I am not your rolling wheels
I am the highway
I am not your carpet ride
I am the sky

(Léase “I am the skaaaaaaa-aaaaa-i”)

Descripción del momento en el que mejor me siento cuando viajo:

Voy sentada en un asiento. Puede estar sucio, roto, destartalado, no me importa, lo único que me importa es que esté ubicado dentro de algún tipo de transporte en movimiento.

Voy apoyada contra la ventana. Puede estar sucia, empañada, llena de tierra, rota, no me importa, lo único que me importa, oh por favor, es que esté abierta.

Me da el viento en la cara. Puede ser viento frío, viento húmedo, viento pegajoso, aire fresco, aire nocturno, aire iluminado. No me importa. Que sea viento y que me dé en la cara, sólo pido eso.

Siento cómo la ruta avanza bajo mis pies. Puede ser una ruta de ripio, de alta montaña, asfaltada, llena de baches, de tierra, polvorienta, puede ser también una vía, incluso puede ser acuática. No me importa, lo que me importa es sentir cómo avanzo, cómo recorro kilómetros y kilómetros de esa ruta a la velocidad que sea.

Por la ventana veo un paisaje. Puede ser un paisaje urbano, un paisaje rural, un paisaje desierto, un paisaje nevado, un paisaje selvático, un paisaje marítimo, un paisaje pelado, un paisaje lleno de cosas. No me importa, no me importa mientras por mi ventana se cuele algún tipo de paisaje, el que sea.

Ese paisaje pertenece a algún país. Puede ser un país lejano y remoto, puede ser mi país. No me importa, no me importa el nombre del país, qué más da el nombre del país, los paisajes pertenecen a nuestro mundo más que a un país.

Esa ruta tiene un nombre. Puede ser la 40, la 66, la Panamericana. Pero no me importa. Qué más da el nombre de la ruta, para mí no existen los nombres ni las rutas, para mí existe La Ruta, esa que voy transitando de a poco cada vez que viajo por el lugar que sea, esa que cubre el mundo entero, que no tiene principio ni fin, que me lleva a cualquier lado, que nunca deja de avanzar, que siempre es una posibilidad, que siempre está ahí, esperándome.

Voy en silencio. Aprovecho para escuchar música, para leer, para tomar apuntes, para mirar a mi alrededor, para mirar a la gente, para hablar conmigo misma, para reflexionar y, sobre todo, para mirar por la ventana.

Y si justo en ese momento en el que voy sentada en un asiento, apoyada contra la ventana, con el viento que me pega en la cara, con la ruta que avanza bajo mis pies, con la velocidad del paisaje que entra por mi ventana y con la música puesta empieza a sonar “I am the highway” de Audioslave (canción rutera si las hay), ya está. Momento Viajero Sublime x 1000. Felicidad total. ¿Qué más puedo pedir?

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Y si, por el contrario, estoy como ahora sentada en mi escritorio, estática, mirando Buenos Aires por la ventana, inmóvil, con la ventana abierta pero sin el viento que me pega en la cara, frenada, y pongo esta canción y cierro los ojos… logro transportarme otra vez a esa Ruta por la que espero recorrer muchos viajes más….

(este tema, en su defecto, también genera el efecto Momento Viajero Sublime x 1000 de Felicidad Total)