Los Giusiano son seis. Viven en Resistencia (en la provincia del Chaco, Argentina), son argentinos e italianos y se definen como “una familia simple”, una familia como cualquier familia… Pero los Giusiano tienen algo que los diferencia: la locura por viajar. Y cuando se van juntos a recorrer algún lugar del mundo, se convierten en los 6G: un equipo de viajeros donde cada integrante aporta su modo de ser y otorga un ingrediente distintivo y fundamental a esta familia viajera.

Alejandra, la mamá, es maestra jardinera y apasionada por el arte; siempre soñó con tener una familia grande y jamás se imaginó que terminaría recorriendo el mundo con todos sus hijos. Eduardo, el papá, es ingeniero y apasionado por las culturas, la historia y los idiomas; siempre soñó con recorrer el mundo y jamás se imaginó que lo haría con una familia tan grande.

Los viajeritos en el aeropuerto de Sydney

Sofía, la hija mayor (15), viajó por primera vez al cumplir un año: el día de su cumpleaños, los (en aquel momento) “3G” tomaron un avión hacia Israel. Ella es sociable y cautivadora y cumple uno de los roles más importantes dentro del equipo: la comunicación. No importa en qué lugar del mundo estén, Sofía siempre es capaz de romper el hielo y establecer una comunicación con la gente local. El nacimiento de Sabrina (quien hoy tiene 13 años) inspiró a la familia a realizar una de sus grandes aventuras: China, país al que partieron tres días después del primer cumpleaños de Sabrina. Ella es la encargada del diario de viaje y quien le da humor y color a las travesías.

Matteo (9) nació en septiembre de 2001 y, debido a la crisis de Argentina, tuvo que esperar más que sus hermanas para su bautismo viajero. Tras varios años sin grandes aventuras, los “5G” lograron viajar a Estados Unidos y recorrer Carolina del Norte en auto. Tomás (6), el más joven de los viajeros, completó el equipo e impulsó nuevamente las grandes aventuras familiares: cuando cumplió un año y dos meses, los 6G se fueron a Egipto, a Grecia y a Roma.

Los 6G también viajaron por India, Nepal, Australia, Singapur, Tailandia, Laos, Camboya y Vietnam. Y próximamente… planean nuevas y grandes aventuras.

Eduardo aceptó responder a mis preguntas y me dejó un gran mensaje: “Con ellos (los chicos) aprendimos a ser viajeros”.

Los 6G en Katmandu

Los 6G en la India

¿Cómo fue que tomaron la decisión de empezar a viajar en familia? ¿A su alrededor los alentaron o los desalentaron a viajar con chicos?

No fue empezar a viajar en familia sino seguir viajando en familia. El Viajar estuvo siempre en mis sueños y tener una familia con muchos niños en el de Alejandra; el desafío fue tratar de concretarlos en equilibrio.

En un principio todo fue desaliento a viajar con niños. Apenas quedamos “embarazados” de Sofía, frases como “ahora sí olvidate de seguir viajando” entre otras, fueron para mí, más que desmoralizantes, inspiradoras, desafiantes y me motivaron a romper el paradigma de lo “imposible” de viajar con niños. Aquí también comienza a plasmarse lo expresado anteriormente, no era mi decisión sino la nuestra, sin compartir la visión con Alejandra todo lo que vendría después no hubiera sido posible.

El primer viaje de “casi 3” lo hicimos con Sofía en la panza de tres meses, pero el punto de partida emblemático fue el 18 de junio de 1996 el mismo día que cumplía un año y que partíamos hacia Israel. Al viaje lo armamos casi en secreto absoluto para aislarnos de las críticas y malas ondas. Anunciamos el viaje 15 días antes de partir…, al de China 5 días antes…, hoy en día ya no es problema, es más, nos preguntan qué viaje estamos organizando y se decepcionan si contestamos que estamos ahorrando y que sólo vamos a una playa a Brasil de vacaciones…

De todos modos siempre mantenemos cierta reserva. Este “secreto” es casi una tradición y parte de la mística de armar un viaje. Es algo casi increíble ver a los niños mantener el hermetismo, preguntando cada tanto… ¿todavía no podemos contar, no?…cuando respondemos sí, ya lo pueden contar es,  porque no hay vuelta atrás…

¿Qué medio de transporte utilizan durante sus viajes? (¿van de una ciudad a otra en auto, avión, colectivo?)

Nos movemos en todo tipo de medio, de acuerdo a posibilidades, situaciones, disponibilidad, costo, siempre privilegiando lo mas autóctono posible. En los resúmenes de los viajes solemos contar casi en tono de broma en qué nos movimos. Transcribo para que se den una idea:

“Indochina & Australia

Nos movimos en 17 aviones (de todo tamaño y tipo), buses de líneas, buses urbanos, buses chicos, taxis grandes, trenes, monorrieles, ferry, balsa, canoas y botes a motor (varios tipos y tamaños), barco de madera, kayak, carro con caballos, un montón de motos carrozadas (tuc tuc), 5 bicicletas, 2 elefantes y seguro me olvido de algo…”.

¿Cuánto tiempo dura cada viaje que realizan?

Lamentablemente sólo duran semanas (entre tres y seis semanas aproximadamente) por razones de tiempo y recursos. Eso sí, son las semanas más movidas que se puedan imaginar,  las más duras y bellas semanas donde toda la rutina y preocupaciones de la vida normal se diluyen y la adrenalina fluye vertiginosamente enfrentando y disfrutando los desafíos tras desafíos que nos propone esta aventura de viajar en familia a lugares tan maravillosamente diferentes.

¿Se alojan en hoteles o casas de familia?

Nos alojamos en todo lo que se nos presente posible, buscando que sea un lugar limpio y seguro donde reponer fuerzas y reacondicionar el equipo (todo un tema esto) para continuar al día siguiente. Hemos estado en hoteles, casas de familia, pensiones, bed & breakfast. Pero desde que somos tantos, generalmente no nos queda otra opción que hoteles e incluso se nos complica conseguir para estar todos juntos en una habitación, por lo que debemos utilizar un esquema de 3 y 3 siempre un mayor a cargo. Sobre esto último tenemos también planteada la logística de equipo (varones y mujeres).

¿Qué les interesa ver o hacer en un viaje? (entrar en contacto con la cultura del lugar, ver la naturaleza, hacer deportes, etc?)

Sin lugar a dudas lo que mas nos interesa en un viaje es entrar en contacto con la cultura del lugar, “vivir” un poquito de su vida aunque sean minutos, horas o días en algunos casos. Es por eso que nos definimos como viajeros, no turistas, para tratar de ser mas claro transcribo una parte de uno de los tips sobre este aspecto.

El definirnos como viajeros esta relacionado al espíritu y la forma de encarar un viaje, es tratar introducirnos aunque sea por un momento en la vida de ese lugar en el mundo. Es compartir sus costumbres, su contexto, es apreciar y valorar las diferencias, es ser uno más sin dejar de ser uno mismo, es aprender de ellos y enseñar de nosotros. En toda la amplitud que fuere posible desde la simple comida a la religión.

 

Los sentimientos fuertes y verdaderos no se miden por tiempo, hay personas y vivencias que quedan grabados en nuestra mente y corazón por más que haya sido solo un momento… La sonrisa de un niño al recibir su plato de comida en Camboya, el abrazo de despedida fuera de todo protocolo a Subash nuestro ángel guardián en la India, el obligado regateo para todo, las numerosas bendiciones de santones y monjes, la comida familiar en casa de Pototo en Cuba, la alegría de la maestra en la escuela Nubia, el rezo junto a Luckeer en el templo Sikh…”

 

 

 

En un comedor de Camboya

En Egipto

 

 

 

¿Hubo algún país donde les resultó más difícil viajar en familia? ¿Y el país más “family-friendly”?

Se me complica un poco responder esta pregunta de manera pragmática es decir, el definir que este u otro país es más o menos complicado para viajar con niños, cada uno tiene sus aspectos fuertes y débiles. Sí, podríamos decir que en los países con menos infraestructura  o con costumbres muy diferentes a las nuestras, se complica un poco más con los niños a la hora de la comida, en los temas de higiene, etc.  Por dar un ejemplo, en Australia podíamos comer directamente de las góndolas de un supermercado, en la India no encontramos ningún supermercado y toda la comida era extremadamente picante. Ahora, no dudaríamos ni un segundo ante la posibilidad de volver a la India o de seguir explorando países de este tipo.

¿Tuvieron algún problema de seguridad?

Problemas hemos tenido muchos y de diferentes tipos pero gracias a Dios de seguridad casi nada, el único atacado fui yo y en un país del primer mundo. De todas maneras es un tema que tratamos de trabajarlo bajo un esquema de prevención de conflictos y la defensa personal forma parte de nuestro entrenamiento previo.

¿Cómo reacciona la gente local en distintos países al verlos viajando con chicos?

Los niños son el gran diferencial en nuestros viajes, son ellos los que logran en tiempo récord generar vínculos y contacto con la gente y cultura local de manera casi natural. Son ellos los que en sí, nos convierten en viajeros.

La expresiones de la gente al vernos avanzar con los niños (¡ y 4!) es algo que disfrutamos mucho con Alejandra. Principalmente se da en países donde ver una familia occidental con muchos chicos no es algo corriente.

Algunos casos que me vienen ahora a la memoria en este momento:

– En China a veces no podíamos caminar porque el propio turismo interno del país traía a Beijing por ejemplo, gente del interior que jamás había visto niños occidentales, menos bebes, rubias y hermanas (Ley de un solo hijo), todos quería tocarlas, alzarlas, sacarles una foto.

– En la aldea Nubia al sur de Egipto donde una familia nos invito a pasar a su casa nos convidaron agua y compartimos un rato juntos.

– La carita agradecida de los niños del orfanato en Phnom Penh en Camboya cuando les servían la comida.

– La alegría de la familia del profesor de yoga en New Delhi  que nos invitó a tomar el te a su casa.

Encuentros en Egipto

Curiosos en China

Aprendiendo en Egipto

¿Creen que los chicos adquirieron ciertas capacidades o actitudes ante el mundo gracias a los viajes que realizaron?

Estoy seguro de ello, es algo que se va cultivando en ellos por más que sean chicos y que aflora en algún momento. Lo comprobé una noche que volví tarde de una cena de trabajo y mientras tomaba un vaso de agua comencé a leer un escrito de Sofía en ese momento de 13 años que estaba junto a su mochila de la escuela. El  título es “Diferentes ¿cual es el problema…?” no pude contener las lagrimas…  No dejen de leerlo (está incluido al final del post).

Para ampliar un poco más este respuesta transcribo algo mas de los tips de nuestra página:

“Viajar con los niños a lugares tan remotos también suscitó en su momento, una serie de opiniones, juicios, etc. Razón por la cual siempre hemos armado nuestros viajes en el más estricto secreto para evitar tener que dar explicaciones inútiles.

Dentro de la numerosas críticas recibidas al respecto, podemos mencionar algunos “clásicos” como ser: “¿por qué no esperas que sean todos grandes y los llevás en una edad que puedan apreciar más…?”;  “no se van a acordar nada…”;  “pobres chicos a dónde los llevan…”

Sobre esto podemos decir…

Si no hubiéramos aprendido a viajar, primero solos, después con uno, luego con dos y así hasta tener los cuatro… no hubiéramos hecho posiblemente nada…

¿Cuándo es el momento correcto?  Sólo Dios sabe que nos depara la vida, el momento si se puede, es hoy…

No “llevamos a los niños”, hacemos un viaje en familia... Les puedo asegurar que, lo que no recuerdan, les queda grabado en su interior y forma parte de su formación, que aflora en el futuro.

Los lugares remotos y exóticos tienen naturalmente esa maravillosa diversidad natural que brinda a los niños un  espectáculo sin fin a toda hora.

¿Los niños disfrutan el viaje? Miren sus caras en las fotos y no se necesita agregar más palabras.”

Remando en Vietnam

En Vietnam

En Vietnam

En Laos

¿Creen que al viajar con niños cambia la manera de viajar?  En cuanto a la mirada de los lugares, ¿ellos les hacen descubrir cosas nuevas?

Sin ellos hubiéramos sido solo un par de viajeros más, con ellos fuimos algo diferente en todos las aventuras. Son una atracción natural, generan una conexión especial con la gente local, lo que nos permitió en muchas oportunidades disfrutar de ese contacto humano tan especial que no necesita de idiomas y a veces ni de palabras.

Realmente nos abrieron las puertas hacia un estilo de viaje diferente, profundo, inolvidable. Al punto que hoy nos cuesta pensar en viajar sin ellos y cuando lo hemos hecho sentimos que no estamos completos, que nos falta algo.

Con ellos aprendimos a ser viajeros.

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Todas las fotos de este post pertenecen a la Familia Giusiano.

Pueden seguir sus aventuras en www.familiaviajera.com.ar y conectarse con ellos en Facebook: Familia Viajera Giusiano.

[box border=”full” icon=”https://www.anikovillalba.com.ar/imagenes/post-star-ch.gif”]Este post pertenece a la serie Familias Viajeras. Si formás parte de (o conocés a) una familia viajera (o, por qué no, a una “futura familia viajera”), dejame un comentario con tu contacto. ¡Me encantaría compartir tu historia![/box]

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Y comparto con ustedes el texto de Sofía Giusiano, de 15 años:

[box border=”full”]Diferente… ¿cual es el problema?

Toda mi vida, me enseñaron y aprendí, a respetar y a entender a personas diferentes a mí. Me gusta hacerlo. Con personas de una raza distinta, otra cultura o de otro habla. Tengan problemas, o una edad o capacidad superior o inferior a la mía. Sean pobres o vivan bien. Claro que no conozco a ricos ni famosos, solo personas viviendo bien y, en la mayoría de los casos, felices.

Una amistad no tiene fronteras. Los idiomas no pueden separar nada y mucho menos a dos personas, al igual que otro color de piel o el que uno crea en Dios y el otro en miles de Dioses. Es hermoso compartir con gente distinta, reír y jugar con ellas sin importar nada más. El poder escuchar lo que tengan para decir.

La experiencia de la que rescato esta enseñanza es un viaje que hice hace no mucho tiempo y el que pongo como ejemplo para esto que te enseño sobre la amistad. Junto con mi familia conocí la India. De ahí podría contarte miles de historias, darte el nombre de cientos de dioses o mostrarte fotos de los templos y palacios más maravillosos. Pero voy a reparar en la gente. Las personas que conocí en su mayoría son pobres, no tienen un hogar, muchas ni siquiera familia. Pero aunque éramos los seis blancos, rubios y además una familia con muchos hijos (suelen no tener más de uno o dos y nosotros somos cuatro), nos sonreían, se acercaban a conversar con nosotros y nos daban sus bendiciones. Compartían su cultura con nosotros y nosotros la nuestra con ellos.

Nuestro guía y chofer, shubastan, es una persona infinitamente humilde. Nunca nos dejó solos, nos cuidó, nos aconsejó y nunca le importó ¿adivinas qué? Sí, justamente, que fuéramos distintos a él y a su gente. Se encariñó con mis hermanitos: el más chico que le enseñó a cantar la canción de “Indiana Jones” y el más grande que le hacía preguntas todo el tiempo. Apenas habla inglés, así que costaba entendernos. Pero, como ya dije, las lenguas no son un gran obstáculo. Nos mostró cosas de la India que no estaban en horarios o en la agenda de viaje. Conocimos a las personas de la india, las humildes y trabajadoras, diferentes a nosotros en todos los aspectos, que no dudaron en ofrecernos su hospitalidad y de compartir con nosotros.

Algo que quiero que tengas en cuenta con respecto a las diferencias, es que las apariencias engañan. Para eso también tengo un ejemplo. En la India, en una estación de trenes en Agra, un chico de unos diez años que sufría poliomelitis se acercó a nosotros. Lo primero que uno piensa es que quiere pedirte dinero o algo más. Le dimos algo (siempre para comer. Nunca dábamos dinero) y Rayu (así se llamaba) lo empezó a repartir entre otros chicos que pedían. No quiso nada para él, sólo quería saber de donde veníamos, cómo era acá, si nos gustaba la India… sólo conversar y conocernos. Se me parte el alma el acordarme de ese chico, generoso y amable, que se movía por el piso a causa de su enfermedad, sufría, quién sabe si todavía viva. Este es uno de los casos en los que uno no puede entender por qué personas tan buenas, que le vendrían a este mundo como anillo al dedo, sufren tanto, y no se las tiene en cuenta. Lo que trato de decir es que hay personas buenas y malas en el mundo. El medio para reconocerlas es mirando por dentro, no por fuera.

Esto es muy importante a tener en cuenta en todo momento y toda persona. No importan las apariencias, ni los rumores. Sino saber mirar más allá de lo que se ve a simple vista, saber abrir la ventana aunque haya tormenta y poder encontrar buenas personas, un nuevo amanecer, almas puras y corazones de oro, que suelen estar escondidos detrás de muchas máscaras. Todas ellas diferentes.[/box]