A veces siento que vivo dos vidas. Una, la de viajera que se va sola por el mundo. Otra, la de chica que vive en Buenos Aires. Si bien en las dos vidas soy la misma persona, es como si fueran mundos separados.

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Cada vez que vuelvo de un viaje y me reincorporo a la ciudad de la furia —mejor conocida como Buenos Aires— me cuesta reconocerme como “la viajera”. Voy, por ejemplo, en la Línea E del Subte, miro a la gente a mi alrededor y pienso que hace varios meses las caras que me miraban desde algún tren tenían rasgos asiáticos, hablaban otros idiomas y me traspasaban con esa mirada curiosa y penetrante. Y ahí, mientras recuerdo eso, me pregunto: ¿pero esa era yo? ¿Verdaderamente era yo la que viajaba sola por China sin saber una palabra? ¿Era yo la que usaba gestos para comunicarse? ¿Era yo la que andaba caminando sin rumbo por calles de pueblitos perdidos? Y a la vez, pienso: ¿esta persona que ahora está sentada frente mío se imaginara que soy viajera? ¿Se dará cuenta por mi cara? ¿O seré, simplemente, una porteña más que usa el transporte público para ir hacia algún lugar de su ciudad y de su vida rutinaria? Porque en Asia es obvio que soy viajera, pero en Buenos Aires podría ser cualquier cosa.

 [singlepic id=5684 h=625 float=center] The city of fury!

Cada vez que vuelvo y cuento una anécdota de viajes —cosa que no hago “tanto” porque para eso está este blog— siento que estoy hablando de otra persona, que estoy contando un cuentito que leí en algún blog, protagonizado por una chica que no soy yo. Porque no hay manera de que yo, esa chica tranquila que vivió toda su vida en una ciudad, haya vivido todo eso que estoy relatando. Me causa gracia decir “porque cuando estuve en Laos hice tal cosa” o “en Vietnam conocí a tal persona” o “en España me pasó tal cosa”. ¿Cuándo estuve yo en Laos? ¿Y encima SOLA?

 [singlepic id=5685 w=625 float=center] Aniko en China con mujeres de una minoría… ¿Se fijaron bien para ver si no hay Photoshop de por medio?

 [singlepic id=5690 w=625 float=center] Rodeada de indonesios en un templo. Esto claramente es fotomontaje.

También me pasa cuando expongo fotos y alguien que no me conoce se me acerca y me pregunta: “¿Vos estuviste en todos esos lugares?”. Automáticamente sonrío y digo sí, y por dentro pienso: “¿Yo estuve en todos esos lugares? ¿Realmente fui YO la que estuvo frente a esa imagen?”

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 [singlepic id=5692 w=625 float=center] La evidencia indicaría que esta foto SÍ la saqué yo

Me pasa, también, que la gente me escribe mails y mensajes. Cuando estoy de viaje lo entiendo, me parece incluso lógico: en ese momento soy “la viajera” y todos me escriben mensajes hablándome de viajes, preguntándome cosas, felicitándome por lo que hago. Pero cuando recibo esos mensajes tan lindos estando en Buenos Aires —cuando no soy más que “una chica que escribe”— me siento rara: ¿qué verán en esa “viajera” a la que le escriben? Me encanta pero a la vez siento que la destinataria de esas palabras no soy yo sino otra Aniko que se quedó dando vueltas por ahí.

 [singlepic id=5694 w=625 float=center] Seguro que le escriben a esa chica que se quedó en una mesita de Singapur…

A veces me imagino que queda una Aniko en cada camino que no tomé: una Aniko quedó en África (estaba en Marruecos y se le ocurrió seguir viajando por África), otra quedó en Barcelona (esa ciudad que tanto ama), otra quedó en Asia (tal vez decidió instalarse en Penang, ese rinconcito de Malasia que tanto le gusta), otra está en Buenos Aires (y nunca viajó, nunca se animó a dar el primer paso).

  [singlepic id=5680 w=625 float=center] La otra vive frente al Riachuelo

Esto que me pasa difícil de explicar y me parece que varios deben pensar que tengo algún tipo de esquizofrenia, pero les juro que no. Para tratar de entenderme piensen en esto: ¿alguna vez hicieron algo que jamás creyeron que se iban a animar a hacer? ¿Alguna vez hicieron algo que les parecía ENORME, lejano, imposible? Lo que sea: tirarse en paracaídas, decirle a alguien lo que sentían, irse solos/as a algún lugar desconocido… Si piensan en eso ahora, ¿no se les cruza por la cabeza la frase “No puedo creer que yo hice eso”? Bueno, algo así me pasa. Es como si viviera entre dos mundos, y cada vez que me meto de lleno en uno, el otro me resulta lejano, raro, desconocido. Porque cuando estoy viajando, Buenos Aires me parece un lugar en el que viví durante alguna otra vida…

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 [singlepic id=5682 w=625 float=center] El mundo de Buenos Aires, que conozco bastante bien;

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 [singlepic id=5683 w=625 float=center] y el mundo a secas, ese que voy conociendo de a poco.

Y me pasa algo raro con estos dos mundos (viajes/no-viajes, el mundo/Buenos Aires, viajera/soñadora, nómada/sedentaria): cada vez que entro en uno, es como si nunca me hubiese ido, es como si ese mundo fuese natural para mí, todo fluye normalmente, ninguno me cuesta. Me voy de viaje y estoy en mi estado natural, pero vuelvo a Buenos Aires y es como si nunca me hubiese ido. Cada mundo se maneja con sus propias reglas, en cada mundo tengo una “rutina” (que incluso puede ser la “no-rutina”). A veces esos mundos se mezclan y vivo Buenos Aires como si estuviera viajando y vivo un viaje como si estuviera en Buenos Aires: estoy en una ciudad lejana y desconocida y es como si estuviera en casa, hago una vida tranquila, escribo, me veo con amigos (amigos que tal vez conocí ayer y ya no veré mañana); estoy en Buenos Aires y observo todo como si fuera extranjera, miro todo con sorpresa, quedo cautivada con las luces de calle Corrientes, con las construcciones antiguas de la ciudad, con las ferias callejeras…

  [singlepic id=5679 w=625 float=center] Y me sorprendo con los atardeceres de cualquier lugar…

Me imagino el día que tenga nietos y les cuente: “Porque yo cuando tenía veintipico viajé por todos lados sola, me puse la mochila y me fui por Asia, y en esa época no era como ahora (?)”, y los nietos van a decir: “Uy, la abuela tiene que tomar la medicación, está desvariando de nuevo y se pone a inventar historias”… :D

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Menos mal que escribo este blog y tengo fotos de todo, porque creo que si no tuviera evidencia llegaría un día en el que empezaría a preguntarme si realmente lo viví o simplemente lo soñé.

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