Catadora de mares en un crucero por el Caribe
La primera vez que me subí a una lancha tenía pocos meses y mis papás dicen que no paré de llorar durante los cuarenta minutos de viaje. Suponían que me molestaba el ruido del motor, porque cuando lo apagaban me quedaba sonriendo tranquila mientras el agua nos mecía. Pasé los fines de semana de mi infancia y adolescencia en una casa frente al río, en el Delta del Paraná, a una hora de Buenos Aires. Ahí aprendí a remar en kayak y canoa, usé una tabla de bodyboard para barrenar las olas marrones de las lanchas colectivas, me animé a nadar sin poder ver lo que había debajo del agua, tomé algunas clases de esquí acuático, aprendí los nudos marineros más fáciles, practiqué saltos acrobáticos desde el muelle, sentí cómo un pescado se me prendía de la rodilla y hasta tuve de mascota a un pato. Pero nunca fui una chica de río. Cuando conocí el mar supe que, de todas las aguas que hay en el mundo, la del océano era mi preferida.

Con mi papá nadando en el río, a pocos metros del Paraná
Crecí queriendo ser catadora de mares. Mientras durante el año escolar me conformaba con nadar en la pileta cerrada de mi barrio, esperaba ansiosa las siguientes vacaciones en la playa. No sé qué fue primero, si el huevo o la gallina de mar, pero mis papás siempre me llevaron de viaje al mar y yo nunca quise que me llevaran a otro lado. Conocí el mar frío y marrón de la costa argentina y el caliente y turquesa de las zonas tropicales, el mar tipo sopa de ciertas islas caribeñas y las olas energéticas de algunas playas uruguayas. Aún hoy, a mis 31, no sé qué mar gana la pulseada: el estático y transparente o el azul y oleado. Me cuentan que cada vez que íbamos a la playa yo agarraba mi botecito inflable, me sacaba la bikini y entraba al mar desnuda “para que no se me mojara la ropa”. No creo que haya sido un exhibicionismo temprano porque apenas entré en la adolescencia empecé a taparme con todo lo que encontraba, me parece que era un razonamiento típico de la infancia: la ropa de baño no me deja sentir el mar en todo el cuerpo, así que mejor me la saco. Siempre me sentí más en mi hábitat en el agua que sobre la tierra, y si me hubiesen dado la oportunidad de convertirme en sirenita y desaparecer para siempre en el fondo del océano hubiese aceptado. Supongo que fue en esta época cuando se me metió en la cabeza la idea de que algún día viviría frente al mar. Un Inception que empezó a plantarse hace más de 25 años.

Con mi prima Ceci y mi tabla de chica mala en Punta del Diablo, Uruguay.
A los 15, cuando me preguntaron si quería fiesta o viaje, elegí viaje sin dudarlo. Fue una decisión muy fácil en una edad llena de decisiones difíciles. Empaqué mis cosas —ya ni recuerdo qué equipaje llevé— y viajé a Disney y a las Bahamas con un grupo de 500 —o mil, tampoco lo recuerdo ya— quinceañeras argentinas. Esa fue la primera vez que me subí a un crucero. Dieciséis años después, las imágenes que se me vienen a la mente son la alfombra mullida que tenía el barco, el ascensor —¡un ascensor que navega!—, el teléfono satelital por el que llamaba a mi casa, el fax que podíamos usar para mandar esa versión primitiva del email, los camarotes sin ventanas y un marinero de ojos celestes, del que todas estábamos enamoradas y que aparece más veces en las fotos que cualquier vista caribeña. Del resto casi no me acuerdo: sé que hubo una fiesta en la cubierta, ¿fuegos artificiales?, una parada en Bahamas, quemaduras de sol, peleas con desconocidas, una que dijo haber besado al marinero de ojos claros.

Las fotos del crucero de los 15 están en papel y en Buenos Aires, en mi compu solo encontré esta foto en el Caribe de cuando era chiquita
Entre los 16 y los 31 seguí teniendo mis contactos esporádicos con el mar. A los 22 crucé de Colombia a Panamá en velero con tormenta eléctrica, tuve que agarrar el timón bajo la lluvia porque el polaco que había quedado a cargo no podía parar de vomitar, me quedé dormida mientras el velero subía y bajaba por olas que parecían montañas y pensé que no volvería a despertarme. Al otro día vimos delfines y entendí que si voy a morir en algún viaje, prefiero que sea sobre el agua y no en el aire. Me subí a otro velero en Rosario, tomé un ferry para ir a Uruguay, hice un recorrido fallido por la bahía de Halong en Vietnam, navegué a las islas Karimunjawa en Indonesia, crucé por agua a Marruecos. No volví a subirme a un crucero hasta Islandia, cuando Lau y yo intentamos irnos de polizonas hasta Groenlandia en un transatlántico que estaba amarrado en el pueblo. Una señora nos vio y nos invitó a bajarnos antes de poder cumplir nuestro plan delirante de hablar con el capitán y convencerlo de que nos lleve. Durante mis viajes metí los pies y nadé en mares y océanos de todas partes del mundo y finalmente me quedé a vivir frente al Atlántico, en Biarritz, con un francés que me explicó que él también necesita el mar para ser feliz. En esa época empecé a obsesionarme con la idea de volver a Argentina en un barco de carga y aprovechar esas tres semanas de desconexión para escribir el inicio de un libro en altamar.

En el cruce en velero de Colombia a Panamá vimos delfines nadando al lado del barco

En ese velero consideré la idea de quedarme a trabajar en un barco.
En Japón, a menos de dos semanas de haber empezado el viaje con L, me llegó una invitación de Pullmatur, una empresa española de cruceros, para hacer un viaje de prensa de seis días por el Caribe en el Monarch, uno de sus buques insignia. Lo primero que pensé fue: es muy lejos, voy a tener doble jet-lag y no sé si podré superarlo. Mi cuerpo iba a quedarse rebotando entre husos horarios, confundido entre tanto vuelo de una parte del mundo a la otra, sobre todo porque hacía pocos días habíamos viajado de Nueva York a Tokio y todavía no me había terminado de recuperar de los mareos y el insomnio del cambio horario. Por otro lado en mi cabeza había un minion que ya se había puesto la bikini y el collar de flores y estaba haciendo el hula-hula con un cartel que decía free daikiris. Cuando Lau me dijo que a ella también la habían invitado acepté. El transatlántico groenlandés no sabe lo que se perdió.

El barco que sería nuestro hogar por seis días
Después de 24 horas de aviones y aeropuertos, un piloto que amagó con aterrizar y volvió a despegar porque la pista no estaba libre, un azafato que me contó chismes de avión, familias que lloraban frente a migraciones de México porque estaban por perder su conexión y un sábado vivido dos veces al estilo día de la marmota, llegué a Panamá City y me reencontré con Lau después de casi un año sin vernos. Mi cabeza ya no sabía dónde estaba pero el cuerpo me decía que el mar Caribe estaba ahí nomás. A las catadoras de mares se le erizan los pelos como a un gato cuando sienten la sal en el aire. Embarcamos la mañana siguiente en Colón y formamos clan con Maru Mutti y Adri Herrera, blogueras de viaje también. Así, en un barco-ciudad de 14 pisos, nacieron las #chicasdecrucero.

Lau, Maru, Adri y yo en el barco

La vista desde la ventana de mi camarote

Mi camarote
Si no escribiera en mi cuaderno todos los días no sé si podría diferenciar esos seis días de navegación en bloques de 24 horas. Subirme al crucero fue entrar a un micromundo flotante donde el tiempo se medía de otras maneras: las primeras horas en que el barco se movía y nos preguntábamos si era normal que el ascensor oscilara hacia los costados tipo péndulo, el simulacro del segundo día donde nos enseñaron qué hacer en caso de emergencia, las piñas coladas y caipiroskas de maracuyá peligrosamente disponibles a toda hora, la pileta vacía a la mañana y repleta al mediodía, el buffet en horario pico de desayuno y mis intentos veloces por servirme omelette antes de que se terminara la bandeja, una chica gritando como cacatúa en el pasillo, nosotras cuatro haciendo journaling con mi cartuchera llena de washi tapes contrabandeadas desde Japón, los pececitos voladores que se veían al atardecer, la ventana del camarote que me recordaba que siempre estábamos en movimiento, irme a dormir y despertarme en otra parte del mapa del mar.

El mapa del océano según Lewis Carroll (visto en el libro “Especies de espacios” de Georges Perec)

La pileta

La mesa donde nos sentábamos siempre a desayunar

Un búho misterioso

Sillón con vista a Aruba

Escribiendo en nuestros diarios con mucha concentración

Gané al Scrabble
Los quiebres en el fluir cotidiano del crucero lo marcaron las paradas que hizo el barco durante su recorrido. En este caso hubo dos: en Cartagena de Indias el día 2 y en Aruba el día 4. Volver a Cartagena me hizo acordar al 2008, cuando pasé diez días en Getsemaní, uno de sus barrios, esperando a que saliera algún velero hacia Panamá. Cartagena de Indias fue la ciudad donde festejé, sola, mis primeros cinco meses de viajera y fue, también, uno de los primeros lugares que me puse como meta (“llegar a Cartagena y llegar a México”). Aprovechamos el día libre para caminar por el centro histórico, Lau se comió una arepa con queso, caminamos por la muralla, nos sentamos en sillas en la vereda en Getsemaní y cruzamos pocas palabras con mochileros que estaban a mitad de su viaje por América Latina y que, en otro momento, podríamos haber sido nosotras. A la tarde volvimos a embarcar y junto con nosotras subieron 1500 personas —en su gran mayoría familias— que iniciaban su crucero en Colombia. A un barco así no se va en busca de soledad.

Cartagena de Indias y sus paredes de colores

El Casco Histórico

Nosotras

En la muralla

Qué lindo que está el barrio de Getsemaní, no dejen de ir si pasan por Cartagena

En el puerto había flamencos

Última vista de Cartagena antes de volver a embarcar
El jet-lag hizo que me despertara todos los días a las 6 —y que cayera muerta a las 9 de la noche— y pude aprovechar esas mañanas vacías para escribir y mirar el mar. El día 4 me desperté y desde mi cama se veía el centro de Aruba, una construcción que parecía una calesita y un mar turquesa que debería tener su propio color Pantone. Recorrimos los pocos kilómetros de la isla en jeep y vimos sus paisajes volcánicos y de cactus. Aruba es parte del Reino de los Países Bajos junto con Curaçao, Sint Maarten y los Países Bajos y está a 25 kilómetros al noroeste de Venezuela. Se habla papiamento, una lengua creole que proviene del español, portugués, neerlandés, inglés, francés y lenguas africanas. Llegamos un día después de que hubiese pasado el huracán Matthew y, según los locales, ese mar turquesa cristalino que veíamos a la distancia estaba turbio y no tenía su belleza de siempre. Mis antiparras no sirvieron porque, en efecto, no se veía nada, pero las cuatro flotamos felices en el Caribe y volvimos a embarcar con el pelo lleno de sal. Esas horas en Aruba me dejaron con ganas de más.

El centro de Aruba, mezcla de latino y holandés

La playa en la que nos bañamos
Es cierto: lunes en Cartagena y miércoles en Aruba no es mi idea de slow travel ni me da mucho tiempo para conocer un lugar, pero la gracia del crucero, para mí, estuvo en navegar y no en frenar. Seis días viviendo sobre el agua, desayunando con vista al mar, escribiendo con vista al mar, charlando con vista al mar, viendo atardeceres sobre el mar. Ahí está mi slow travel, en hacer este trayecto en barco en vez de solucionarlo en pocas horas de avión. El anteúltimo día nos llevaron a conocer la cabina de mando y fue como entrar al backstage del gigante. Botones, radares, un teléfono rojo, mapas, compases y la bitácora de navegación. Cómo contener ese otro sueño de ser capitana. Desembarcamos en Colón y nos fuimos en auto a Ciudad de Panamá, donde aprovechamos el día para caminar por el Casco Viejo —está muy distinto a como lo recordaba—, comimos ceviche, contamos edificios y fuimos al aeropuerto desde el que cada una volvió al lugar del mundo en el que estaba antes de este paréntesis caribeño. Me pregunto en qué puerto me espera el próximo barco (o en qué orilla el próximo mar).

La cabina de mando

Ciudad de Panamá

Arte callejero en el centro histórico de Panamá

Me pareció que está todo mucho más restaurado y cuidado que en el 2008.

Yo sí, y pueden seguirme xD

Estos chicos me pidieron que les sacara una foto

Creo que es la misma persona que no tiene Instagram

Super Mario!
El viaje en crucero fue cortesía de Pullmantur España.
[box type=”star”]Info útil para irse de crucero:
* Qué incluye un crucero. Pullmantur tiene cruceros por Europa, África, el Caribe y transatlánticos. La duración y costo depende de cada paquete, pero en general al comprar tu pasaje tenés incluido el camarote, la comida y las excursiones de todo el viaje, así como el vuelo hasta el puerto de salida (desde España). Hay cosas que se pagan aparte, como algunos tragos, snacks y bebidas o el wifi (sí, hay wifi, es satelital, un poco lento y caro, pero si necesitás trabajar, responder mails o estar comunicado, sirve).
* Cómo elegir un crucero: yo me inclino por los que duran más días y tienen menos paradas, pero porque me gusta navegar y disfruto estando sobre el crucero en sí. Tené en cuenta que las paradas en las ciudades son cortas, en general de algunas horas o medio día, y no te va a dar el tiempo para recorrer mucho, sino más bien para tener un pantallazo del lugar.
* Para tener en cuenta: cruzar de Europa al Caribe (o al revés) en transatlántico puede ser más barato que hacer el mismo cruce en avión. Además, el viaje dura al menos dos semanas, hace varias paradas e incluye todas las comidas. Eso sí, esta ruta tiene fechas más específicas que el resto de los cruceros. Yo tengo muchas ganas de hacer uno.
* Qué llevar: la ropa que necesites según el clima, abrigo (aunque sea verano, hay mucho aire acondicionado), algún vestido más arreglado (por si hay fiesta en el barco), protector solar, gorro, libros… Dentro del crucero hay algunas tiendas para hacer compras pero suelen ser más free shop que otra cosa. También te conviene llevar dólares o euros en efectivo para usar en las ciudades en las que bajes. [/box]
De mi infancia en el río salió un cuento, “El pato de la infancia”, que hoy forma parte de la colección “Ríos”, una serie de doce relatos ilustrados y deplegables publicados por la Editorial Furiosa de Rosario, Argentina. Además, tuve la suerte de que mi lo cuento lo ilustrara María Luque. La colección completa se consigue en la tienda de la editorial.
Hola Aniko! Que lindo volver a leerte!!
Estava queriendo cambiar de camara y me acorde haber leido un post tuyo que contabas que te ibas a comprar una fujifilm. Que modelo conseguiste? Lo recomendas? Abrazo grande!!
Hola Flor, sí! Me compré una Fujifilm X100T y estoy muuuuy contenta con la decisión. Casi todas las fotos de este post (excepto las antiguas, obviamente, y las de los delfines y mía) son sacadas con esa cámara. Tiene excelente calidad y es muy liviana y portátil. Por ahora es lo que necesitaba!
Hola Aniko, te sigo desde hace bastante pero es la primera vez que me animo a comentar y es que hoy me has tocado la fibra sensible, jaja.
Nací, crecí y viví en una ciudad con playa , y a pesar de no poder ir tanto como me gustaría (por cercanía y por costumbre, imagino) y que desde luego no es la playa más bonita del mundo, siempre lo he sentido como algo muy mío. Hace dos años fui a vivir a Valparaíso, y fue ahí cuando me di cuenta que nunca podría vivir en una ciudad sin mar (u océano, por supuesto). Cada vez que me sentía lejos de casa, que extrañaba el hogar, que necesitaba despejarme o saber qué diablos estaba haciendo allí, daba larguísimos paseos por la costanera hasta llegar al Faro o hasta que se hacía de noche.
Siempre lo sentí como algo normal, playa=bienestar. Hasta que una amiga (que nació, creció y vivió toda su vida en una ciudad sin mar), me preguntó que qué tenía el océano que me hacía sentir tan bien (si encima ni si quiera me bañaba porque no aguanto el frío jajaja), y ahí fue cuando le di vueltas a todo este asunto que, en un cuaderno de viaje que escribía por aquel entonces, llamé “oceanitis”.
En definitiva me ha encantado tu post (como casi todo lo que escribes) y la manera que tienes de transmitir, por favor no dejes de hacerlo.
Besos enormes que crucen océanos :)
Me encanta la palabra “oceanitis”, la vi escrita por primera vez en la entrada de una casa en Biarritz, Francia, cerca del mar. Ojalá sufra de oceanitis toda mi vida! El mar da felicidad!
Hola Aniko! Lindo post! Tengo una duda. En tu libro cuando hablas de tu paso a Panamá en velero dices que todos estaban mal menos tú. En este post cuentas de tus viaje en mar y no veo la palabra “mareo” por ningún lado. Yo pasé más de 27 horas en un barco en el Pacífico y fue imposible lograr mantenerme de pie. No me cabe en la cabeza jaja ¿Cuál es tu secreto? Saludos desde Colombia
Hola Lina, amo navegar y es algo que hago desde muy chica, supongo que por eso no me mareo nunca en los barcos…
Cuando hice el cruce de Colombia a Panamá, mucha gente me recomendó que tomara pastillas para el mareo porque sino no podría soportarlo, me tomé media pastilla (ya no me acuerdo si era Dramamine o qué) y como nunca tomo esas cosas me quedé dormida enseguida, jajaja. Después de eso nunca más tomé nada, así que supongo que si no me mareo es por costumbre!
Que gusto me da volver a leerte Aniko!!!!
Muchas gracias :D
Aniko que linda experiencia!! Me encantaron tus fotos, veo que ésta nueva cámara rinde muy bien!! La tendré en cuenta para viajar más liviana! Te sigo a morir en Ig, espero tus publicaciones todos los días! Genia!
Sí, la verdad que estoy re contenta con el cambio de cámara. :)
Gracias por seguirme!
Que lindo Aniko. Soñamos con vivir cerca del agua no importa si es río o mar” donde hay agua hay vida”…
Si a mi también me fascina el agua es de lo mejor ;)
Estuve esperando una nueva publicación después de leer la de Tokio, tenía el presentimiento que venia la del crucero :) mientras tanto me perdía en esos viajes y anécdotas maravillosas que has tenido, lo que mas disfruto es darle click a la imagen de Buda, donde aparecían viajes al azar (que por cierto ya no encuentro o no he buscado bien -.-) y esperar que nueva anécdota estarás por contar y vivir a través de tu escritura, que por cierto me encanta, esos lugares que espero algún día visitar.
Saludos desde Guate.
Hola Ana María, ahora los viajes al azar aparecen cuando hacés click en “Inspiración” en el menú de navegación. :)
O acá mismo: https://viajandoporahi.com/?random=1
Siempre sentí que el agua de mar sacude y limpia y que el agua de río revitaliza. Poder hacer una cosa primero y luego la otra es un lujo que me pudo dar algunas veces. Sensaciones que no voy a olvidar jamas. Ojalá te encuentres pronto con ese barco que te espera. Muy lindo relato y muy lindas fotos como siempre!!!
Aniko…el Casco Antiguo de Panamá, se puso en valor en 2014 para conmemorar los 100 años del Canal de Panamá. Realmente cambio muchísimo y dejo de ser ademas un lugar peligroso, para ser un barrio pintoresco y alegre… saludos desde Rosario y el Rio Parana!
Gracias por la info! Sí, lo vi muy cambiado!
Es un gusto leer tus historias sobre tus viajes. Me encanta el caribe. Nunca estuve en un crucero, pero espero poder hacerlo pronto.
Un abrazo grande
Hola Aniko! Me encantan tus escritos, tenes una manera muy simple y agradable de transmitir sensaciones y sentimientos. También me gustan mucho los diarios de viaje. Será posible ver algunas imagenes de tus diarios? Saluditos desde Rosario!
Hola Patricia!
Gracias. Sí, seguramente suba algún post con fotos de mis diarios.
Saludos!
Leerte es encantador Aniko.
Me encantan viajar, conocer lugares nuevos, su gente y su cultura.
Saludos desde México!
No puedo creer que estuviste en Panamá nuevamente! Como me hubiera gustado toparme contigo en mi hermoso país, tus escritos, desde hace un par de años, me hacen viajar a muchas partes del mundo :) Hermoso viaje con el mar de fondo y si, estan dandole un poco más de amor al lado historico de la ciudad ^-^
Ojalá regreses pronto!
Hola Aniko, ayer te encontré y hoy te he leído!!!!!! ?
Todavía no puedo creer que pude conocerte ? (Estábamos súper nerviosas antes, durante y después de hablarte, pero me encanto)
Me hubiese gustado charlar más contigo pero, pienso que eres súper ocupada y andas en el mundo de observar para después escribir, entonces sentí que te robaba el tiempo que para ti vale oro ?
Gracias por el abrazo! Aquí en Japón no muy seguido se saludo con un caluroso abrazo Jaja ?
Sigue viajando mucho!.
Quiero conocer el mundo (o parte de el) pero si es así quiero que sea mucha, espero poder hacerlo muy pronto y contar la historia del antes y el después de cada fototito!
Saludos, abrazos enormes y besos
Por cierto! Tienes que ir a las playas de México. Te sentirás como en casa ? Y también leeré ese post.
Te seguiré escribiendo (también leyendo) ?
Hola chicas! Gracias por el saludo! Fue divertido hablar español en pleno Tokio.
Besos!
Has logrado que algo tan aburrido y prefabricado como viajar en un crucero luzca interesante gracias a tu texto y tus fotos, felicitaciones :)
jajaja xD
soy de la filosofía de que todo es interesante, si uno sabe cómo verlo y disfrutarlo.
Saludos!
Hola creo que estás equivocada, el Monarch para en Colón que es en el Caribe, no en Ciudad de Panamá que es en el Pacífico. Seguro por eso veias el centro de Panamá tan distinto.
jajaja tenés razón, nos bajamos en Colón y de ahí nos fuimos a Ciudad de Panamá (ya lo corregí), pero no me confundí una ciudad con otra! xD
Hola Aniko, te felicito por este post, en realidad tienes un gran talento como escritora, muy expresiva. Cuando leo tu articulo me transporto también a mi niñes, ya que aunque vivo en una ciudad sin mar (Valencia, Venezuela), crecí viajando con frecuencia al pueblo de mis padres (La Vela de Coro, Falcón), y aunque todas las tardes mi padre me llevaba a jugar al mar, nunca pude navegar en un barco, solo en una ocasión en una charca, no en el mar. Luego de adolecente y adulto si he podido hacerlo. Sin embargo comparto contigo la oceanitis, jaja; bueno a pesar de que aquí tenemos es el mar Caribe, también siento esa conexión, quizás en alguna vida anterior fui un pez. Te felicito de nuevo, voy a ser a partir de ahora seguidor de tu blog, exitos !!!
Tanto a mi esposa como a mi nos encanta el mar pero a ella le marea viajar en barco. Por eso es bueno leer lo que escribes. Aunque entiendo que el viaje fue una cortesía promocional, ¿no sabes como cuanto costaría un viaje como el que hiciste? Me encantaría conocer Cartagena y Aruba, pero creo tendré que ir en avión. Gracias
Hola Eduardo, en la web de Pullmatur están los precios. No sabría decirte exactamente cuánto costó nuestro crucero porque nosotros hicimos un viaje más corto (no hicimos todas las paradas). Por lo que estoy viendo en la web, un viaje similar al nuestro, de 8 noches, de Colón (Panamá) a Santo Domingo con paradas en varias islas cuesta desde €23 por día (con cabina interior y comida incluidas). Saludos!
Excelente entrada. Si deseas ver blog de viajeros en español los invito a seguir a Pepito Viaja en sus redes sociales @pepitoviaja – blog: http://pepitoviaja.blogspot.com.co
Hola!! Me encantó el post y las fotos!!! Te sigo hace un tiempo ya, la primer nota q leí creo q fue de Altea y quedé encantada!
Amo el mar, también me siento “catadora de mares” aunque yo siento que tengo preferencia por los mares con olas (siempre que digo esto me preguntan si hago surf y nada más alejado… jaja pero me causa gracia…). Me encanta mirar el mar, oirlo, sentir la bruma, y además disfruto muchísimo bañándome en él. Por eso siento q el mar tiene que tener olas.
Hasta ahora el mejor mar fue en Cancún, aunque sigo “catando” para ver cuál lo supera. El de la costa Amalfitana tb me gustó mucho y la gruta Azul es un flash!!!! ?
Nunca viajé en un crucero, sí crucé en ferry en las islas griegas y tb de España a Marruecos, al principio super tranquilo y al final un oleaje tremendo.
Vivo en Rosario y cada tanto tengo mucha “necesidad de mar” y me escapo al mar apenas pueda, no importa la época del año que sea, creo q tengo “oceanitis” como decian en un comentario.
Gracias x tus post y seguí así!!!? saludos!!!
Caro
Hola Aniko, te leo desde hace tiempo y fuiste parte de mi inspiración cuándo me fui a viajar por Sudamérica. Gracias por escribir y compartir todas esas experiencias, que hacen a uno viajar con la mente :) Este post me trajo muchos recuerdos, la vida en un crucero es un mundo totalmente aparte, trabajé cómo fotógrafa en varios durante tres años, y solíamos decir que vivir en el barco era como vivir en una burbuja, una ciudad, dónde tienes todo lo necesario cama y comida gratis, un trabajo que te pagan, y amor si conocías a alguien…recorrer un lugar distinto cada día podría ser el sueño de muchos, más cuándo trabajas ahí y haces el mismo recorrido por semanas y puedes conocer más de los países. Me pasó con muchos lugares y definitivamente es una experiencia que cambió mucho mi vida :) más por la gente que conocí y con la que trabajé a bordo. Me gustaría en el futuro estar cómo pasajera, veamos cuándo se da :) por el momento el amor al mar sigue en mi,y ahora vivo en una isla haha lo que nos trae la vida.
Qué interesante debe ser trabajar de fotógrafa en un crucero, es algo que me encantaría hacer alguna vez. Y es como decís: un mundo aparte, flotante, donde tenés todo pero a la vez no deja de ser una burbuja contenida en sí misma. Gracias por compartir tu experiencia!
Gracias a ti Aniko, por darte el tiempo de responder, ahora también estoy empezando a escribir y compartir mis fotos, veamos cómo me va. Qué sigan los éxitos y por supuesto más viajes, cuídate. :)
Hola Aniko!! Hermoso relato, como siempre, pero no vengo a hablarte de él, tengo la curiosidad de saber qué estás haciendo con el libro/cuaderno en una de las fotos que están las cuatro super concentradas. Veo colores y cuadraditos, ¿son uno de esos libros de creatividad?
Te mando un gran abrazo.
Dai.
Hola Dai, lo que se ve en la foto es mi cuaderno! Le pegué unos papelitos de colores, que son los que salen en la foto.
Saludos!
Qué hermosa experiencia. Nos gustan mucho las crónicas de viajes tan bien descritas. Gracias por tu apreciación.
Nos encantó, primero, la manera en cual presentaste tu viaje a estos diversos lugares, usando fotos, mapas, y texto. También pudimos apreciar y percibir tus aventuras y experiencias de una manera como si nosotros estuviéramos ahí físicamente. Aprendimos bastante sobre las culturas de estos diversos países, y las actividades que se hacen diariamente. Finalmente, nos has convencido de visitar estos lugares y disfrutar este viaje.
Al escribir esta crónica nos gustaría que nos hubieras enseñado tu experiencia personal y tu aprendizaje. En mi opinión es muy difícil escribir una crónica sobre un crucero ya que estás viajando a muchos distintos lugares en muy pocos días, y además uno se dedica a relajarse. Nos gustaría saber si tuviste algún aprendizaje?
Hola Aniko! Gracias por tus relatos que alimentan las ganas de viajar! Estoy planeando irme 3 meses de viaje y pensaba ir a Colombia…qué opinas de que una chica viaje sola a Colombia? Se puede? Yo soy re kamikaze pero algunas personas me hicieron comentarios y bueno….quería saber tu opinión.
Gracias!
Simplemente increíble. Viajar es una de las mejores experiencias de la vida :)
Aniko esperando que vuelvas a Colombia pronto, por aquí recomiendo mi blog donde tengo temas de nomad digital y viajeros que trabajan, por sí quieren conocer más: https://eldigitalpreneur.com/
¡Saludos!
Ojala volvieses a mi Colombia querida, tienes tan sola una entrada sobre este bello país, gracias por haberla visitado
Saludos :)
Que genial sabes que en colombia existe tales lugares me encanta!
Hola Anika! Una pregunta, ¿es posible hacer un viaje de ida a Europa y regresar cuando uno quiera o hay fecha específica para volver a América?
Realmente Colombia es espectacular para los viajeros.
Excelentes fotos. Las de Cartagena desde el crucero se ven espectaculares.
Hey! a ver cuando vuelves a Colombia, y con más tiempo! :) :)
Estamos pensando en conocer este fantástico país la familia con dos 2 peques y ya tengo añadido este blog a mis enlaces favoritos :-)
Simplesmente um lugar belíssimo e maravilhoso . Dá para dar uma viajada só de ler a sua matéria. Adorei !