[box type=”star”]Este post forma parte de la serie Amigate con Buenos Aires, un intento de reconciliarme con mi ciudad después de dieciséis meses sin verla. Podés leer la serie completa acá.[/box]

Si pudiera elegir un lugar de Buenos Aires donde vivir, sería una casita en algún pasaje de Palermo Viejo. Tendría que ser una casa vieja, con muchas flores en la ventana y con paredes disponibles para intervenirlas. Que sea una Casa Graffiti, un lugar donde pueda convocar a todos los artistas callejeros y decirles: Tomen la pintura, hagan lo que quieran, pónganle color a mis paredes. Y si quieren, organicen recitales, muestras de fotos, movidas musicales. Que sea una Casa del Arte.

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El arte callejero es una de las expresiones que más me gustan: es un arte desinteresado, un arte con el único fin de ser arte, un arte que da color hasta a la ciudad más gris, un arte que expresa la voz de la gente joven, un arte que habla, que grita, que estalla a través de la pintura, un arte que es de todos y de nadie, un arte que no busca quedar bien con nadie, un arte efímero. Por eso siempre me sentí tan bien en Yogyakarta (la ciudad donde viví en Indonesia), porque cada vez que salía por la ciudad y veía los mensajes pintados en las paredes sentía que había una movida joven, que la gente no estaba dormida sino que pensaba, opinaba y se expresaba a través del color. Allá en Asia también encontré arte callejero.

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Hace unos días encontré uno de los cuadernos que escribí durante mi viaje por América latina (2008) y uno de los textos contenía la siguiente lista:

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  • Las cuatro estaciones, ver cómo las hojas van cambiando de color, caen de los árboles, cubren las veredas y hacen ruidito cuando las piso.
  • El cielo azul y despejado [se ve que andaba por lugares medio grises]
  • Salir un domingo a pasear por la ciudad y que todo esté abierto [visité pueblos y ciudades donde los domingos no sale ni el perro].
  • Sentarme en un café con mesitas en la vereda y leer.
  • Viajar en bondi.
  • Sentarme en Plaza Francia un domingo y escuchar a la banda que esté tocando.
  • Saber que todas las noches hay algún evento cultural en algún lugar de la ciudad.
  • Las movidas artísticas, las inauguraciones, las muestras de fotos, las bandas que tocan en los bares, los shows homenaje a algún artista, los recitales al aire libre.
  • Los centros culturales.
  • El arte callejero.[/quote]

El título era Cosas que extraño de Buenos Aires.

En resumen: hojitas de otoño, arte en las paredes, posibilidad de escuchar música en vivo en cualquier lugar y a toda hora. Esa es mi respuesta a la pregunta que siempre me hacen, esas son las cosas que muchas veces me hacen falta cuando estoy afuera. Son cosas que ocurren en todos los barrios, pero que para mí siempre fueron sinónimo de Palermo, tal vez porque, como les dije, crecí y me moví por ahí durante muchos años. Así que mi post de hoy es un homenaje a los colores de Palermo, con pocas palabras pero muchas imágenes.

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