa, con pocas mudas de ropa y con sandwiches que se comen en la vereda) perdidos en medio del campo bonaerense, buscando la ruta de vuelta a Rauch o esperando que algún auto pasara y nos levantara. Pero no había nadie y Rauch no aparecía. Caminamos durante una hora hasta que se hizo de noche y empezó a refrescar. No teníamos dónde dormir (no había ni espacio para armar la carpa) ni cómo volver. En ese momento, Juan Villarino, uno de los viajeros que formaba parte del grupo, dijo con muchísima emoción, golpeando la suela de su zapato contra el camino de tierra: “¡¡¡Esto es crot trip!!!”. Esto es viajar carajo.

7. “¡Eshte tío es el mejor!”. Intento de chamuyo (levante/seducción) en un boliche (discoteca) de Madrid. Yo estaba con una amiga y se nos acercaron dos españoles. Uno señaló al otro, intentó hacerse el casual y nos dijo, con total seguridad y con intención de “vendernos” a su amigo: ¡Este tío es el mejor! Fue como el clásico “Mi amigo es re simpático” que solía escuchar en los boliches porteños. Después, esa misma dupla nos dedicó más frases como: “Tú no eres Argentina, como mínimo polaca” y “¿Conocen a iaio?” (refiriéndose a Yayo y el Cuarteto Obrero).

8. “¿Y vos qué hacés? Sí, ya se que sos blogger, pero ¿qué hacés?”, me preguntó una vez un señor (no recuerdo su puesto) de una agencia de viajes. Cuando le expliqué, me dijo: “¡Ah! Es la fórmula para sacar viajes gratis: ser flogger” (Flogger con F).

9. “Te llamamos de la Municipalidad para avisarte que el mago y el burbujero están haciendo dedo”. Conversación teléfonica escuchada en un despacho de la Municipalidad de Tapalqué. La chica llamó a una maestra (que tenía que hacer esa ruta en auto) para avisarle que mi novio y Dino (el mago de Magia en el Camino) estaban esperando que alguien los levantara en la ruta (como éramos un grupo de seis nos habíamos dividido para viajar en dos autos).

10. “Alí, bienvenido”. Mi amigo Andi y yo estábamos un poco cansados de escuchar, por vez número mil, el clásico “Bienvenidos” de los marroquíes seguido (no siempre, pero casi) de un pedido de propina por algún servicio no solicitado. Así que un día terminamos de almorzar y, en un ataque de estupidez, envolvimos los platos sucios en el mantel de papel, como si fuese un regalo, y le dijimos (imaginariamente, no en su cara) a Alí (quien nos tenía un poco cansados) “Alí, bienvenido”, mientras le ofrecíamos los platos envueltos.

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11. “¡Aniko, Aniko! ¡Te leemos!”, me gritaron dos chicos desde un auto en Rosario, mientras caminaba por Bv. Oroño. Frenaron al lado mío y, sin bajarse del auto, me sacaron una foto, y uno de ellos me dijo, refiriéndose al amigo: “Tiene que pagarme un almuerzo, porque le aposté que eras vos”.

12. “Where are you from?”, me preguntó un argentino en la calle, pocos días después de mi regreso de Asia, cuando me vio desorientada en busca de la parada del 39. Gran pregunta.

13. “Recto, recto, siempre recto”, nos respondió una señora en Barcelona cuando le preguntamos cómo llegar a la Gran Vía. Repitió su frase unas cinco veces y cuando empezó a cruzar la calle, en dirección opuesta a la nuestra, se dio vuelta y siguió repitiendo su mantra: “Recto, siempre recto”. Parecía la voz de un hada madrina que te da indicaciones cuando más las necesitás. Después, esa frase se deformó y empezamos a usarla para responder todo tipo de preguntas.

14. ” Si mañana se me aparece un marciano y me solicita que le explique cómo es la vida en el planeta Tierra… le daré tu dirección”, me escribió un lector. Ay. *Sonríe y se sonroja*

15. “Querido diario, hoy me quedé dormida”. El segundo día del blogtrip por República Checa me quedé dormida y llegué como 40 minutos tarde. Como viajaba con gente de otros países a la que no conocía me dio un poco de calor haberlos hecho esperarme. Más tarde uno de los chicos, cuando me vio escribiendo a mano en mi cuaderno, puso voz finita y dijo, intentando imitarme: “Dear Diary, today I overslept”. Je.

   [singlepic id=7278 w=625 float=center] Prohibido Trancarolear

16. “¡Dale reina, dale que vas primera!”. Piropo porteño. Iba andando en bici por Buenos Aires y agarré Av. San Juan, que justo estaba vacía. Había un grupo de albañiles trabajando y uno de ellos, cuando me vio llegar pedaleando, me gritó: “¡Dale reina que vas primera!”. Una de las mejores frases que me dijeron.

 17. “No entiendo el cinturón”. Estaba en el auto de unos amigos en Jerez (España) y me llevó unos diez minutos poder ponerme el cinturón de seguridad. Era raro y no entendía cómo iba. Cuando me di cuenta, Andi ya me había filmado en la lucha con la tecnología. El video, si bien es muy divertido de ver, “se extravió” así que “no lo encontré” y “no pude ponerlo en este post”. Una pena.

18. “Vos en diez segundos tenés que mirar todo, viste, y en esos segundos te fijás en las mochilas para ver si son bohemios o son crotos”. Lo que le pasó por la cabeza a un camionero antes de levantarnos en alguna ruta de Buenos Aires. Vio nuestras mochilas y decidió que nosotros éramos bohemios.

19. “Señorita, tiene un moco”. En Costa Rica, mi amiga Belu y yo nos hicimos bastante amigas de un tico al que apodamos Phil (porque siempre se hacía llamar por el apellido y como yo jamás me lo acordaba lo bauticé Phil). Este tico en cuestión, además, nunca dejó de tratarnos de usted (nosotras teníamos 22 años y el tendría 21). Un día estábamos nadando en el mar y en un momento una ola me revolcó; cuando salí del agua Phil me miró y, con mucha seriedad me señaló la nariz y me dijo: “Disculpe, tiene un moco”.

 20. “Anote”. Estaba en un almuerzo (en la casa de los familiares de quienes me alojaban) por el Día del Padre en Bogotá. En algún momento de la charla, le dije a uno de los señores que tomara nota de algo que le iba a decirle a continuación. Me expresé de la manera más respetuosa posible (incluso lo traté de usted) y le dije, como diríamos en Argentina: “Anote”. Y él se empezó a reír a lo loco. Como yo no entendía cuál era la gracia, le pregunté y el me respondió, risueño: “¿Qué me está diciendo? ¿Que tengo un ano muy grande?”. Y ahora cada vez que digo esa palabra me acuerdo de esa situación.

21. “La vida está hecha de historias: grandes, medianas, chiquitas. Puras historias”. Piedad, una de las primas asturianas de mi papá, tiene 89 años y es una de las personas más sabias (y cómicas) que conozco. Ella me regaló muchas frases (algunas muy delirantes), pero está es la que más me gustó. Aunque, mientras escribo esto, me acuerdo de que hubo otra frase que también me quedó muy grabada: Piedad estaba hablando con su prima Sarita (también de ochenta y tantos) y en algún momento de la charla me mencionaron (yo estaba presente), y Piedad dijo, riéndose: “Esta acaba de nacer”.

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[box border=”full”] Sueño suelto: 

Una vez soñé que no sabía en qué lugar del mundo estaba, así que abría Google Maps y ponía “ver mi ubicación”. Pero justo me desperté así que nunca supe. [/box]

En el próximo bloque, otro invitado asegura: “Esta chica le entra al escabio que da miedo”.

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– Inicio de espacio publicitario –

 [singlepic id=7272 w=625 float=center] Cerveza Pinoy

 [singlepic id=7277 w=625 float=center] Peluquería El Chino Contento

[singlepic id=7297 h=625 float=center] El Mundo del Rock&Noodles

[singlepic id=7310 w=625 float=center] Cerámica e inodoros Isi Joum

[singlepic id=7308 w=625 float=center] Escobas Ambulantes (Promoción especial pague 3 lleve 2)

– Fin de espacio publicitario –

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 Experiencias de Couchsurfing y cosas que ni yo sabía de mí

Viajando hice mucho Couchsurfing: es decir, me quedé en casas de familia alrededor del mundo y recibí a viajeros de todas partes en mi casa. Si bien nunca tuve experiencias negativas (excepto una que rozó lo border, con un huésped que tenía Déficit de Atención —que, a todo esto, dicen que es un mito y que no existe como enfermedad— y que casi no se quiso ir de mi casa), viví muchas situaciones bizarras. Una de las más peculiares ocurrió justamente en Buenos Aires y con un amigo argentino, que quién sabe por qué me mandó una solicitud de Couchsurfing cuando lo único que debería haber hecho era pedirme permiso en persona en vez de escribirme vía Couchsurfing y después hacerse el desentendido. Dejo que él cuente la historia.

[box border=”full”]“Esta chica está enferma”

(Por Mxnxxl Gxtxxrrxz Xrxnx, creador de Proyecto Garco)

De todos mis no-viajes con Aniko (hace años que para mí Aniko es Ani, pero desde que la pegó en las redes me resulta mucho más fácil referirme a ella como Aniko (que es su nombre conocido) en lugar de Ani)… como venía diciendo, de todos mis no-viajes con Aniko, porque nunca viajamos juntos, quisiera compartir especialmente el siguiente:

Aniko, todos los sabemos, es adicta a los viajes y, como tal, está enferma, debemos reconocerlo. Comprobé la gravedad de sus síntomas la mañana del viernes 7 de octubre de 2011 cuando encontré un mail de ella confundido entre muchos otros de trabajo.

La noche anterior Ani había presentado, creo que por primera vez, una serie de fotos suyas en formato de exposición en la Universidad Austral. Después de la exposición, varios de los amigos y conocidos nos fuimos a comer unas pizzas y empanadas a su departamento, piso 18 en el barrio porteño de Balvanera. Éramos varios en la casa de la adictaalosviajes. Charla va, cerveza viene, la noche se estiró y con el paso de las horas se fue desatando una tormenta tan furiosa, tan lluviosa, tan escandalosa, tan de otra cosa, que algunos decidimos quedarnos a dormir en el depto.

A la mañana siguiente —el famoso viernes 7 de octubre de 2011— me fui silencioso de la casa. Afuera las calles estaban empapadas y el aire lleno de cafés y medialunas. Ni bien llegué a la oficina, me acomodé frente al escritorio, abrí el Outlook y entre todos los mails de trabajo apareció el siguiente.

De: Aniko Villalba
Para: Mamo
Asunto: Referencia Couchsurfing

Referencia: positiva

Manuel es muy educado. Me ayudó a lavar los platos cuando los invitados se fueron y halagó mi blog de viajes. Cuando se fue dejó el sillón armado. También trajo cepillo de dientes. Lo recomiendo como huésped.

O la otra versión:

Referencia: negativa

Manuel es un desubicado. Apareció en mi muestra de fotos. Vino a comer a mi casa de arriba, se comió la pizza del resto, se río de mis amigos y encima me cagó el baño. Se burló de mi espejo mientras se lavaba los dientes y como estaba tan ebrio quebró en mi sillón. No me quedó otra que alojarlo. Ni siquiera trajo chocolate.

Ni bien terminé de leer su mail, abrí una nueva pestaña y tipié en Google: “amiga adicta a los viajes + deja referencia de couchsurfing cuando parás en su casa + ni siquiera tengo couchsurfing + hospital psiquiátrico Borda”

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Todo lo que dice Manuel es mentira. Yo (Aniko), como huésped, suelo dejar regalitos como este dibujo, cosa que él jamás hizo. Así que procedo a copiar las referencias (injuriantes y falsas, claro está) que me dejó Manuel después de aquel Couchsurfing no oficial:

Referencia: negativa

Aniko demostró ser lo peor de lo peor como anfitriona. Desde el vamos, me obligó a sacarme los zapatos sin siquiera consultarme si quería o no quería hacerlo. Le pedí un asesoramiento para comprar una mac y tardó 15 minutos en completarme la respuesta, despues de que yo mismo tuviera que retomar el tema unas 3 veces. Pretendio que esperara un colectivo a las 2 de la mañana en la esquina con mayor indice de criminalidad de San Telmo, Monserrat, Balvanera y el Bronx.

o la otra versión:

Referencia: Pésima

Aniko quiso acosarme a través de un mensaje privado en Facebook. Durante toda la noche me tuvo tirado en el piso sobre una alfombra llena de figuras psicodélicas (evidentemente esta chica, si se puede llamar chica, toma ácidos y es adicta a las drogas duras). Su departamento está en un piso 18, imposible dormir las noches de lluvia y viento, duelen los oídos. A media noche, cansado de no poder dormir, quise jugar un solitario y me encontré con que el único mazo de cartas que tiene es un rejunte pedorro de naipes aislados sin relación entre ellos. A la noche me anticipó, supongo que en joda, que podía servirme el desayuno cuando me levantara. A la mañana, ilusionado con salir a la calle bien alimentado, abrí su heladera y sólo encontré botellas de agua y una de Absolut (evidentemente, esta chica, si se puede llamar chica, además de ácido le entra al escabio que da miedo). [/box]

[singlepic id=7268 w=625 float=center] Absolut Petrol

 [singlepic id=7323 w=625 float=center] Manuel es el creador de Proyecto Calco (y esta foto la saqué yo en Marruecos)

 

 * Google quiere recoger margaritas

Viajando por China me hice amiga de tres chicas chinas con las que jamás pude hablar. No nos importó demasiado, igualmente viajamos juntas durante tres días y parecíamos amigas de toda la vida: caminábamos del brazo, nos sacábamos fotos, nos probábamos sombreros… Pero había veces en las que necesitábamos hablar y ahí usábamos la ayuda de un traductor de bolsillo o, si teníamos internet, de Google translate. Una vez estaba sentada en mi compu cuando una de ellas se me acercó y me empezó a hablar, pero al recordar que no podíamos comunicarnos agarró mi compu, abrió Google Translate y empezó a escribir en caracteres chinos. Era muy gracioso ver la traducción en tiempo real, ya que los caracteres chinos van cambiando de significado a medida que se le agregan otros al lado, entonces mientras ella escribía, yo leía algo así: “Quiero decirte algo” *ella seguía escribiendo* “Queremos ir a recoger margaritas al prado” *seguía escribiendo* y finalmente: “Nos vamos a comer, ¿venís?”. Me reí mucho pero no pude explicarle por qué.

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Esta edición especial está llegando a su fin, así que para cerrar este capítulo especial:

Cosas que ni yo sabía de mí hasta que empecé a viajar

1. Prefiero la letrina al inodoro. Cuando volví de Asia pensé seriamente en pedir que removieran el inodoro de mi baño y dejaran un agujero en el piso.

2. Hacer trekking me pone de mal humor. Siempre quedo última, siempre me canso antes que el resto y eso me hace putear. Es raro porque me encanta caminar y me encanta la naturaleza, pero el trekking “prediseñado” me exaspera: eso de saber que faltan equis cantidad de kilómetros para llegar es algo que me pone mal.

 [singlepic id=7322 w=625 float=center] Acá me ven con una leve cara de trekking

3. Soy muy poco fina comiendo con las manos. Me enchastro toda, sobre todo cuando como frutas en la calle, como el mango.

4. Me gusta rescatar cosas de la basura. En Portugal, por ejemplo, encontré un paraguas abandonado en un tacho de basura del metro, y me lo llevé. Vino bien porque llovía mucho. En España encontré unas calcomanías y las pegué con orgullo en mi cuaderno (tienen brillito y todo!)

5. Odio el frío y odio viajar a lugares donde hace mucho frío: primero porque me cuesta mucho salir de la cama a la mañana (además me cuesta mucho dormirme con frío), segundo porque se hace de noche muy rápido y siento que no aprovecho el día, tercero porque jamás tuve ropa adecuada para temperaturas extremas y tampoco sé elegirla.

6. Me gusta escuchar conversaciones ajenas y anotar frases sueltas para ver qué se forma.

7. Amo el mazapán. Si hay un premio a la Reina Nacional del Mazapán quiero postularme (siempre y cuando la corona esté hecha de mazapán y me la pueda comer).

8. Me gusta inventar cosas de Argentina. Como en Marruecos, por ejemplo, donde convencí a un marroquí de que en los lagos del sur de Argentina hay sirenas: son mujeres despechadas que prefirieron irse a vivir al fondo de algún lago que seguir en el mundo con los hombres. O como en España donde le dije a un estadounidense que en Argentina hablábamos al revés. Cuándo me preguntó “¿en serio?”, le aseguré: “ís, íS”.

9. No puedo vivir sin alfajores. Eso.

10. Cada vez me da más miedo volar. No me gustan los aviones, son medios de transporte mala onda. Varias veces escribí mi testamento mientras volaba en avión.

11. Le temo con toda mi alma a las sanguijuelas.

12. Amo dos cosas por sobre todas las demás:

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[box border=”full”]Dice mi amiga Xlgx Mxrtxnxxrx:

Viajar por ahí con Ani fue hacer cada detalle vivido más inolvidable que el anterior. Reir de cosas tan inesperadas, admitir que mi adorada amiga es un imán de cosas bizarras, locas, alucinantes. Cómo olvidarme de las peripecias hechas para conseguir un descuento diciendo: “¿Jorge te llamas? Ese es el nombre de alguien que hace rebajas”. Burlarnos de nosotras mismas al vernos estafadas por una paisanita octogenaria que resultó más rápida de lo esperado a 3500 msnm y huyó subiendo una quebrada mientras nosotras la veíamos atónitas y sin aire para perseguirla. Viajar con Ani es encontrar historias -queriendo y sin querer-, es valorar el detalle inesperado, hacer de la casualidad un pequeño destino. [/box]

Y así termina esta edición alfajor triple de Viajando por ahí. Ojalá la hayan disfrutado. No sé si alguien habrá llegado hasta acá o abandonaron en el primer bloque, igualmente: gracias por acompañarme durante estos 300 posteos. Espero que vengan 300 más. La próxima edición especial será para el número 1000. Bah, tal vez festeje el post 500. Y por si querían saber novedades de mi libro (y si no querían también): ya falta muy poco. Lo terminé de escribir hace unas semanas así que estoy buscando imprenta para tenerlo listo antes del 29 de julio (mi cumple). Igualmente los mantengo informados. Cambio y fuera.

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Agradecimientos:

[singlepic id=7269 w=625 float=center] A Maradona, por estar presente hasta en la sopa y ayudarme a generar conversación con gente desconocida en todas partes del mundo.

[singlepic id=7290 h=625 float=center] Al conejo enmascarado, que fue quien me inspiró a levantar mi primer naipe en una ruta laosiana.

[singlepic id=7280 w=625 float=center] A Hello Kitty, por generarme una adicción temprana a los gatos.

[singlepic id=7300 h=625 float=center] A estos cuatro, por creer que pueden llegar a ser remotamente parecidos a Los Beatles.

[singlepic id=7302 w=625 float=center] A este señor, por brindarme el soporte técnico de mi blog.

[singlepic id=7301 w=625 float=center] A los alfajores, por existir.

[singlepic id=7292 w=625 float=center] A internet, por hacer todo esto posible.

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Iba a hacer una sección de

Bloopers

pero no sé si alguien llegó hasta acá y hasta yo estoy cansada, así que les hago un resumen de lo que iba a decir:

– En Penang metí el pie en un pozo, me caí contra el asfalto y me abrí la pera. Tuvieron que darme dos puntos y no me pude reír durante una semana.

– Haciendo sandboard me doblé las rodillas (?) (me las esguincé o algo así)

– Dos veces me vino a buscar una ambulancia. Ambas veces por error. No voy a entrar en detalles.

– En Marruecos me salieron sabañones en los dedos y no pude agarrar la cámara ni escribir durante varios días. Creí que me iban a tener que amputar las manos.

– Me caí al piso más veces de las que voy a confesar (la mayoría de las veces me patiné, otras veces me tropecé y en varios casos me choqué contra personas). Es que a veces me voy volando un poco y necesito que alguien tire de un piolín y me baje a tierra.

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Y para finalizar

No sé quién hizo esto, pero me parece un buen mensaje para cerrar. Si conocen al artista avisen así lo menciono.

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