Lo primero que me llamó la atención de Chengdu —primera ciudad de China que conozco, así que todavía no puedo hablar del país en general— es el tamaño de las cosas: todo es ENORME.

[singlepic id=1975 w=600]

Las cuadras son larguísimas (sospecho que tienen entre 200 y 400 metros de largo), las calles son extremadamente anchas (como cruzar por Av. Libertador o Figueroa Alcorta todo el tiempo), las veredas en sí ya son unas cinco veces más anchas que en Buenos Aires (muy cómodas para caminar, eso sí). Los edificios no sólo son altos, sino que son grandotes, cuadrados, enormes, monumentales. Los templos son impresionantes (los del Sudeste Asiático, un poroto, sin desmerecerlos) y ni hablar de la estatua de Mao erigida en el centro de la ciudad. Los platos de comida “chiquitos” ya son el triple de grandes que cualquier plato que me hayan servido en cualquier país del Sudeste Asiático (o diría del mundo). Los supermercados tienen una cantidad de stock de cada producto que me supera en peso y tamaño (en las góndolas debe haber mil ejemplares de cada cosa). Todo viene en cantidades industriales y en proporciones descomunales. Será que China es así (signo de pregunta).

[singlepic id=1955 w=800]

[singlepic id=1954 w=800]

[singlepic id=1952 w=800]

[singlepic id=1956 w=800]

[singlepic id=1971 h=800]

Ubicarse en esta ciudad no es nada fácil: las calles cambian de nombre a cada cuadra, la numeración no sigue un orden lógico y el mapa hace que la ciudad parezca mucho más chiquita de lo que es. La disposición de las calles es, además, distinta de cualquier ciudad que conocí hasta ahora: visto desde arriba, la ciudad está conformada por cinco círculos concéntricos y callecitas que salen de ahí. Esto hace que me pierda constantemente y que no pueda llegar a ningún lugar caminando.

[singlepic id=1959 w=800]

Chengdu es una ciudad gris en la que el sol no logra traspasar la niebla (¿o la contaminación?) y se ve, de día, como una luna un poquito más amarilla o roja (según la hora). Ver los árboles pelados me hace sentir que a esta ciudad, el invierno le queda bien. Tal vez si hubiese llegado en verano diría otra cosa, pero siento que Chengdu combina con invierno. Es una ciudad que me parece silenciosa: será que al ser tan grande los ruidos se pierden enseguida, o será porque todos andan con motos eléctricas que pasan desapercibidas (no tienen sonido). La gente está en la suya: muchos juegan a las cartas o al mahjong en la vereda, otros escuchan música sentados en las plazas, muchos se van de shopping (nunca vi tan ropa tan linda y TAN BARATA), pero la mayoría vive una vida como en cualquier ciudad: de casa a la universidad o de casa al trabajo. La comida es famosa por ser picante y los programas más populares son sentarse a tomar el té en una “tea house” o ir a comer hot-pot con amigos.

[singlepic id=1953 w=800]

[singlepic id=1964 w=800] Limpiadores profesionales de orejas

[singlepic id=1966 w=800]

Con sus 11 millones de habitantes, Chengdu es una de las cinco ciudades más grandes de China, una de las que tiene mejor calidad de vida y un lugar no demasiado turístico. Muchos usan Chengdu como punto de partida para viajar al Tíbet, o (como yo) para ir a Lijiang, pero no sé si hay gente que viaje exclusivamente a esta ciudad. Sin embargo, como introducción, me gustó.

[singlepic id=1949 w=800]

[singlepic id=1950 w=800]

[singlepic id=1951 w=800]

[singlepic id=1958 w=800] Mezquita con estilo chino

[singlepic id=1957 w=800] Barrio islámico (chinos musulmanes!)

[singlepic id=1960 w=800] El barrio tibetano… me encanta

[singlepic id=1961 w=800]

[singlepic id=1962 w=800] Mujeres conductoras de colectivo!

[singlepic id=1963 w=800]

[singlepic id=1965 w=800] Che Guevara presente

[singlepic id=1969 h=800]

[singlepic id=1972 h=800]

[singlepic id=1973 h=800]

[singlepic id=1974 h=800]

[singlepic id=1967 h=800]

[singlepic id=1968 h=800] Pandas y más pandas