Volando por ahí: de Indonesia a Buenos Aires en 35 horas
Creo que no hay viaje más largo que el viaje de regreso.
A mí me llevó más de 35 horas y me pareció como estar una semana en un limbo a miles de metros de altura. Pero a la vez, cuando aterricé, sentí que todo había pasado muy rápido.
Vuelo #1: Yogyakarta – Jakarta
Salí de Yogyakarta (Indonesia) a las 12.45 del mediodía del martes 26 de julio. La despedida no fue un “chau hasta nunca”, sino un “Asia, nos vemos pronto”. Como dirían en Indonesia: sampai jumpa lagi (“until we meet again”). El avión #1 (Air Asia) me llevó de Yogyakarta a Jakarta en una hora. Ese mismo camino de 8-10 horas que hice tantas veces en tren esta vez fue rápido y por arriba.
No soy fanática de viajar en avión, me gusta más ir en tren o bus por tierra, pero creo que los aeropuertos son lugares muy interesantes para aquellos que disfruten observar. Los aeropuertos son micromundos: en esos espacios se mezclan personas de todas partes del mundo, de distintas religiones, con distinto color de piel y se escuchan mil y un idiomas. Y cada aeropuerto, además, sintetiza la cultura del país al que pertenece. En el de Indonesia, por ejemplo, entré a una librería y lo primero que vi fueron muchísimos libros de fotografía (a los indonesios les encanta sacar fotos), en Malasia, en cambio, había más libros de actualidad y política. Y los souvenirs, si bien no me gustan, dicen mucho de un país: en Indonesia, el batik habla del arte, en Malasia, la cantidad de free shops y negocios habla del consumismo, en África, los tambores hablan acerca de la música…
Mientras esperaba el segundo vuelo en el aeropuerto de Jakarta me senté en un rincón y me puse a mirar las fotos que imprimí en Yogyakarta antes de irme. Uno de los guardias del aeropuerto se me acercó y me preguntó con cara muy seria: “¿son cuadros?”. Le dije que no, que eran fotos y me preguntó si las había sacado yo. Cuando le respondí que sí no dijo nada más y se fue. A los cinco minutos se me acercaron otros dos: “¿de dónde son esas fotos?”, “de Asia”, “¿y tenés de Indonesia?”, “sí”, y se las mostré. Pero me hablaron con tal seriedad que no sé si me lo preguntaban de curiosos o si era porque esto de trasladar fotos impresas de un país a otro rompía algún tipo de ley.
Vuelo #2: Jakarta – Kuala Lumpur
Finalmente, más de 4 horas de espera después, embarqué en el primer tramo del vuelo Jakarta (JKT) – Buenos Aires (EZE) y, dos horas de vuelo después, llegué a Kuala Lumpur (Malasia).
Durante las 5 horas de espera en el aeropuerto de KL me sentí más en Argentina que en Asia: la mayor cantidad de los pasajeros que esperaban conmigo eran argentinos. Cuando me subí por fin al avión #3 me di cuenta de lo tragicómico de la situación: en un avión repleto de argentinos, ninguno me reconoció como argentina. La primera que me lo demostró fue la azafata (argentina), que directamente me habló en inglés. Y como si fuera poco, al chino que se sentaba al lado mío, que claramente era chino y tenía cara de no hablar inglés, le habló en argentino: “tu asiento es el de la ventanisha”. Más tarde me levanté para ir al baño y un nene, argentino también, me habló en inglés. Respondí de la manera más argentina posible, haciendo énfasis en el “shh” de las “ll” y de las “y”.
Vuelo #3: Kuala Lumpur – Ciudad del Cabo
El vuelo de Kuala Lumpur a Ciudad del Cabo (Sudáfrica) duró unas 10 o 12 horas (ya ni me acuerdo). En esas horas cené dos veces, desayuné dos veces y me sentí completamente perdida en los husos horarios. Además la ansiedad no me dejó dormir.
Ciudad del Cabo me pareció muy linda desde el cielo: casitas bajas de colores, montañas arrugadas, la playa y un amanecer naranja. Qué silenciosas que son las ciudades vistas desde arriba.
El avión hizo una parada de una hora y media, así que decidí bajar para ver el aeropuerto. En el aeropuerto éramos todos argentinos. Entré a un negocio de souvenirs típicos de África con la cámara y me puse a mirar los tambores, tazas, manteles y telas que vendían. Cuando salí me crucé con un señor argentino que claramente pensó que yo era de cualquier otro país menos de Argentina, miró mi cámara (tengo una Nikon D90), siguió caminando y dijo en voz alta, con un tono de total desagrado: “¡qué lenteja que tiene! ¡por favor!” como si yo fuese una turista que anda con una lente telescópica apuntando a todo ser que se me cruza. Sí señor, la “lenteja” a la que tan cálidamente se refirió es la lente de 18-105 mm que viene con la cámara. Lástima que en ese momento no supe cómo reaccionar, pero creo que el “qué lenteja” quedó para la historia.
Vuelo #4: Ciudad del Cabo – Buenos Aires
Finalmente el avión despegó y cruzó el Atlántico para ir de Ciudad del Cabo al destino final: el aeropuerto de Ezeiza. Ese fue el tramo que más largo se me hizo: dormí muy poco, me miré todas las series y películas que ofrecían en el servicio de entretenimiento, leí, me marée, intenté dormir más y miré el reloj mil veces, pero el tiempo no avanzaba. Cuando aterrizamos lo único que pensé fue POR FIN. Fue el viaje en avión más largo de mi vida.
Aterrice sobre una Buenos Aires invernal, con árboles pelados y calles frescas. Mi familia me recibió en Ezeiza y cuando íbamos por la ciudad en el auto me pasaron dos cosas que me demostraron que mi chip sigue en modo Asia.
Primero, me sorprendí al ver que todos los carteles estaban en español. Leí todo lo que pude, absorbiendo cada palabra: compostura de calzado, hay maracuyá y arándanos, parrilla argentina, votá a Mauricio, elegí a Filmus, estacionamiento 24 hs, panadería. Pero cuando leí la campera de los recolectores de basura, en vez de leer “Jugá”, leí “Yú-ga”, la misma palabra pero… ¡en indonesio! (que significa “también”).
Y segundo, dije en voz alta, sin darme cuenta de por qué lo decía: “qué vacías que están las calles… ¿dónde está la gente?”. Y unos minutos después caí: en Asia el espacio privado está completamente volcado al espacio público. La gente cocina en la calle, juega a las cartas y al ajedrez en las veredas, las motos y los carritos circulan entre medio de los autos, las personas están siempre afuera. En Buenos Aires esa cultura callejera es mucho más acotada, no es el caos de sonidos, colores y olores que forman el paisaje urbano de las ciudades asiáticas.
Buenos Aires me parece extraña y familiar a la vez, aunque la verdad es que todavía no caigo que estoy acá. Fue todo muy rápido, si bien el vuelo fue larguísimo, siento como si me hubiese teletransportado. Mientras miraba la ciudad a través de la ventana del auto, me dio la sensación de que alguien había fabricado “personajes porteños típicos” con cartón y los había ubicado en lugares estratégicos: el paseador de perros, los carniceros charlando detrás del mostrador, las mujeres con tapados de piel que entraban a las sastrerías, los encargados apoyados contra el marco de la puerta de los edificios, los verduleros que se agachaban a juntar las verduras, los chicos que iban en bicicleta con la guitarra en la espalda, las chicas que iban caminando mientras mandan mensajitos en el celular. Tan rara me sentí que hasta la saqué fotos a una parrilla y a una verdulería, como si las hubiese visto por primera vez en mi vida.
Estoy acá pero siento que estoy metida en un sueño. Como bien me dijo una amiga hoy, “después de un viaje largo, el cuerpo vuelve… pero el alma tarda un poco más en llegar”.
Segui tu blog…me anime y viaje solo por un tiempo corto… volvi….y segui leyendo tu blog, esta vez con conocimiento del sentimiento Asiatico en el alma….
Te leo hoy, desde Bs As..pienso..y te deseo..que Buenos aires te reencuentre con amigos, familias, lugares y muchos cachafaz de chocolate…
No dejes que la voragine de la reina del plata te inunde…
Con ganas de leer tu libro cuando este listo!
BIENVENIDA ANIKO!!! Un placer tenerte de nuevo con nosotros… tu blog es muy inspirador y la manera que tenes de escribir y describir hace que uno quiera tomarse el primer vuelo a cualquier lado para tener esas tremendas y tan lindas y profundas experiencias de las que hablas. Gracias por deleitarnos con tanta cultura, historia, humanismo, filosofia de viajero y observaciones sencillas pero profundas a la vez. Una vez mas… Gracias!!
Un lector silencioso….. Gustavo Donnantuoni
Muy instructivo el post, muy colorido, me encantó la pincelada sobre los porteños en su vida cotidiana, me gustaron las observaciones.
Divinas las fotos sacadas desde el aire…
So literally you’ve been “on” the African continent for an hour and a half! I thought they would fly through the Pacific maybe taking a stop at Australia or New Zealand.
It seems you’ve had a second life after a long big dream. Plants are definitely the weird thing on earth. The only things remain are feelings and memories. Then the pictures will prove them to be true.
Hope you are doing well finally at your home!
Bienvenida a casa, es correcto eso de que el cuerpo llegó pero el alma tarda, el avión es una máquina infernal, te saca de un mundo y te pone en otro en horas, transporta en cada asiento una historia increible, cada persona viaja por diferentes motivos, cada mente sentada procesa cosas muy diferentes, bueno…. diferentes…. hay siempre algún grupete de argentinos que van todos igualitos pensando en que son lo más, odio los vuelos de regreso que ya van directo a EZE o a COR, es como llegar antes cuándo uno no quiere llegar, se los distingue a lo lejos, son Argentinos y digo son porque yo soy Argentino pero por suerte a mi también la asafata me habla inglés o portugués (ya que hace años que he volado sólo a Brasil). Lo de LENTEJA claro que será historia, podría darte varios casos más…. no me banco eso. Cuándo llegás en el Taxi parece que estás en un lugar por primera vez pero conocido, no importa cuántos años vivistes ahí, es todo automático, LA MATRIX A FULL en Bs As. Una vez pregunté… El 152 todavía pasa por acá? y claro me dijeron, te fuiste 3 meses nada más, acá nada cambió… Si algun día nos conocemos te cuento sobre el tema sobre la charla que tuve con Phillipe, un Frances que viajaba ya hacía 17 años, fue el tipo que me cambió la vida, o al menos la forma de verla porque el día a día ya me fué golpeando y moldeando de nuevo para que mi figura encaje nuevamente en el tablero. Welcome to Baires, atrás quedó SION pero sabrás volver
Que lindo Ani,
somos argentinos porque nuestros padres nos tuvieron alli, pero el alma busca su lugar de origen y ya lo vams encontrando… Siempre te digo lo mismo en tus post, pero me siento totalmente identificada… A mi hasta en el aeropuerto de argentina me hablaban en ingles :S
Besotes y disfruta el dulce de leche y las medialunas :)
Hola, Aniko!
Que bonito texto! Gostei muito!
I loved the text and also the photos from the plane…are really great!I agree, our body returns faster than our soul from the place where we felt so happy and open to the new people, things, landscapes…our body can be the same, but never our soul after a travel.
Ani, me sumo para darte la bienvenida!
No dejés de describir Buenos Aires con tus hermosos ojos y palabras. Será un placer leerte, como siempre, y conocer que ves vos, después de tantos kilómetros y experiencias recorridos. ¿Es nuestro azul del cielo el más azul del mundo como dicen? ¿Nuestra gente es tan arrogante como parece? ¿ Son nuestras golosinas las mejores del mundo? No tengo forma de comparar…vos si. Te felicito por darle rienda suelta a tus sueños, no todos pudieron y sólo algunos, con muchas agalla, intentan cumplirlos!!! Te mando un beso grande!!!!!
Gracias Susana por leerme y comentar!! :)
Después de tanto tiempo fuera de casa es normal que sientas extraña en tu propia tierra.
Por cierto, menudo viaje largo!! Pufff!!
Saludos desde España
La vuelta es otro viaje…!
te quiero anikin!
quien te habrá dicho eso !!! :p
Feliz de que estés de vuelta, me encantaria que hagas un post como viajera en buenos aires, avisame y vamos en el tour del bus de macri, me re divierte.
besos!!
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