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Hola todos, me llamo Aniko y soy adicta a los viajes.

Vengo acá porque ya no sé con quién hablar. Hace veinte días toqué fondo. La abstinencia me estaba matando, me sentía mal, me dolía la cabeza, me iba a dormir a cualquier hora, todo me parecía gris… Así que tuve que hacerlo. Una noche estaba chateando con mis amigos bloggers de viaje (sí, porque ahora la mayoría de mis amigos son bloggers y/o viajeros, y con casi todos chateo porque somos muy geeks) y alguno (puede que haya sido yo, puede que no, aunque yo siempre hago estas cosas) propuso aprovechar el feriado del 9 de julio e irnos de viaje todos juntos. Tiramos ideas, alguno dijo Mendoza, otro dijo Uruguay, alguien dijo Tandil. Finalmente decidimos que lo mejor era ir a Uruguay, y la charla siguió así:

(Pongo las iniciales de los involucrados para proteger su intimidad, aunque estoy segura de que cuando lean esto se van a sumar al grupo V.A., que by the way, tiene mis iniciales invertidas)

M:

definamos fecha

S:

Dale 

Aniko:

yo me puedo ir YA

jajajaaj

los espero allá

internada en cabo polonio

vamos lo antes posible

yo necesito mi dosissss (de viaje)

estoy sufriendo la abstinencia

M:

la idea sería el Viernes 6/7 al 9/7

hay precio en la web de colonia desde 98 pesos ARGENTINOS

Aniko:

no pueden quedarse más?

esaaaa

compremos yaaa

M:

salida 9hs y regreso 20:45hs

por si se quiere aprovechar al máximo

S:

Na recien veo q tengo mesa en uade

El viernes

Pero tipo 13 estoy off

Aniko:

yo salgo a las 9

ya fue

pasá el link

así comprooo

S:

Pará nena

Aniko:

jajajaja

me voy igual

si no vienen

S:

Viajandorapidoporahi

JP:

tiene abstinencia!

Aniko:

jajajaja

viajandoporahiconabstinencia

M:

se puso loooooca

Aniko:

no puedo más

no puedo máaaaaasssshfjdhsfjdhsjk

S:

Ponganle clase turista o discovery a ver si se calma

Aniko:

pasame la jeringa que me inyecto un pasaje

M:

na, a todos nos pasa igual

S:

Easy easy aqui tenes una lonely planet

M:

no puedo ver la torre eiffel… no puedo ver nada de Europa que me pongo mal

bueno, me voy a cenar…

me avisan lo que definieron

S:

Aniko ya viajó, esta escribiendo desde el bote

Aniko:

JAJAJJA

transmitiendo en vivo desde el colonia express

ya estoy en pto madero

S:

Bue loco este foro es un quilombo

Aniko:

jejejej

me cago de risa

bueno, vamos?

compramos?

(…)

COMPROOOO

yo me quedo más días

voy con uds y me quedo

estoy sacadaaaaa

S:

Conozco un grupo de gente que te puede ayudar

Aniko:

jajajaja

S:

Los bloggeadores

Aniko:

Viajeros Anónimos?

S:

No, los simuladores del blog

Aniko:

jajajaj

vienen acá y me hacen creer que en realidad estoy de viaje?

me despierto con la casa escenografiada con escenas de machu picchu y la polinesia?

S:

Claro, arman un escenario distinto de tu casa todos los dias

Aniko:

qué lindoooo

S:

Con gente, comida, ruido y olores. Todo el combo

Aniko:

bueno comprooooo ya

no saben la alegría que siento en este momento

me quedo en uru después así que no vuelvo con uds

S:

Jaja, drogonaaa

(de viajes)

Aniko:

siiiii

estoy felizzzz

en un mes estaré en uruguay

listoooo! compré para el 6 a las 9 am

SOY FELIZ

[singlepic id=5372 w=625 float=center] Colonia, allá voy

No pude evitarlo. Una cosa llevó a la otra. Estaba a un click del desastre, y lo hice: compré un pasaje por internet a Colonia. Intenté contenerme pero no pude. Venía bien, casi dos meses sin viajar, pero fue más fuerte que yo, estaba cegada por la abstinencia así que lo compré de una, sin pensarlo. Y lo peor es que ni siquiera respeté la fecha establecida: la idea era irnos todos juntos por cuatro días y yo saqué pasaje para irme 15. Y si saqué ida y vuelta es para estar, por lo menos esta vez, en el cumple de mi hermana. Si no capaz que ni volvía.

[singlepic id=5374 w=625 float=center] Vuelvo por ella :)

El clímax de esa noche fue cuando recibí la confirmación de la compra por mail. Me puse a saltar. A cantar. A gritar. No podía parar de sonreír. Casi lloro y todo. De repente todo dejó de importarme: lo único que sentía era la felicidad de saber que se aproximaba un nuevo viaje (aunque faltara un mes). Ahí fue cuando me di cuenta de que necesitaba ayuda, de que mi adicción había ido demasiado lejos, de que estaba (estoy) atrapada en las garras de los viajes. Pero no quiero dejarlos. No puedo. Ya son parte de mi vida. Además tener un blog de viajes no ayuda: es como ser adicto al chocolate y tener una bombonería. Toda mi vida ronda alrededor de los viajes.

[singlepic id=5357 w=625 float=center] Viajes en 202

[singlepic id=5378 w=625 float=center] Viajes en burbuja

Cada persona que conozco me habla de viajar. Me invitan a la radio y me entrevistan acerca de mis viajes. Me invitan a la tele y me entrevistan acerca de mi blog (de viajes). Los lectores me escriben mails hablándome de viajes. Me invitan a tomar cafés y hablamos de sus futuros (o pasados) viajes (y a mí me dan más ganas de viajar). Escribo notas para revistas acerca de viajes (lo cual hace que vuelva a viajar a través de las fotos y de las palabras). Tengo una columna de viajes en un programa de radio. Leo literatura y revistas y blogs de viajes. Veo películas de viajes. Escucho música que me transporta a momentos vividos en mis viajes. Me voy a La Plata y hago de cuenta que estoy viajando al exterior (estoy muy mal, claramente). Hago muestras de fotos de viajes. Sueño con viajes. Si no hablo de viajes me aburro. Hasta me deprimo. Además la gente me ve e inmediatamente prende su switch viajero y me habla de viajes. Debo tener un cartel pegado en la frente: VIAJERA. Si cada persona tuviera un hashtag en la vida real, el mío sería #viajes (y soy tan geek que hablo de hashtags en la vida real, pero eso tengo que ir a tratarlo a Ciberadictos Anónimos). Siento que todos los caminos (y todas las personas) me conducen a un viaje.

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[singlepic id=5354 h=625 float=center] y cada viaje me conduce de vuelta a Buenos Aires…

Cuando recién empezaba a “ser viajera”, cada vez que volvía a Buenos Aires la gente me preguntaba “Y… ¿ya está, no?”, como diciéndome “Ya te sacaste las ganas de viajar, me imagino”. No, cómo explicarles que no, que son ganas que no se van a terminar nunca. O me decían “Hacelo ahora que podés, después viene la familia, las obligaciones, los ruleros, te vas a poner vieja (de “vieja” a “viaje” hay dos vocales invertidas, les cuento), no vas a querer viajar más”. Imposible. Cada vez quiero más. Dudo que pueda frenar. Por eso acepto —hoy 21 de junio, formalmente y frente a este grupo— mi adicción incurable a los viajes. Y confieso también que me volví una fundamentalista de los viajes como educación para la vida. Creo que debería haber una ley mundial que obligue a todos los habitantes de la Tierra a viajar durante un año de sus vidas. Al terminar el colegio, por ejemplo. “Según la Ley V.I.A.J.E.” en algún momento de tu vida te va a tocar y no te va a quedar otra que viajar: como un servicio militar obligatorio pero sin la parte de militar. Un ejército de viajeros. Creo que todos nos conoceríamos muchísimo más (a nosotros mismos) y veríamos el mundo de otra forma, habría menos prejuicios, menos guerras, más felicidad, más entendimiento. El mundo sería un poquito mejor si todos nos dedicáramos, por lo menos durante unos meses de nuestras vidas, a ver y entender cómo viven otros en otras partes del planeta.

[singlepic id=5373 w=625 float=center] Con Alí, un amigo nómada, en el desierto, sacándonos fotos

[singlepic id=5379 h=625 float=center] Mirando el mundo por la ventana…

[singlepic id=5380 w=625 float=center] Así deberíamos ver el mundo, con asombro

[singlepic id=5359 h=625 float=center] En este mundo hay de todo, y hay niños que se hacen los cancheros, como él (muy simpático con su chupete)

[singlepic id=5386 h=625 float=center] Y chicas que se esconden…

No sé si a ustedes les pasa, pero no hay cosa que me genere más rabia que la frase “Bienvenida de vuelta a la realidad”. Es lo que me decían (ahora cada vez menos) muchas personas cada vez que volvía a Buenos Aires después de un viaje. Es la típica frase que sólo es capaz de decir un no-viajero, porque cualquiera que haya viajado sabe que la realidad no es (solamente) esta, que la realidad está allá afuera, en cada pueblito, en cada islita, en cada ciudad, en cada mirada, en cada persona que muestra su lugar a través de sus ojos. La realidad es el mundo entero. La realidad no puede ser solamente Buenos Aires (o la ciudad desde la que me estén leyendo), es muy egoísta creer que la realidad se puede reducir solamente a lo que nos rodea. La realidad es que en este planeta convive gente que vive de mil maneras distintas (y no solamente de la manera que nosotros conocemos y que creemos “única” o “mejor”), todas igual de válidas, pero distintas. Cada vez que veo que muchas personas siguen rigiendo su vida en base al consumo, al querer más para comprar más, al comprar más para ser “más felices”, me desespero. ¡No! ¿no ven que nadie se va a la tumba con objetos? ¿No ven que no importa quién tiene el auto más nuevo, la casa más grande, el sueldo más alto? ¿No ven que tenemos muchísimas menos necesidades de las que nos hacen creer? ¿No se dan cuenta de que lo único que hay que coleccionar en esta vida son momentos? ¿No escucharon esa frase tan sabia que dice “Travel is the only thing you buy that makes you richer”? ¿No ven que lo más valioso son los sentimientos, la conexión con el otro, la felicidad?

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Hace unos meses empecé a sentir que generé un monstruo, que creé algo que creció tanto que ya me supera, que va más allá de mí. Este blog ya no es solo mío, porque ya no soy la única que lo lee ni la única que viaja a través de él. Lo que me parece más loco es que ahora, cada vez que vuelvo a Buenos Aires, la gente que me conoce me pregunta “¿Cuándo te vas?” (en vez del ya pasado de moda “¿terminaste de viajar, no?”). Mi respuesta siempre es la misma —“no sé, en cualquier momento”—, pero lo lindo, en el fondo, es que ya se dieron cuenta de que no puedo quedarme quieta, de que no voy a quedarme quieta. La adicción pegó fuerte y no hay cura a la vista.

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[singlepic id=5371 h=625 float=center] Dos esquinas que me gustan

Lo peor es cuando me reúno con mis amigos blogger/viajeros. Ahí sí me descarrilo. Me vuelvo una máquina de contar y escuchar anécdotas e historias de viajes. Además también hablamos de blogtrips, de wordpress, de plug-ins, de SEO, de posts, de likes, de followers, de check-ins... Son la peor influencia que puedo tener, pero en el fondo no sé qué haría sin ellos. Me contienen. Me hacen sentir menos rara, menos loca. Y cada vez que me meto más y más en esto de los viajes descubro que somos varios los locos que estamos en la misma, lo que pasa es que como buenos adictos que somos, estamos dispersados por el mundo: algunos van en kombi, otros en bici, otros a dedo, otros en barco, van por la Panamericana, por la Ruta 40, por la Ruta de la Seda, por el Banana Pancake Trail, por los caminos de Europa, llegan a Alaska, a Nueva Zelanda, a Kenya. Con muchos no nos conocemos en persona, pero nos sentimos unidos a la distancia (o por lo menos yo me siento unida a ellos). Somos muchos viajeros y nos damos fuerzas: a través de nuestros viajes nos damos fuerza como grupo, como comunidad, como locos soñadores que somos. Porque todos, en el fondo, estamos haciendo aquello que siempre soñamos y que nos hace más felices, y todos sabemos que viajar (como forma de vida) es muy fácil pero que a la vez implica muchos esfuerzos. Pero lo más importante es que estamos siendo felices, y que esa felicidad es compartida.

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[singlepic id=5351 w=625 float=center] Con los Rodando Ando y mr. TrancaroLing

[singlepic id=5350 w=625 float=center] (viajaré con ellos en esta foto)

[singlepic id=5355 w=625 float=center] Algunas de las cositas que me mandaron ustedes por correo (o que me dieron por ahí) y que tengo pegadas en mi puerta…

Cuando no estoy con mis amigos bloggers, estoy con gente peor: con los couchsurfers. Argentinos, extranjeros, de todas partes. Ellos son los mayores culpables, los que traen un pedacito de su cultura a mi casa o a mi ciudad y me inspiran a querer irme aún más. Aunque pensándolo bien, creo que no hay nadie que me inspire más a viajar que los que están a punto de irse por primera vez. O, por lo menos, los que tienen planeado un primer viaje “grande” para dentro de unos días, meses o años. Ellos me cuentan acerca de sus planes de dejar todo y empezar a viajar y no se dan cuenta, pero mientras me hablan, sus ojos brillan. Brillan tanto y tan fuerte que puedo ver cómo la ruta que todavía no transitaron se empieza a dibujar en sus pupilas. Mientras los escucho puedo sentir el miedo y la emoción que genera salir por primera vez, puedo sentir la felicidad que significa saber que se acerca un viaje. Y mientras me hablan con ansiedad, con emoción, con miedos y, sobre todo, con certezas, yo sonrío por dentro y pienso: uno más que cae. Cada vez somos más.

Y antes de que empiecen a viajar, quiero decirles una sola cosa: no saben en lo que se están metiendo. Esto es un camino de ida. Sino, mírenme a mí. Ya más de cuatro años y ningún plan de frenar. Ya no puedo frenar. Ni quiero.

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Bueno, creo que ya hablé demasiado por hoy. Me encantaría escucharlos a ustedes, así que dejo fundado este grupo de autoayuda para que nos descarguemos y hagamos catarsis cuando sea necesario (por eso empecé a escribir yo hoy… por pura necesidad de hacer catarsis). Gracias a todos los viajeros (futuros, potenciales, experimentados, principiantes, soñadores) por existir. Nos vemos en la próxima sesión (o en el próximo viaje).

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[singlepic id=5362 w=625 float=center] (ya tendré mi gatito viajero)