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Apenas bajamos del bus y quedamos solos en la estación con nuestras mochilas y nuestras almas sentí como si un árbitro invisible hubiese tocado el silbato para anunciar que empezaba el partido.

Equipos: Andi y Aniko (y todos los viajeros que están por acá) vs. Marrakech

Estadio: Djemaa el-Fna (la plaza principal de la medina) y los souqs (mercados)

Disciplina: lucha libre

Reglas: vale todo

[singlepic id=4383 h=800 float=center] El estadio

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[singlepic id=4391 w=800 float=center] Nosotros (las sombras) vs. Ellos

Después de pasar varios días en la lentitud del desierto, en los paisajes irreales del Todra y en la tranquilidad de Ait Benhaddou, me olvidé de que había ciudades en Marruecos donde el movimiento, el caos, el ruido y las masas de gente eran algo de todos los días. Y al ver (ya desde la ventana del bus) lo que nos esperaba en Marrakesh me sentí un poco agobiada y sin ganas ni fuerzas para enfrentarme a tanta locura.

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Se los voy a decir desde ya: Marrakech no me gustó (ohhh ¡polémica!) y no es un lugar de Marruecos al que quiera volver. La ciudad en sí no me desagrada (tiene lindos rincones, linda arquitectura, bastante arte, lindo paisaje natural de fondo), pero estar en un lugar donde sabés que van a intentar cobrarte de más por todo, donde solamente te ven como alguien a quien sacarle plata (y ni siquiera como a una persona, sino como a un cajero con patas) y donde hay tanta agresividad, acoso y mala onda no es algo que me parezca disfrutable.

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La lucha empezó cuando llegamos a la estación de buses y tuvimos que tomarnos un taxi a la Plaza Djemaa el-Fna (el centro de la medina, donde están los alojamientos baratos). Todos los taxistas nos pedían montos irrisorios, y si les pedíamos que nos bajaran el precio intentaban cobrarnos extra por meter las mochilas en el baúl (¿dónde se ha visto?). Cuando llegamos a la medina sentí que entramos a un gran shopping: todo lo que se veía eran puestos de venta (con sus respectivos vendedores que agitaban los brazos y nos gritaban “ehh! ehhh! ehhh!” o “cht, cht, cht!” para que nos acercáramos) (el truco es no hacer contacto visual con ninguno). Como siempre, nos interceptó un hombre para llevarnos al alojamiento barato de su abuela: el problema fue que nos mintió y nos prometió cosas que después no había —como el bendito wifi— y encima nos pidió propina.

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En la medina de Marrakech —a diferencia de, por ejemplo, la de Fezpermiten la circulación de motocicletas y bicis. Un peligro. Hay que estar tirándose contra la pared constantemente para que no te pasen por encima: los motociclistas van a toda velocidad tocando la bocina y no esquivan a nadie, sino que esperan que los peatones les abran paso. Algunos pasaban tan pero tan rápido que me generaban algo que no hago demasiado: putear. Las medinas, ya de por sí, son caóticas: imaginen calles angostas (tan angostas que no entra un automóvil) llenas de puestitos de venta y de comida, con gente que va y viene, con carros tirados por mulas, con personas sentadas en el piso, con niños jugando a la pelota, con vendedores ambulantes y encima con motos que pasan a toda velocidad. Deberían hacer como en Fez y prohibir los vehículos motorizados.

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[singlepic id=4401 w=800 float=center] Los souqs o mercados

La gente, además, me pareció muy agresiva. Doy ejemplos. En la plaza Djemaa el-Fna está lleno de músicos callejeros, contadores de cuentos, encantadores de serpientes, mujeres que hacen tatuajes con henna, puestos de venta de jugo de naranja, puestos de comida, hombres en carrozas, hombres con monos… Cada vez que un extranjero pisa aquel territorio, las miradas se posan sobre él y todos intentan captarlo para que compre algo. Ese no es el problema, el problema es que algunos hombres, como los encantadores de serpientes, se ponen muy agresivos.

Andi y yo nos pusimos a mirar —a varios metros de distancia— cómo “encantaban” a una pitón y uno de los hombres nos vio y se nos acercó sosteniendo una serpiente con intención de colgárnosla en el cuello para que nos sacáramos una foto. Yo me alejé corriendo y el tipo me persiguió, le dije que por favor se alejara porque no me gustaban las serpientes y él, en vez de respetarme e irse, me puso la serpiente a pocos centímetros de la cara, a lo cual volví a salir corriendo. En ningún momento atiné siquiera a sacar una foto (estaba demasiado asustada), pero el tipo me siguió persiguiendo y me gritó “Give me money for the picture! Give me money!!”. Le dije que no había sacado ninguna foto y llegó a agarrarme del brazo para seguir demandándome plata. Cuando nos fuimos vi que le hizo lo mismo a otra mujer: le puso la serpiente en la cara y ella huyó despavorida.

[singlepic id=4370 w=800 float=center] Algunas fotos de los puestitos de venta que inundan la Plaza…

[singlepic id=4388 h=800 float=center] El vendedor de jugo de naranja exprimido

[singlepic id=4392 h=800 float=center] El que preparaba y servía la harira (sopa) todas las noches

[singlepic id=4393 w=800 float=center] (los de las fotos son vendedores que tenían buena onda, que también los hay)

[singlepic id=4400 w=800 float=center] La oferta de especias (me encantan estas pirámides)

[singlepic id=4431 w=800 float=center] ¿Vendedores de muelas?

Más tarde, paseando por los mercados de la medina, Andi casi se agarra a trompadas con un vendedor. Pasamos frente a una tienda de alfombras, Andi tocó una que estaba colgada en la entrada y el vendedor le dijo lo de siempre: “I have more, come inside just for look”. Él entró y yo me quedé esperándolo afuera. Pocos minutos después vi que el vendedor lo empujaba por la puerta como para pegarle y Andi le decía “What is your problem?! Are you crazy?!”. El tipo se enojó porque Andi no le compró nada y porque, al salir, tocó la alfombra que estaba colgada en la puerta otra vez (Andi, contá cómo fue). Después de esa cuasi pelea seguimos caminando, quisimos sacar una foto de un negocio (de afuera) y salió uno corriendo y nos empezó a gritar “No photo! No photo!” y cuando nos íbamos nos terminó gritando “Fuck you! Fuck your mother!” (¿qué tendrán que ver nuestras madres en todo esto?). No me gusta, toda esta agresividad no me gusta nada.

[singlepic id=4421 w=800 float=center] Por suerte cuando nos alejamos de la parte central (y comercial) de la medina, la actitud de la gente cambió y todo fue un poco más tranquilo…

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Me da pena pensarlo, pero será que cuanto más turística es una ciudad, ¿más agresiva se vuelve su gente? Como los vuelos baratos de Europa llegan a Marrakech, esta es una de las ciudades más turísticas del país. Pero habiendo visto muchos otros lugares de Marruecos, siento que no representa el modo de ser de su gente, sino que es un lugar donde la relación entre los locales y los extranjeros es puramente comercial. Yo entiendo que de algo tienen que vivir, pero en otras partes de Marruecos también tienen que vivir de las ventas y no tratan así a sus potenciales compradores. ¿Por qué será que se genera algo así? ¿Será que la gente de Marrakech se cansó de los turistas, de las fotos, del regateo, de la mala onda (tal vez también) de los visitantes? Para mí, nuestra estadía en Marrakech fue una lucha constante: una lucha para que no nos cobraran de más, una lucha para que no nos pisaran las motos, una lucha para evitar que nos acosaran o nos agredieran. Y en esa lucha ganó Marrakech, que logró sacarme cualquier tipo de ganas de volver.

Pero como todo anverso tiene su reverso, en la medina también encontré rincones y detalles que me gustaron, como estos.

[singlepic id=4440 w=800 float=center] Un puestito matutino de venta de té y sopa

[singlepic id=4436 w=800 float=center] Montañas nevadas de fondo

[singlepic id=4434 h=800 float=center] Mujeres con sus bebés en la espalda

[singlepic id=4420 w=800 float=center] Especias en palanganas

[singlepic id=4432 h=800 float=center] Un jueguito que se las trae

[singlepic id=4414 h=800 float=center] Una mezquita a la que nos dejaron entrar

[singlepic id=4409 w=800 float=center] Un pajarito

[singlepic id=4402 h=800 float=center] Una mezquita (otra) al atardecer

[singlepic id=4381 w=800 float=center] Amiguitas volviendo del colegio

[singlepic id=4379 w=800 float=center] Un señor que me convidó algo de su puestito para que probara

[singlepic id=4371 w=800 float=center] La luz en el piso

Ah, y me olvidé de contarles que en un momento me paré frente a un puestito a mirar cómo hacían una sopa y, de la nada, me cayeron cuatro carteras de cuero sobre la cabeza. Primero me puse de mal humor (¡me dolió!) pero más tarde me reí. Será que esas son cosas que pasan en Marrakech y que, al fin y al cabo, la mejor actitud es reírse para no llorar.

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[box border=”full”] Información útil para visitar Marrakech:

  • Cómo llegar a Marrakech: hay buses y trenes que conectan a la ciudad con la mayor parte de las ciudades del país. Nosotros viajamos desde Ourzazate y el bus nos costó 50 dirham (+ los 5 dirham de siempre por el equipaje) y el viaje duró tres horas. Si van en taxi de la estación de buses hasta la Plaza Djemaa el-Fna no deberían pagar más de 10 dirham por persona.
  • Alojamiento en Marrakech: los lugares baratos están en los alrededores de la Plaza Djemaa el-Fna y cuestan unos 5 euros por persona.
  • Algunos precios de comida en Marrakech (en la Plaza y alrededores): crepe con miel 3.50 dirham, jugo de naranja exprimido 4 dirham, sopa harira 3 dirham, pastilla desde 30 dirham, cous cous o tajine desde 35 dirham, sandwich de carne 15 dirham, pedazo de torta + té de especias 5 dirham.[/box]