Lluvia de Brujas
Querida Maru:
Últimamente me la paso caminando varias horas por día.
Es mi manera de meditar.
Caminar sola hace que piense mucho y hable poco (o nada, porque sola todavía no hablo, aunque muchas veces hablo con vos, ya sabés…).
Cuando llegué a Brujas llovía.
Por suerte tenía paraguas, aunque fue muy incómodo agarrar el paraguas y sacar fotos a la vez.
Se me congelaron las manos. Me pasa siempre cuando sopla un viento frío. También vi a una monja en una ventana.
Además el lente se me llenó de gotitas y muchas fotos salieron manchadas, como fantasmagóricas.
Pero cuando vi el primer puente sobre el canal me olvidé de todo.
“A mal tiempo, buena cara”, dice el proverbio (¿cliché?).
Brujas también es un cliché turístico (si vas a Bélgica no podés NO ir a Brujas), pero un cliché encantador.
Está todo muy ordenado, muy preparado para el visitante.
A mí me encantó. Sé que a vos también te gustaría.
La caminé con un mapa en la mano (otra cosa que tenía que agarrar: paraguas + cámara + mapa) porque no quería dejar de ver nada.
Aunque esa es una idea ridícula: no se puede ver “todo”.
Para ver todo tendría que golpear puerta por puerta, casa por casa, y preguntar si puedo pasar a darle una miradita al living.
Y aún así, me estaría perdiendo tantas cosas.
¿Es posible conocer una ciudad en su totalidad?
No creo. Debe ser como querer conocer a una persona en su totalidad, y yo no puedo ni conmigo misma.
A la tarde salió el sol.
Mi mapa quedó medio desarmado por el agua, así que lo dejé por un rato.
(Ya sé que me gusta decir que hay que viajar sin mapa y todo eso, pero en Bélgica encontré una colección de mapas hechos por gente local y con tips muy buenos de cada lugar, así que digamos que estuve caminando con un mapa alternativo).
Gracias a mi mapa llegué a los molinos. Me encantaron. Me quedé un rato largo mirándolos.
Gatos no encontré.
Comprobé lo de siempre: te salís un poco del centro turístico y el lugar cambia. Me acordé de cuando fuimos a Ranchos y estaba todo vacío.
Te extraño mucho. ¿No podrás teletransportarte un ratito?
Las callecitas de Brujas también estaban vacías. ¿Por qué no hay turistas caminando por todas partes? A mí no me daban los pies para todo lo que quería recorrer.
Con lo linda que es esta ciudad, vale la pena explorar un poco.
Descubrí que me encanta mirar vidrieras, y acá hay muchas. Como esta.
También me la pasé cruzando puentes y mirando los frentes de las casas. Me gusta imaginar cómo sería vivir ahí.
Sería lindo.
Cuando empezó a bajar el sol me fui caminando hacia la estación de trenes.
Atravesé un bosquecito y me encontré con este árbol.
Me encantaron esas ramas. Me acordé de cuando hice ese test vocacional y me pidieron que dibuje tres árboles.
Uno de ellos fue un palo borracho. Y el otro se salió de los márgenes de la hoja. Me acuerdo de tu risa cuando te lo conté.
Acá hay un montón de bicis. Creo que no vi ninguna que estuviera atada.
Y las casitas son divinas.
Brujas me pareció un lugar mágico. Ojalá algún día lo caminemos juntas.
Un beso desde el otro lado del charco,
A.