6. Multirreligión

Indonesia, a diferencia de lo que se cree, no es un país musulmán, sino que es un país de mayoría musulmana. El gobierno reconoce seis religiones oficiales: más del 85 por ciento de la población practica el Islam, y el resto es Protestante, Católico, Hinduista, Budista o Confucionista. Y Yogyakarta es uno de los lugares donde mejor se puede ver esta multirreligiosidad.

[singlepic id=2421 w=700 float=center] Musulmanas de visita en Borobudur, templo budista

Cinco veces al día (a las 4 am, a las 12 pm, a las 3 pm, a las 6 pm y a las 7 pm) todas las mezquitas de la ciudad anuncian, a través de un canto por altoparlantes, que es momento de rezar. Sin embargo, la ciudad no frena: muchos musulmanes se visten con su ropa tradicional para rezar (los hombres usan el sarong hasta los pies y el gorrito, las mujeres utilizan un velo blanco que les llega casi hasta la cintura) y caminan hacia la mezquita más cercana o realizan el rezo dentro de alguna musholla o “habitación exclusiva para rezar”; pero muchos otros siguen con su rutina, inmutables. Las mujeres son libres de decidir si utilizan el velo o no, y por lo que veo en la calle, la mitad lo usa y la mitad no. Hay quienes salen de su casa cada noche a las 4 am y caminan hacia la mezquita para ofrecer el primer rezo del día, hay quienes se despiertan por un rato y rezan sobre una pequeña alfombra al lado de la cama y hay quienes siguen durmiendo y jamás se enteran de nada. Eso sí, durante Ramadán, toda la población musulmana realiza el ayuno durante un mes; mientras hay sol, las calles están más vacías que de costumbre y los puestos de comida están cerrados, y una vez que el canto de las 6 anuncia que ya se puede romper el ayuno, todos salen a comer afuera con sus familiares o amigos.

[singlepic id=2433 h=700 float=center] Mi amigo Rheden vestido para rezar

[singlepic id=2429 w=700 float=center] Esta insignia con versos del Corán está colgada en todos los hogares musulmanes

Yogyakarta también es sede de dos de los monumentos religiosos más importantes de Indonesia. Borobudur es el monumento budista más grande del mundo, fue construido en el siglo 6 y tiene más de 500 estatuas de Buda; es Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO. Prambanan, construido en el siglo 9, es el templo hinduista más grande de Indonesia y uno de los más grandes del Sudeste Asiático.

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[singlepic id=2420 w=700 float=center] Prambanan, templo hinduista

7. Juventud

Yogyakarta es una ciudad llena de gente joven. Será porque es un centro universitario importante, será porque al ambiente “de juventud” atrae a más gente joven. ¿Qué habrá nacido primero: el huevo o la gallina, las universidades o la gente joven?

[singlepic id=2411 w=700 float=center] Bobby y Nita

En esta ciudad, todos salen a comer afuera, ya que los puestos de comida abundan y es más barato comprar comida que cocinar. Muchos puestitos se acomodan en las veredas y preparan alfombras para que la gente se siente a comer al costado de la calle, otros ponen sillitas alrededor de un carrito de venta de jugo o mesas alrededor de una cocina donde se preparan fideos y arroz. Y muchísimos lugares están abiertos las 24 horas.

[singlepic id=2430 w=700 float=center] Amigos reunidos en la calle

Hay bares, boliches, cafés, karaokes, heladerías recitales de bandas importantes, shows de música de bandas más chiquitas, ciclos de cine, exposiciones de fotografía, graffitis, arte callejero y cibercafés por todos lados. A veces incluso hay carnavales callejeros itinerantes con ruedas de la fortuna, algodones de azúcar y todo eso. Hay grupos andando en bicicleta por la ciudad, hay músicos itinerantes por la calle, hay fotógrafos a montones, hay rockeros, hay artistas.

Y hay un lugar llamado Alon-Alon, un parque donde todos se reúnen los fines de semana para andar en bicicleta, cruzar caminando entremedio de dos árboles con los ojos vendados (dicen que si lo hacés, se te cumple tu deseo) y tirar unos cositos de colores al cielo (realmente no tengo idea de cómo se llaman, pero son como pequeñas hélices de papel con luces en las puntas que se lanzan hacia arriba cual honda de Bart Simpson).

[singlepic id=2426 w=700 float=center] Preparando a una amiga para que camine con los ojos vendados entre dos árboles

[singlepic id=2410 w=700 float=center] Hasta el Che está presente en Yogya

8. Tradición

Creo que uno de los rasgos más característicos de Yogyakarta es la conservación de sus tradiciones, la mezcla entre lo antiguo y lo moderno. En esta ciudad se puede ver la cultura de Java en todo su esplendor: la mayoría de la gente habla bahasa indonesia (el idioma oficial del país) y basa jawa o “Javanese” (el idioma de la isla de Java); hombres y mujeres se visten con los sarong y camisas hechas con batik; aún se ven muchísimos becak (carritos empujados por bicicletas, como el de la foto) y vendedores de comida que van de un lado a otro empujando sus carritos de madera; hay muchos shows de wayang o títeres de sombras, una de las artes más famosas de Java.

[singlepic id=2432 w=700 float=center] Becak

[singlepic id=2412 w=700 float=center] Batik, la tela tradicional de Java

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Yogyakarta es, además, una de las pocas ciudades de Indonesia que aún tiene un sultán cumpliendo sus funciones de gobernador (el kraton o palacio de la familia real aún se mantiene en pie y puede ser visitado). También se pueden visitar los restos arquitectónicos de la época colonial holandesa (Indonesia fue colonia de Holanda hasta su independencia en 1945) y recordar los pocos años en que Yogyakarta fue la capital del país (entre 1945 y 1949).

[singlepic id=2417 w=700 float=center] “El monumento al arroz”

[singlepic id=2428 w=700 float=center] En el “Palacio de Agua”

[singlepic id=2424 w=700 float=center] La entrada al Kraton o Palacio del Sultán

[singlepic id=2415 h=700 float=center] Extraña combinación entre tradicional y moderno

9. Malioboro

Todas las ciudades tienen un lugar así: calle Florida en Buenos Aires, Khao San Road en Bangkok, “Backpacker Central” en cualquier pueblo de Asia. Son esas zonas dedicadas exclusivamente al turista, donde se reúne todo “lo mejor” que tiene una ciudad y se lo muestra comprimido en unos pocos metros (tan comprimido que pasa a ser abrumador).

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En Jalan Malioboro (“jalan” significa calle) se venden mochilas, vestidos, remeras, sandalias, cubremochilas, fundas, lo que se les ocurra hechas de batik (la tela con los dibujos tradicionales de Java), se venden anteojos imitación, se venden collares y pulseras. En las afueras de Malioboro (que es la calle principal de esta zona turística) está repleto de hostels, de bares, de cafés, de cibercafés, de hoteles. En Malioboro se vende todo tipo de comida en la calle (a precios más caros que en el resto de la ciudad), se vende McDonald’s, Pizza Hut y Dunkin’ Donuts, se cambia dinero, está la oficina de información turística. En Malioboro están estacionados todos los becak listos para ir a dar una vuelta, en Malioboro paran los trenes y colectivos. En Malioboro toda la gente local sabe decir “Hello lady”, “Good afternoon mister”. En Malioboro está lleno de bules (así nos llaman a los occidentales) y se escucha a toda hora la pronunciación Maliouuborrouu.

[singlepic id=2414 w=700 float=center] Puestos de venta de ropa

[singlepic id=2409 w=700 float=center] Uno de los tantos carritos de comida

En Malioboro, en mi opinión, se condensa lo mejor y lo peor de Yogyakarta, pero es uno de esos lugares que uno no puede dejar de conocer.

10. Bule (*persona occidental de piel blanca)

Y no puedo terminar este artículo sin mencionar el furor que hacemos nosotros, los bule que andamos perdidos en medio de tantos millones de indonesios. En esta ciudad hay muchísimos expatriados jóvenes trabajando como profesores de inglés o estudiando bahasa indonesia en universidades y cursos privados; también hay otros que se asentaron acá y pusieron un hostel o un café. Todos los bule tenemos que adaptarnos y, como mínimo, comprarnos una bici o una moto para andar por la ciudad y aprender el idioma.

Pero lo malo de ser bule en Indonesia es que por más de que hablemos el idioma, que tengamos amigos locales, que estemos totalmente inmersos en la realidad de este país… jamás dejaremos de ser bule. Podemos cambiar todo pero no podemos ocultar que somos occidentales, que venimos del otro lado del mundo, que tenemos un color de piel distinto. La reacción de cada indonesio hacia el bule es distinta: algunos nos admiran por nuestra “belleza” y “blancura” (?), otros nos ven como millonarios (y tontos) e intentan cobrarnos tres veces más de lo que algo vale, otros nos ven como personas demasiado liberales, otros creen que somos todos sucios, y el problema es que pocos nos ven como seres humanos (al respecto: hay un australiano que vive en Indonesia y que escribió un libro, en indonesio, llamado “Los bule también somos personas”). Debe haber tantos conceptos de bule como indonesios en este país.

Y para que entiendan lo que digo, estas son las reacciones que se generan cuando “uno de nosotros” va de visita a algún monumento turístico:

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Bonus track:

En alguna intersección de Yogya existe “Tugu”, un monumento cual mini obelisco al que todos van a sacarse fotos de noche. Dicen que si lo tocás, significa vas a volver a Yogyakarta. Cuando lo toqué, la primera vez que visité Yogyakarta, no tenía ninguna razón para volver y pensé: “Dudo que esto funcione, pero igual lo voy a hacer”. Y mirenme, estoy otra vez acá, por vez número mil. Creer o reventar.

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Pueden leer la primera parte de Yogyakarta en 10 palabras acá!