—¿Y a vos te gusta viajar?
Le pregunto a Pampa, sabiendo lo que me va a responder.
— Sí, mucho.
—Es lo más lindo que hay, viste.

Le respondo con una sonrisa de complicidad, de viajera a viajero.

 [singlepic id=6662 w=625 float=center] Burbujas en el agua

Mientras Damián le hace una grulla de papel, Pampa nos cuenta que estuvieron en Japón pero que la cultura le pareció bastante cerrada: “Ahí todos se preocupan por no molestar al otro, entonces cada cual está metido en lo suyo y queda mal interrumpir”. De China nos dice que estuvieron poco tiempo, “solamente tres meses”, y que la comida de allá es totalmente distinta a la que encontrás en cualquier restaurante chino de Argentina. Asegura, también, que en Filipinas se come chinchulín como en Argentina. Yo lo escucho atenta, aprendo de su experiencia. Él lleva diez años viajando, yo solamente cinco. Da charlas en colegios de todo el mundo y habla con mucha convicción, se lo nota acostumbrado y cómodo ante el público. Ah, un pequeño detalle: Pampa tiene tan solo 10 años. Es uno de los cuatro hijos de Cande y Herman Zapp, los escritores de “Atrapa tu Sueño”, una pareja (ahora familia) que se dedica a recorrer el mundo hace casi 13 años en su auto Graham Paige (y a quienes les dediqué el primer post de Familias Viajeras).

 [singlepic id=6677 w=625 float=center] Los Zapp

Descubrí el libro de los Zapp en el 2008, poco días antes de salir de viaje por América latina. Recuerdo que entré a una librería de Buenos Aires y lo vi. No tenía plata en el bolsillo, pero tenía una tarjeta de puntos. Cuando pregunté el precio y mostré mi tarjeta ocurrió uno de esos hechos que inocentemente tildamos de “casualidad”: tenía los puntos justos (ni uno más ni uno menos) para canjear el libro. Me lo llevé y dejé que los relatos de Cande y Herman me acompañaran y me fortalecieran durante mi primer viaje sola. Hace pocos meses tuve la suerte de conocerlos en persona: me invitaron a una reunión de viajeros en su casa de Los Cardales y me sentí, por primera vez en mi vida, dentro de una sesión real de Viajeros Anónimos (mi grupo de autoayuda virtual para adictos a los viajes).

  [singlepic id=6674 w=625 float=center] Versión reducida de VVAA (la primera vez que fui éramos como 60 personas)

Esta es mi segunda visita, estamos todos sentados a la mesa, pocos días después de Navidad. Pampa agarra la grulla y la hace volar con su mano. Nos dice que solamente necesita un palito para imaginar que tiene una nave espacial y divertirse durante horas. Al rato nos cuenta acerca de su educación a distancia, de la que se encarga Cande. “Una vez estábamos estudiando Geografía sentados en una roca en la base del Everest. Una de las preguntas del ejercicio era ¿Cuál es la montaña más alta del mundo? ¡Facilísimo! ¡El Everest! ¿Y dónde está ubicado? Acá atrás mío.” Pampa da charlas en colegios desde los 7 años: “Cuando yo doy charlas para otros chicos me prestan mucha más atención que cuando habla papá, se animan a hacerme muchísimas preguntas. Una de las más raras que me hicieron fue si habíamos estado en la Luna”.

 [singlepic id=6667 w=625 float=center] Pampa

Los Zapp derribaron el mito de que “no se puede viajar con chicos”. Ellos, a falta de uno, tuvieron cuatro, todos en el camino y nunca dejaron de viajar. Pampa (10 años) nació en Estados Unidos, Tehue (7) nació en Argentina, Paloma (5) nació en Canadá y Wallaby (3) nació en Australia. Juntos recorrieron América, parte de Oceanía y Asia, y hace pocos días partieron a buscar el auto —que quedó estacionado en Sudáfrica— para recorrer el continente africano.

 [singlepic id=6680 h=625 float=center] Pampa

 [singlepic id=6679 w=625 float=center] Tehue

 [singlepic id=6671 w=625 float=center] Paloma

  [singlepic id=6673 h=625 float=center] Wallaby

Me siento a jugar con Paloma, de cinco años, y no puedo creer que estoy hablando con otra viajerita. Le pregunto si le gusta viajar y me dice que sí. Se los ve felices, cada uno con su estilo y su personalidad: Wallaby es un torbellino de energía, Pampa es lector e intelectual, Tehue es más silencioso y sorprende con su repertorio de risas bizarras y Paloma es una pequeña princesa. Me encanta verlos leer, pintar, cantar, saltar y entretenerse con lo que tengan a mano. Pero lo que más me gusta de haberlos conocido es saber que estos cuatro viajeritos tienen más mundo encima que muchos chicos (y adultos) que conozco, que vieron toda clase de paisajes, convivieron con gente de todas las culturas y que aún así se siguen sorprendiendo con algo tan simple como las burbujas. Siguen siendo niños, a pesar de ser adultos de entre 72 y 240 años en la Escala Philippe.

 [singlepic id=6659 h=625 float=center] Imágenes de la burbujeada

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Y lo que me encanta de haberlos conocido, además, es que me ayudaron a corroborar que las burbujas son algo que va más allá de la edad, del idioma, del lugar: son universales, son mágicas para todos y en cualquier momento de la vida. Ellos, que vieron tanto, me lo demuestran con sus sonrisas, con sus gritos, con sus saltos.

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Después de haber conocido a los Zapp me doy cuenta de lo difícil que debe ser, para cada familia que los hospeda, dejarlos ir. Son una familia encantadora y generan una energía tan positiva y feliz a su alrededor que dan ganas de tenerlos cerca. Así que propongo una reencarnación selectiva: si algún día vuelvo a nacer, quiero hacerlo a bordo del auto de los Zapp. ¡Quiero ser su quinta hija viajerita!

 [singlepic id=6678 w=625 float=center] ¡Gracias por demostrarnos que todo se puede!

[box border=”full”]Pueden conocerlos, contactarlos y comprarles el libro a través de su web: argentinaalaska.com[/box]