Desafío Serbia Croacia #7: explorar lugares abandonados
Take nothing but photographs, leave nothing but footprints
(Toma solo fotografías, deja solo huellas)
Uno de los lemas de los exploradores urbanos
No sé cuándo fue que empecé a sentir cosquillas en la panza al escuchar las palabras “lugar abandonado”. Fue mucho antes de ir al castillo de Egaña, una mansión abandonada en el campo de Buenos Aires, de eso estoy segura porque sino no hubiese viajado para allá con tanta emoción. Fue antes de explorar la fábrica abandonada —ahora recuperada y en refacción— de Islandia, antes de encontrar una carta manuscrita de fines del siglo 19 en un pueblo fantasma de Bolivia, antes de formar parte de una movida que llenaba de arte espacios a punto de ser demolidos. Siempre me interesó ver los lugares al natural, sin cirugías plásticas ni maquillaje, por eso me gustan tanto las paredes descascaradas por el tiempo o por la sal (como en Essaouira o Savannakhet), por eso prefiero las ciudades que muestran el paso del tiempo con elegancia, como Budapest o incluso Buenos Aires, y que no lo tapan bajo fachadas pulcras y modernas.
En este viaje —y por este viaje me refiero al que empezó en octubre de 2013, la última vez que salí de Buenos Aires— me descubrí muy urbana. Me gusta la naturaleza, me encanta el mar, disfruto estar al aire libre —aunque después de unos días no sé qué hacer—, pero me llama mucho la atención lo urbano, y no me refiero solo a las ciudades, sino a lo construido por el hombre, lo creado por nosotros, desde un libro u objeto de decoración hasta una fábrica o un castillo. Lo abandonado, entonces, me llama doblemente la atención porque cuenta dos historias: la de su hábitat y la de su abandono. Entrar a un lugar abandonado es como viajar en el tiempo y llegar a un limbo donde las horas dejaron de avanzar y la realidad se congeló. Los lugares abandonados gritan sus historias en silencio.
En este viaje también descubrí que muchas actividades que me gustan son practicadas por grupos de gente en todo el mundo —algunos hasta organizados a través de redes sociales—: el Geocaching es la versión moderna y mundial de la búsqueda del tesoro, el dumpster diving le da una etiqueta a todas esas veces que encontré cosas desechadas en la calle y me las llevé a casa para darles un nuevo uso, el journaling es la actividad de crear o completar journals (mi nueva adicción), el snailmail es el arte de mandarse cartas y cosas por correo postal, el bookcrossing implica dejar libros libres por ahí para que otros los encuentren, el postcrossing es el intercambio de postales con gente de todo el mundo, el housesitting es el cuidado de casas, y así hay muchas actividades más. Y a mí estas cosas me encantan. La última que descubrí, mientras buscaba una lista de lugares abandonados en Serbia y Croacia, fue la exploración urbana.
La exploración urbana —también llamada urbex o UE— comenzó a ganar popularidad en los años noventa: es la exploración de estructuras hechas por el hombre, en general abandonadas o en ruinas. Como cualquier actividad, tiene muchos matices: algunos solo entran a lugares abandonados, mientras otros se dedican a explorar los túneles que pasan por debajo de una ciudad, se meten en las alcantarillas, trepan edificios vacíos o saltan por los techos (existe, se llama ruffing). Lo mío no es tan extremo, a mí me interesa ver y fotografiar los lugares que quedaron inhabitados por distintas circunstancias —en general guerras, emigraciones masivas o desastres naturales— y a los que se puede acceder de manera fácil y segura: fábricas, parques de diversiones, barcos, hospitales, instalaciones militares, hoteles, silos, centros comerciales, pueblos, mansiones. Por ahora no tengo planes de ponerme a saltar por los techos.
Si bien hay exploradores urbanos con intereses y objetivos muy distintos, entre la comunidad existen códigos comunes: el más importante es no vandalizar el lugar explorado, no hacer graffitis y no tirar basura. “Llevarse solo fotografías y dejar solo pisadas”. El objetivo no es destruir ni desarmar, sino observar —o sacar fotos— y dejar todo tal cual para el próximo explorador. Como la actividad roza el borde de lo legal, los exploradores urbanos más puristas solo permiten el tresspassing (la intrusión) pero no están a favor de romper puertas ni ventanas para entrar a un lugar. Si hay posibilidad, nunca está de más pedir permiso, aunque muchos de estos lugares no pertenecen a nadie o no tienen un responsable a la vista. La exploración urbana es una actividad que tiene riesgos, claro: los lugares abandonados no tienen mantenimiento, pueden estar en muy mal estado y tener derrumbes, puede haber presencia de gases tóxicos y puede haber gente non grata, por eso recomiendan no ir solo, llevar agua, linterna, buen calzado y, si es necesario, máscaras de gas y kit de primeros auxilios. Pero, a pesar de los riesgos y leyes, hay algo muy atractivo en estos espacios vacíos de gente y repletos de belleza en decadencia.
Investigando acerca de Serbia y Croacia, antes de viajar, llegué a un artículo que me hizo saltar de emoción: Exploring Ruin Porn in Yugoslavia – Dim The Lights, Shut the Door, del blog Yomadic. Ruin porn es un término que me parece genial y que se usa para referirse a un movimiento dentro de la fotografía que consiste en tomar como sujeto artístico la decadencia de lugares abandonados, como ciudades, edificios e infraestructuras. Lo mismo que la exploración urbana pero con un interés puramente fotográfico. Los países de la ex Yugoslavia, por su historia y sus guerras, están repletos de espacios y monumentos abandonados, muchos construidos durante el socialismo y abandonados cuando el país se desmembró. Enseguida supe que explorar estos lugares tenía que ser uno de los desafíos centrales de este viaje, así que acá les dejo algunos de los resultados de nuestras —ejem— intrusiones.
* La sinagoga de Subotica (Serbia)
Empezamos con algo no del todo abandonado, pero si vacío y fuera de uso: la sinagoga de Subotica (Serbia), en restauración hace varios años. Cuando la vimos desde afuera nos impactó: fue construida por el Reino de Hungría —que formaba parte del Imperio Austro-Húngaro— en 1902 y es el único templo judío de Art Nouveau húngaro que queda en el mundo. En aquella época, la comunidad judía superaba las 3000 personas, pero después de la Segunda Guerra Mundial quedó muy reducida e incapaz de mantener un edificio de ese tamaño. La sinagoga, que había sido construida con capacidad para mil personas, quedó en desuso. Durante algunos años, el edificio fue sede del Teatro Nacional de Subotica, pero después quedó vacío. Durante los últimos años se hicieron varios proyectos de reparación, pero la sinagoga de Subotica es un edificio en riesgo y necesita un programa de restauración urgente.
Quisimos entrar pero vimos que todas las puertas estaban cerradas. Se nos ocurrió rodear el edificio y nos encontramos con dos obreros que estaban descansando a un costado. No hablaban inglés, pero les preguntamos si podíamos pasar, les mostramos las cámaras de fotos y nos dejaron entrar sin problema. Todavía no sé si esta sinagoga es más imponente por fuera o por dentro.
* El Hotel Haludovo en Malinska (isla de Krk, Croacia)
A fines de los años 60, Bob Guccione, multimillonario estadounidense y creador de la revista erótica Penthouse, decidió invertir 45 millones de dólares en una bahía de Krk, una isla de la actual Croacia, porque había tenido una visión que permitiría “contrarrestar los efectos de la Guerra Fría”: su plan era crear un resort de lujo en la costa de Yugoslavia para atraer turistas extranjeros y reconciliar a los bloques enemigos a través de actividades compartidas en el casino y spa del hotel. La paz a través del hedonismo. El timing era bueno: Yugoslavia ya no pedía visa a los turistas extranjeros, el aeropuerto de Rijeka (a 15 minutos) estaba en funcionamiento y no había regulaciones con respecto a los casinos.
El Haludovo Palace Hotel and Penthouse Adriatic Club Casino abrió en 1972. Su arquitectura era modernista y extravagante, quizá la más exagerada dentro de las construcciones socialistas de la región. Tenía playa privada, piscinas, bares, canchas de tenis, bowling, sauna, centro médico, esculturas, alfombras de terciopelo, salones de belleza y una cocina donde se preparaban 100 kilos de langosta por día. Había rumores, incluso, de que una de las piletas se llenaba con champagne. Guccone quería atraer estadounidenses a su resort para que trabajaran con los ciudadanos de un país socialista y así lograr el entendimiento y la paz. En el Haludovo se alojaron políticos y figuras desde Saddam Hussein hasta Tito.
En 1973, un año después de haber abierto, el Haludovo quedó en bancarrota. Y si bien siguió funcionando durante veinte años más, fue cayendo en picada. En 1991, cuando empezaron las guerras yugoslavas, el hotel quedó vacío de turistas y se convirtió en el refugio de muchas familias que escapaban de la guerra. Dicen que cuando la guerra terminó, obligaron a los refugiados a dejar el hotel y muchos se llevaron todas las cosas de valor que pudieron cargar, incluyendo bañaderas. El hotel se privatizó, tuvo malos manejos y quedó oficialmente abandonado a fines del 2002. Hoy, la estructura del hotel sigue en pie, pero el interior está destruido.
Para llegar hicimos dedo desde Kastav, un pueblo cerca de Rijeka, hasta Malinska, en la isla de Krk, unida al continente por un puente. El hotel es fácil de encontrar porque sigue estando señalizado, y como todos los vidrios desaparecieron y no quedan puertas, se puede entrar sin problemas. Adentro hay escombros, vidrios rotos, ascensores caídos, objetos tirados por el piso, menúes y el mar de fondo. Nos encontramos con dos gatos y con dos personas, pero el resto era silencio. Pocas veces quedé tan impactada frente a un lugar en ruinas.
* La bahía de hoteles abandonados (Kupari, Croacia)
Se dice que la bahía de Kupari, sobre el mar Adriático y a pocos kilómetros de Dubrovnik, tiene las mejores playas de Croacia. En los años sesenta, cuando el país formaba parte de la Federación Socialista de Yugoslavia, Kupari se convirtió en un resort militar de lujo que sirvió de lugar de vacaciones para las elites militares y sus familias. Estaba conformado por cinco hoteles: el Goričine, el Goričine II, el Pelegrin, el Grand Hotel y el Kupari. Tito también tenía su casa de vacaciones ahí y además había un camping con capacidad para 4500 huéspedes más. En 1980, el resort se abrió a turistas extranjeros y Kupari se convirtió en uno de los destinos más populares de la costa europea.
Pero en 1991, cuando empezó la guerra por la independencia croata, los hoteles se convirtieron en blancos de los disparos. El resort quedó destruído y abandonado. Hoy, al igual que el Haludovo, las estructuras siguen en pie, pero los interiores están hechos escombros.
La bahía de Kupari sigue siendo una playa popular entre las familias croatas, así que nos fuimos a pasar la tarde ahí y a nadar en un mar turquesa con hoteles fantasmas de fondo. Esto de explorar lugares abandonados se hace vicio, así que ya estoy mirando el mapa para ver si tengo algún otro cerca. O quizá empiece a planear otros viajes teniendo en cuenta estos lugares —vacíos y llenos— que tanto me atraen.
[box type=”info”]Un poco más acerca de la exploración urbana: enlaces interesantes y fuentes de este artículo
* Urbanexplorers.net es una red social de exploradores urbanos. La gente comparte sus hallazgos y hay listas de lugares abandonados en todo el mundo.
* “What are urban explorers?”, un artículo interesante acerca de qué es ser explorador urbano (en inglés).
* Forbidden places: listas de lugares prohibidos y explorables.
* An introduction to urban exploration, un artículo de Digital Photography School, la exploración urbana desde un punto de vista fotográfico.
* Abandoned Penthouse Casino – The Haludovo Palace Hotel – Bikini, Optional, otro post de Yomadic.com con muy buenas fotos.
* Deserted places, blog para los amantes de pueblos fantasmas, edificios abandonados y exploraciones urbanas.
* Messy Nessy Chic, web con un montón de artículos y muy buenas fotos de lugares abandonados por el mundo.
* Balkanist.net, revista online con contenido muy interesante acerca de los Balcanes (el enlace los lleva a un artículo muy completo acerca del Haludovo Hotel).
* [eafl id=”21146″ name=”Access all areas” text=”Access all areas: A user’s guide to the art of urban exploration”], un libro-guía para quienes recién empiezan.
Si van a hacer exploraciones urbanas, siempre piensen en los riesgos y vayan con cuidado. No los incentivo a saltar techos (me quedé mal con eso) ni a trepar edificios, pero sí a mirar los lugares abandonados con otros ojos y encontrar la belleza en lo inhabitado y decadente.
Si conocen otros lugares abandonados para explorar, por favor cuenten en los comentarios. En internet hay un montón de información al respecto, pero quisiera conocer las experiencias personales de ustedes o saber cuáles son los lugares abandonados que tienen en la lista. Yo, por ejemplo, quiero ir a Epecuén, en la provincia de Buenos Aires.
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[box type=”star”]Este post forma parte de la serie Desafío Serbia Croacia, un viaje en conjunto con Lau de Los Viajes de Nena. Nos fuimos tres semanas a Serbia y Croacia con diez desafíos por cumplir, y los estamos relatando en nuestros blogs, yo los impares y ella los pares. Pueden leer el Desafío #8: hacer barcoestop en el blog de Lau. Agradecemos el apoyo de Eurail en este viaje de desafíos.[/box]
Wow ! Muy lindos lugares (que historias interesantes la de los hoteles abandonados) y excelentes fotos !!
Hola Aniko, siempre te leo pero nunca escribo. En este caso me tocaste de cerca porque me encantan los lugares abandonados, y me dejaste con muchas ganas de viajar para allá! (sumadas a las ganas de ir a otro montón de lugares abandonados esparcidos por el mundo)
Yo fui a varios lugares en la provincia de Buenos Aires, la mayoría “chiquitos”. Hay un pueblo que se llama Máximo Fernández, por ejemplo, que solo tiene un par de casas. Creo que hay una habitada pero el resto están abandonadas, y si te metés por la vegetación, hay una capilla a la que se puede acceder.
Fui a Epecuén también y fue una experiencia hermosa. Estaba con dos amigas, y salimos al mediodía caminando para allá desde Carhué, y como las tres sacamos fotos, tardamos un montón de tiempo en hacer los 8 km que hay de distancia y llegamos para el atardecer. Nos quedamos ahí mientras anochecía, y la sensación que me dio fue casi indescriptible. Era estar parada en una calle en el medio de las ruinas, sin nadie alrededor, el cielo azul, todo azul porque se acababa de esconder el sol, y un silencio de muerte que se combinaba con el frío invernal. Fue como salirse del mundo por un rato, no sé cómo describirlo. También fuimos al día siguiente con luz, pero no fue lo mismo. Si vas algún día, ojalá puedas experimentarlo de noche!
Bueno, me quedó un poco largo el comentario pero en fin, quería comentar eso.
Genial el post!
Gracias Gabriela!
Epecuén está entre mis próximos destinos, cuando vuelva a Argentina.
Saludos!
Aniko, que buenas fotos! que mística tienen los lugares abandonados. Definitivamente son fascinantes! Pareciera que en las fotos, pudiste capturar también un poco de ese “pasado” que alguna vez estuvo tan lleno de vida.
Buenisimas! :0)
Me generan mucha curiosidad las casas abandonadas ¿De quién son? ¿Por qué las abandonaron? Hay tanta gente que no tiene donde vivir y estas casas vacías… y cosas así
Mucho tiempo hace desde la última vez que entré a tu rinconcito, Aniko. No debo perder las buenas costumbres! En este caso has tocado una de mis actividades favoritas… explorar lugares abandonados… Tengo buenas historias relacionadas con mi curiosidad (una implicando a militares con M16 tan grandes como mi pierna…). Genial, con muchas ganas de volver a Croacia a explorar los lugares de vuestra aventura!!
Un abrazote!!!
Hola Dani!
jajaj lo de los militares nunca me pasó, ya nos contarás!
Abrazo y buen viaje!
Muy bueno el post, lo leí con ganas de saber mas, atrapante . Exploraste algo que a mi también me gusta mucho y hago en cada viaje. Seguí así, fiel a tus aventuras.
Anyyy! Amo los lugares que han sido abandonados. El año pasado fuimos a conocer en Chile la comuna de Chaitén, el pueblo que sufió al volcán homónimo.
Si bien la gente ha vuelto, hay muchas casas abandonadas tapadas por la ceniza.
Impacta muchisimo los vestigios de la increíble fuerza de la naturaleza.
Hola Aniko!! Una vez más me inspiras el día. Qué hermosas fotografías e historias. Hace poco hablé con un compañero que también tuvo la oportunidad de conocer Croacia.
Esos lugares me conmueven mucho, me parece que tienen tanto para contar; la exploración debe ser muy sensorial.
Sobre Epecuén, yo tuve la oportunidad de ir el año pasado; es un lugar que te penetra los ojos, cuando fui hacia un viento helado y el paisaje surreal, más eso me hizo sumergirme en un estado algo extraño-parecido a tu sensación cuando fuiste a Montevideo-, yo sólo quería tirarme ahí y dormir entre esos árboles tristes.
Aunque parezca raro, fue así. En Epecuén dormí mucho! (: Te dejo una crónica que escribí sobre ese viaje-publicada en mi antiguo blog-, espero te guste.
Saludos desde BAires.
Hola Aniko, sabes que desde los 9 hasta los 14 siempre iba a casas abandonadas, algunas en medio del bosque, otras cerca de mi ciudadela (debo confesar que a veces sí me gustaba romper los vidrios =\ ). Aún me falta el hotel embrujado que está cerca de mi casa. También me metía en túneles y alcantarillas grandes abandonadas. Yo iba en grupo jaja, no sé cómo Laura y tú se atrevieron a ir solas, qué miedo. Gracias a este post me hiciste dar una idea para el viaje que nos espera por Sudamérica, aunque no sé si con Andrea nos atrevamos a ir los dos solos jaja. Saludos!
Siii, vayan, vayan! Siempre con cuidado :)
Aniko, cada vez que te leo o veo tus hermosas fotos siento que estas mostrando exactamente todas las cosas que me gustan y que yo haria en cada lugar que visitas. Es increible la facilidad que tenes de poner a tu lector en el lugar en el que estuviste, gracias a lo que escribis y las hermosisimas fotos. un saludo grande! sos una idola.
Muchas gracias, Matías! Me alegra leer comentarios así.
Saludos!!
Hermoso Aniko. Yo tengo una locura por los lugares abandonados, creo que una de las gran razones porque amo escribir, me da como esa desazon tan poética. Acá en San Fernando, Buenos Aires está el Palacio Otamendi abandonado – es tremendo lugar pero no se puede ingresar, solamente se puede apreciar desde afuera de las rejas como el lugar decae cada día más. Si alguna día viajo por todo esos lados me llevo sin pensar dos veces tu itinerario.
Abrazo enorme.
Hola Aniko!
hace un par de años me metí en el El Hotel Futaleufú, que queda en la Represa Futaleufú en Trevelin, Chubut. Fue impresionante, como estar navegando en otro tiempo, pasando al lado de fogones de 1,70mts de alto, arquitectura setentosa, cocinas inmensas que aún conservaban artefactos enormes, calderas, habitaciones en las que se habían llevado hasta los inodoros, el patio con sus garages de tejas y el viento colándose por todas las puertas y ventanas. Sigue ahí, tengo entendido que nadie lo ha refaccionado (es tan enorme que resulta una carga muy grande para el pequeño municipio de Trevelin y supongo que los inversores privados lo ven como una pérdida de tiempo y plata). Fue construido para los obreros de la represa y luego tomado como retiro de lujo por los militares del último golpe en Argentina (allá por la década del 70). Acá te dejo una notita sobre el lugar: http://www.eldiario.com.ar/diario/interes-general/44159-ya-nadie-visita-ese-hotel.htm
Abrazo desde la Patagonia!
muy interesante, gracias por el dato!
Hola me parece más que bien que viajes, es muy divertido y aprendes de todo, idiomas, cultura, costumbres, un país que me cautivo PRAGA. enigmatico de sobra…
besos mil.
INGRID
Hola Aniko, que interesante post. Recuerdo que de chica me fascinaba meterme en las casas abandonadas de mi barrio, había dos o tres. Recorría, inspeccionaba, miraba sus libros y una vez me llevé Juvenilia de una de ellas… mal explorador…jeje. El año pasado fui a Epecuén y la verdad que es impresionante, el color blanco de los árboles que parecen petrificados, el agua de la laguna que permanece inmóvil, parece que estás dentro de una fotografía estática y en blanco y negro, hasta se respira raro… te va a encantar. Te mando un saludo..
Pd: Ah, estoy fascinada con tu otro blog también, me compré el libro de Keri Smith y me tiene haciendo ejercicios todos los días, de a poco voy reencontrandomé con la escritura que abandoné hace tiempo…. y eso que estudio letras!. Gracias!
Hola Aniko. Muy lindos y atrapantes tus posteos de viajes. Quede fascinada con los que publicas vos, los de Lau y Juan. Los encontré navegando en busca de información sobre los Balcanes. Me encanta viajar y leer cuadernos de viajeros. Y genial porque son argentinos. Es como que tiene otro toquecito, que te identifica ya sea por referencia a lugares o menciones que solo conocemos por códigos e historia los argentos. Y hablando de lugares, pese a que ya ha pasado un año de este post te cuento que soy de Epecuen. Nacida y criada en mi pueblito perdido para siempre. Y te recomiendo que vayas. Es único y especial. Ya otros han hecho hermosas descripciones de Epecuén. Podría decirte muchas cosas de él, pero desde otro lugar, del lugar de una pobladora que no pudo volver nunca mas a recorrer sus lugares, sus calles ni su propia casa. Me faltaban cuatro meses para recibirme (estaba estudiando en La Plata) cuando se inundó en el año 1985, (hecho que no fue por casualidad sino por la impericia y desidia de los gobernantes) Y me quede sin lugar adonde volver. Y me vine a vivir a la hermosa provincia de Misiones. A la que adopte y quiero. Actualmente en Puerto Iguazú, (lugar en el que coincidentemente parece que vivió Lau, la nena) Por los datos que te tire, quizas puedas colegir que no soy joven. Y obviamente no viajo ni viajare de la forma que ustedes lo hacen. Igualmente me fascinan sus experiencias. Lo mas loco y aventurero que he viajado, fué ir a Machu Picchu en tren, desde Buenos Aires. Y muchos años después en 4×4 desde Posadas a Lima – Peru. Y me debo el sueño de recorrer America con ese medio de movilidad. No quiero importunar mas. Sigan viajando, ahora soy seguidora de ustedes por las redes sociales. Y ojala puedas ir a Epecuen. Para los que vivimos ahi, lugar unico, que amamos y nos duele. Abrazos. Patricia
Hola Patricia,
Wow, gracias por compartir tu historia. A veces me olvido de que en los lugares abandonados alguna vez vivió gente, y que quizá esa gente perdió su hogar. Tengo muy pendiente ir a Epecuén, espero hacerlo en mi próxima vuelta a Buenos Aires. Gracias!