Pensamientos en el tren de Barcelona a Lyon
“I have seldom heard a train go by and not wished I was on it.”
Paul Theroux
Cuando el tren sale de la estación Barcelona Sants todavía es de noche. No me hace falta mirar el reloj: sé que son las 7:20 AM en punto. Los trenes europeos —al igual que los japoneses— arrancan en el minuto exacto. Me acomodo en el asiento y miro por la ventana como quien llega al cine temprano: con ganas de que empiece la película. Por el altoparlante nos dan la bienvenida y nos desean buen viaje en español. En unos kilómetros la misma voz pasará al francés con una facilidad que envidio. Estos trenes internacionales son como las radios de frontera en los que los idiomas vecinos se encuentran, se superponen y se separan. Mientras el tren aumenta la velocidad, Barcelona queda atrás, se va haciendo chiquita y se convierte en un punto en el mapa, en la estación inicial de este “viaje en metro” de un país a otro.
Salimos del túnel y pasamos del negro total al azul del principio del día. De repente el paisaje se abre y es como si el tren tomara aire. Entre las ramas de los árboles se empieza a ver la luz naranja: el amanecer está programado para las 7:56. La llegada a Lyon, para las 12:26. Ahora vamos rumbo a Perpignan, en la frontera con Francia. Son un poco más de 500 kilómetros hasta Lyon, cinco horas de paisajes continuos durante las que no pienso dormir. Cada vez que me subo a un tren se me viene a la cabeza la frase que abre el libro “El gran bazar del ferrocarril” de Paul Theroux: “Pocas veces escuché pasar un tren y no deseé estar en él”. Por eso, cuando Omio me propuso tener la experiencia de hacer la ruta de Barcelona a Lyon en el tren de alta velocidad de Renfe-SNCF, todo lo que pensé fue ¿alguien dijo tester de trenes?
Viajo sola. Llevo mi valijita de mano en el asiento de al lado, que está vacío, y armo mi mini-escritorio sobre la mesa. Hace dos días, cuando me preparaba para este viaje en Biarritz, me senté con mis cosas desparramadas sobre el piso de madera e hice una curación de equipaje. ¿Qué necesito para una escapada de tres días, de los cuales pasaré la mayor parte del tiempo viajando en tren? Empaqué mi cuaderno de turno, los lápices de colores, los journals “1 Page at a time” y “642 things to write about” (los lleno todos los días y no quiero cortar la racha) , tres (bueno, cinco) washi tapes cuidadosamente seleccionadas y la cartuchera. Mi kit de entretenimiento offline. Dejé la computadora en casa, por primera vez en mucho tiempo. Hace ya unos años que sueño con irme de viaje largo sin ningún aparato electrónico encima (el síndrome del nomadismo digital, supongo), así que cualquier prueba piloto me viene bien.
Hay algo analógico y hasta retro de viajar en tren, tal vez por eso me gusta tanto este medio de transporte. El tren —a diferencia del avión, que debe ser lo más parecido a una máquina de teletransportación y el transporte que más me aterroriza— me permite ver el cambio de paisaje, el paso de un lugar al siguiente en tiempo real. Como dice el autor de “The idle traveler”: el tren te muestra el backstage de una nación. No es la primera vez que viajo en tren por Europa pero siempre me sorprende lo mismo: que las vías atraviesan lugares por los que no parece pasar ningún otro medio de transporte. De a ratos el tren va paralelo a alguna autopista, pero después se mete por un bosque, va a orillas de un lago, pasa a pocos metros del jardín de un vecino, avanza entre montañas, desaparece en la planicie.
Viajar en tren por Europa me pone en contacto con mi historia: mientras miro por la ventana no puedo evitar pensar en Hungría, en los trenes que tomaron mis abuelos cuando todavía vivían en este lado del mundo, y me pregunto a cuántos trenes de distancia estoy de Budapest. Me gusta hacer de cuenta que tengo un drone mental que sube hasta ver todo el continente desde arriba: en mi imaginación, los trenes avanzan en todas las direcciones como si fueran las venas de Europa, siempre en movimiento hacia algún lugar.
Son las 8:30, ya casi salimos de España. Ayer pasé el día en Barcelona. Si bien ya estuve varias veces en la ciudad (es mi Carcelona), cada vez que voy siento que quiero ver todo otra vez, de cero. Tengo un mapa de emociones de Barcelona tan recargado que me resulta difícil elegir a qué lugares volver. Quise subir al Carmel para tener la vista panorámica pero también hacer zoom y tocar una pared de la Catedral, ir de lo más amplio a lo más específico. Al final preferí aceptar que no iba a tener tiempo para todo y lo dejé a elección de mis pies —o de mi intuición, no sé quién guía a quién—.
Caminé sin mucho rumbo por el Gótico, vi esquinas y rincones que me dispararon recuerdos —me pregunté dónde queda todo lo que vivimos en una ciudad—, sentí el olor a Barcelona que me persigue por distintas partes del mundo —a veces aparece de golpe cuando estoy en otro continente y siento una nostalgia difícil de explicar—. Una pregunta me rondó por la cabeza toda la tarde: ¿Quién sería hoy si me hubiese quedado acá? No qué estaría haciendo sino quién sería, porque creo que en cada ciudad escribimos una historia distinta. A veces pienso que los médicos deberían recetar lugares para cada momento de la vida. ¿Estás triste? Andá a mirar el mar. ¿Tenés nostalgia? Caminá por Barcelona. (¿Barcelona sería como el mejoralito de las ciudades?). Terminé el recorrido a orillas del Mediterráneo: el mar es un imán poderoso. El cielo despejado y los casi 20 grados fueron como un regalo, la tarde entera en Barcelona fue el souvenir que hubiese querido llevarme a casa, si pudiera convertir momentos en objetos.
Ya pasamos la frontera. Me entero porque el jefe de a bordo nos da la bienvenida en francés por el altoparlante. La gente sube y baja en las estaciones intermedias —entre Barcelona y Lyon hay 10 paradas—, en mi vagón no seremos más de 15 personas. Algo que me impresiona de los trenes de este lado de Europa es el silencio. No hay ruido exterior—ese claqueteo típico—, pareciera que el tren flotara unos milímetros por encima de las vías, supongo que es un efecto de la alta velocidad. Adentro de los vagones nadie habla, o si lo hacen, susurran. Se genera como un efecto burbuja de silencio y los paisajes sin gente aumentan esa sensación de que el tren tiene pase VIP a vistas que no estaban destinadas a aparecer en ninguna ventana. Ahora, por ejemplo, vamos paralelo a un lago y no quiero abrir mi cuaderno ni mirar el teléfono porque me da miedo perderme el fotograma oculto de la película. Si pestañeo seguro pasa algo. A muy pocos metros hay flamencos haciendo su vida y pájaros blancos que vuelan en bandada a pocos centímetros del agua.
Mientras avanzamos por Francia pienso en todos los trenes que me tomé durante estos años:
el iniciático, de Uyuni a Villazón, en el que una chica boliviana me tapó con una frazada y me dio, sin saberlo, el impulso para empezar a viajar,
el tren nocturno de Jakarta a Yogyakarta en el que me robaron la cámara y la computadora (spoiler: me devolvieron todo),
los trenes nocturnos chinos con camas cuchetas, en los que dormía con frazada (y el guardia me tenía que despertar para que no me pasara de estación),
el último tren que me tomé en Marruecos, de Assilah a Marrakech, en el que charlé con los canadienses híper organizados y con el señor nacido en un país que ya no existía,
el tren de alta velocidad que me llevó de Barcelona a París por primera vez,
el tren japonés que pasó tan cerca del Monte Fuji,
el tren tailandés que no me pude tomar –porque caí en el scam de una mujer que me interceptó antes de que pudiera entrar a la estación de Bangkok, me dijo que no había más asientos vacíos por no sé qué festividad y me llevó a su agencia para que me fuera en bus—
los trenes de la India a los que algún día me quiero subir (con no más que una mochila de mano de equipaje),
el tren a vapor al que Lau y yo le hicimos dedo en las montañas de Serbia,
tantos trenes internos de pueblo a pueblo, de un punto de una ciudad a otro,
el tren que me llevó de Alemania a Biarritz la vez que decidí volver a Francia para quedarme quieta con L, a quien recién conocía.
Cada tren un micromundo de historias, un reflejo de su país. El tren como un “fast slow-travel”, un medio que me hace sentir que viajo despacio, aunque vaya a 250 km/h. Esa frase tan acertada de “se te pasa el tren”, se te va la vida y si no te apurás te vas a quedar mirando las vías y pensado en todo lo que podría haber sido.
Me levanto y camino un rato por el vagón, quiero ver qué hace el resto de la gente. Algunos miran películas, otros trabajan en la computadora, algunos duermen, escuchan música, leen, miran por la ventana. Cada vez que nos cruzamos con otro tren, siento como un golpe de aire que dura pocos segundos. El sol entra por todos los vidrios, voy desabrigada, como si acá adentro fuese primavera. Nos avisan que faltan unos minutos para llegar a Part Dieu, la estación terminal en el centro de Lyon. El tren desacelera. Me gusta entrar a las ciudades así, ver el paso de los suburbios al centro, tener un trailer arquitectónico desde la ventana. A las 12:26 el tren abre las puertas y todos nos emponchamos. Afuera hace 2 grados.
Paso el resto del día caminando por Lyon. Estuve acá hace unos años, en verano, y verla ahora casi en invierno me hace ser más consciente del paso del tiempo, de los ciclos. Otra vez, como en Barcelona, dejo que los pies me lleven. Camino un rato a orillas del río, cruzo uno de los puentes, me meto en Vieux Lyon, la parte antigua, y subo una escalera. Necesito entrar en calor como sea. Arriba hay un mirador: veo, de fondo, los techos de la ciudad, y en primer plano una chimenea prendida. Si no fuera por el movimiento del humo, la ciudad parece una postal de sí misma. Esa imagen invernal me trae nostalgia por las cenas de Navidad en familia, las caminatas por pueblos nevados, las reuniones en casas de amigos. Vuelvo a bajar al centro histórico y me siento en un café a esperar a un amigo que no veo hace un tiempo. Nos quedaremos charlando, iremos a cenar —Lyon es la capital gastronómica de la capital gastronómica— y nos despediremos hasta la próxima vez que un tren me deje en su ciudad. Mañana me toca levantarme temprano para tomar el tren de vuelta a Biarritz, el hogar que me espera de este lado del mundo.
[box type=star]
Info útil para viajar en tren de Barcelona a Lyon:
- La ruta internacional entre una ciudad y otra la hacen los trenes de alta velocidad de Renfe-SNCF, una alianza entre las líneas de ferrocarril de España y Francia. El viaje entre Barcelona y Lyon es directo y dura 5 horas. Renfe-SNCF tiene al menos cuatro frecuencias por día entre España y Francia y también une otras ciudades como Barcelona-París, Madrid-Marsella y Barcelona-Toulousse. En total conecta 21 destinos de ambos países.
- Los pasajes los pueden comprar con Omio, una app que permite comparar precios de trenes, buses y aviones en trayectos por toda Europa en una sola búsqueda. Además, la app te permite mostrar el pasaje, sin necesidad de imprimirlo.
- Si sacan los pasajes con tiempo (unos meses antes), el trayecto Barcelona-Lyon se consigue desde €39. Este precio incluye el equipaje (los trenes no suelen cobrar un extra por equipaje y se pueden llevar hasta 3 valijas por persona).
- Los trenes tienen enchufes, wifi, mesitas y coche-comedor. Además (para mí una de las grandes ventajas) salen y llegan a estaciones que están en el centro de las ciudades.
- Si bien en el boleto dice que se puede subir al tren hasta 2 minutos antes de su partida, les recomiendo llegar a la estación con al menos 15-20 minutos de anticipación. [/box]
* Este es un post patrocinado. Muchas gracias Omio y Renfe-SNCF por el apoyo durante este viaje. Todas las opiniones expresadas en este artículo son propias.
Me encantó seguir el viaje a través de tu relato, como siempre. A mí me encantan los trenes. Siempre recuerdo la frase que subrayé la primera vez que leí “Crónicas de motel” de Sam Shepard: “Si alguien me lo regalara, viviría en un tren” (y ahora en mi journal actual escribí la que abre este post). Confieso que hasta disfruto el que me tomo a casa, el que sale de Retiro a José León Suárez (es el único que me he tomado de los que salen de acá, no sé si todos serán así, pero es un pequeño placer diario para mí, siempre al lado de la ventanilla).
Igual mi viaje favorito en tren (no tengo muchos de todos modos) fue en Nueva York, desde el Grand Central a Sleepy Hollow. Una locura salir de ese lugar icónico, salir de Manhattan y al rato aparecer al lado del Hudson y con las montañas de fondo, ese contraste tan fuerte con la ciudad que es la capital del mundo. Todo el recorrido al lado del río. Me sentí como describís acá, no podía parar de mirar la ventana, estaba muy cansada tanto de ida como de vuelta sobre todo pero no me quería dormir, era hermoso (de hecho hice tanto ida y vuelta -viaje corto, de poco más de una hora- del mismo lado).
“¿alguien dijo tester de trenes?”, jeje.
Saludos!
Como siempre, me encanta tu post, no sé cómo lo haces pero me teletransporta. Hace unos años viajé a India y recorrí mucho en tren. Te encantaría. Eso sí, nada tiene que ver con cualquier tren europeo. Recuerdo que en cada estación subía gente a ofrecerte Chai, samosas, pakora…que rico estaba todo…y también que en el espacio entre los vagones algunas puertas estaban abiertas, o bien podías abrirlas sin problema, así que podías apoyarte en el quicio de la puerta y disfrutar del paisaje como si te asomaras a una ventana. Inolvidable. Otros viajes en tren que recuerdo con especial cariño fueron en Tailandia y Vietnam…qué paisajes!!!
Aprovecho para hacerte una consulta: dices en otro post que compras cosas de papelería de Japón y te las traen por mensajería. A mi me gusta mucho también, en qué tiendas compras?? Muchas gracias!!
Muy buen relato, se los extrañaba! Gracias por compartir la experiencia, Saludos!
Hace mucho que no te leía. Y decidí leer este, un post sobre lugares que conozco y un medio de transporte que no suelo usar.
Me llegó, me traigas lágrimas a los ojos. No por triste no por feliz, pero por emociones y recuerdos.
Y un poco por envidia. Por esa facilidad que tenés para escribir (o parece); y también por tener esa oportunidad que me encantaría tener pero por la cual no quiero esforzarme: trabajar escribiendo, o viajar esponsoreado por escribir.
Felicidades, gracias por el relato!
que lindo este post! con la descripción de tu experiencia más tus recuerdos
viajé por tu viaje y por los míos en tren hacia unos cuantos viajes atrás.
Después voy a chusmear la app sí es conveniente…
gracias!
¡Gracias por publicar esto! ¡es interesante! ¡Me gusta mucho! ¡Seguiré leyendo tu blog!
Siempre que pienso en viajar, me viene a la mente una frase de mi amado Waldo Emerson, el padre de los americanos; “Viajar es el paraíso de los tontos”, Y yo creo que hay mucho de exhibicionismo y poco de espiritual.
Hace tiempo que no me daba una vuelta por acá. Siempre es un gusto leerte Aniko, si te gusta mucho Paul Theroux, te recomiendo leer el libro El viejo expreso de la Patagonia. Te va a encantar! Un viaje en tren desde Boston hasta Esquel. Cuando visitamos Esquel y vimos La Trochita, fue como conocer a un actor de cine jaja.
Un abrazo!
Es muy lindo leerte Aniko, por favor seguí escribiendo posts! Leer tu blog es como un ritual jaja, no es lo mismo leer en instagram.. Saludos!
… :) … Autorretrato en el tren de la vida … donde sus vías atraviesan lugares por los que no parece pasar ningún otro medio de transporte … y en donde en cada viaje escribimos una historia distinta … ;)
Aniko llegue a tu blog hace un año por q justamente planeaba mi primer viaje sola, llena de miedos por supuesto. Por suerte me anime y claramente fue una de las mejores desiciones que he tomado. A tal punto que este año viajo nuevamente y busque hacer mitad de viaje en familia y mitad sola.
Me animo a molestarte por que no encuentro la info y no me decido a q hacer. Estoy aun ultimando detalles, tengo que hacer el trayecto Paris Barcelona,(para mediados de enero) y aun no me decido si en avion o en tren. Se q hay trenes nocturnos en Europa, pero no encuentro para ese trayecto. Y si fuera un tren diurno no se si vale la pena, o directamente tomarme el avion.
Muchas gracias . ojala puedas orientarme.
Querida Aniko, hace un tiempo que te sigo y es increíble cómo expresas lo que sentimos lo que amamos viajar y cada detalle simple que ello implica. Solamente agradecerte por hacer este gran aporte de felicidad, por incentivarnos y ayudarnos con cada tip de viaje. Gracias.
Saludos
Verónica
Siempre me han apasionado los viajes en tren ya que te ofrece la ventaja que puedes emplear el tiempo en organiza el viaje y disfrutar de todos los paisajes que te ofrece esa ventana sobre vias… Espectacular articulo! Felices fiestas y un año nuevo estupendo!
Muy entretenido e interesante lo que compartes
Gracias por hacerlo
Martin
“Viajar es uno de los mejores caminos para encontrarse a uno mismo.”
Gracias por compartir… Saludos.
Jhon
Me gustó mucho lo que escribiste, además lo haces de maravilla
Gracias
Marta
Fantástico artículo. Completo y hacer que entren ganas de viajar.
Gracias y un saludo
Hola!!
Que chulo este tren, yo no lo cogi nunca todavia, pero suelo frecuentar el de alta velocidad que va a Montpelier porque el viaje desde Madrid en avion es una locura de precio y tiempo, al final merece la pena, cojer un tren hasta barcelona y despues a montpelier
Un saludo y sigue asi!!
Hola Aniko, quería preguntarte, ¿crees que sería muy complicado llevar a cabo un blog a través de una tableta?, pues es el dispositivo que pienso utilizar para mi viaje
Supongo que es posible, aunque yo no sé si podría hacerlo solo desde la tablet… Llevate un teclado!
Muy buena esta página
Que interesante leer este post, es tan diferente entender como funcionan los trenes de otras partes del mundo, los paisajes, las experiencias vividas, en cada relato se puede ver una realidad distinta; es viajar de una ciudad en la que no hay nada a teletransportarnos a lugares donde hay todo, 5 horas de viaje en la que se exploras muchos destinos, muchas culturas, muchos sueños; que interesante conocer la facilidad en tiempos, precios y lugares paratodo tipo de personas que soñamos con tener viajes así.
Me gusto mucho este relato, Excelente post.
voy a empezar a usar mas trenes :)
Esta historia es una crónica más única ya que viajaba por su cuenta, es algo especial y bonito para leer, pero a veces puedo haber hecho algo más entretenido para que no resulte tan aburrida.
Me gustó mucho esta publicación porque incluye fotos, es muy descriptivo, y muestra un antes y después. Buen trabajo!
Esta historia fue muy inspiradora y motivadora garcias a esta abra quiero viajar a Barcelona para conocer este tren y viajar a Francia
Nos encantó la crónica que está increíble entender bien escrita. Con gran nivel de descripción que tampoco excede el limite de entretenimiento. También te enfocaste mucho en el tren que el resto del viaje. La fotografía es increíble con gran detalle del surrounding.
¡Hola Aniko! Un gran post sin duda, aunque me gustaría añadir algunas cosas a tu entrada. Es importante recalcar que la puntualidad de la que hablas únicamente pasa con Ave o los trenes de alta velocidad de SNCF, con los trenes de “media distancia” de Renfe… la puntualidad es muy pero que muy justita…
Ya esta, todo lo demás es impecable. La verdad es que viajar en tren siempre me resulta mucho más placentero que hacerlo en avión. Parece que viajes realmente por placer y sin agobios. Además siempre llegas al centro de la ciudad y no a las afueras. Me encanta hacer las rutas entre Barcelona y Francia, aunque también las rutas entre el País Vasco me resulta muy agradables. Si aún no has tenido la oportunidad de visitar Hondarribia y Hendaya te recomiendo hacerlo, a mi me gusta ir andando desde Irún hasta Hendaya, pillar el tren e ir hasta Biarritz. Sin duda un trayecto muy recomendable. Un saludo, y una gran entrada.
PS… quiero saber cómo solucionaste lo de la cámara y el portátil… seguiré visitando tu blog. Un saludo.
Interesante resumen
Aniko, tu blog me inspiró a viajar en tren. Tu crónica me hizo sentir la emoción que ti tuviste durante el viaje. Me gusto mucho la forma la cual expresas lo que vez y lo que te gusta.
Hola Aniko tu crónica de viaje está muy buena y interesante porque tienes fotos y otras experiencias buenas. Una cosa que me gustaría ver es más detalle sobre tu llegada a la ciudad de Lyon y tu experiencia ahí.
Este blog, nos inspira a pensar en más detalle y apreciar los momentos simples en la vida.
La verdad que es que es un gran artículo. A veces debemos pensar más en esas cosas que parecen pequeñas pero que en realidad son grandes